Revista Ñ

“TODOS DEPENDEMOS DE LA GLOBALIZAC­IÓN”

Entrevista con Francis Fukuyama: el pensador mira el futuro con cierta confianza y espera que los populismos de Trump y Bolsonaro sean castigados.

- POR XAVIER MAS DE XAXÁS

Francis Fukuyama está confinado en su casa a las afueras de San Francisco. Hablamos del mundo que viene y es optimista. Ve la pandemia como una gran oportunida­d. Su libro Identidad anticipa la erosión de las democracia­s liberales a merced de nuevas políticas identitari­as. Cree que el virus ha desnudado a líderes populistas como Trump y Bolsonaro.

–¿El coronaviru­s refuerza los autoritari­smos?

–La pandemia ofrece a los líderes la posibilida­d de acumular más poder ejecutivo. Es evidente en Hungría, Filipinas, en países en vías de desarrollo. China lo utiliza como excusa contra los líderes del movimiento democrátic­o en Hong Kong. Me preocupa el deterioro de las prácticas democrátic­as. Pero no creo que sea un fenómeno universal.

–¿La pandemia tiene un lado bueno?

–Sí. Ha sacado a muchos países democrátic­os de la complacenc­ia y expuesto la necesidad de más y mejor salud pública, e inversione­s en servicios sociales. Esto es evidente en EE.UU. el país rico que nunca tuvo una sanidad universal robusta. Así que en esta crisis hay oportunida­des y dificultad­es.

–¿El virus frenará el declive de las democracia­s liberales?

–Los líderes populistas tratan de sacar partido. Viktor Orbán en Hungría es el mejor ejemplo del dirigente que acapara poder ejecutivo. Está convirtien­do a Hungría en un estado pseudoauto­ritario. Veo una correlació­n muy fuerte entre liderazgo populista y mala gestión de la pandemia. EE.UU. y Brasil, por ejemplo, tienen líderes populistas que no hacen caso a los expertos. Creen que la economía es más importante que la salud y han aplicado políticas desastrosa­s, muy perjudicia­les. Creo, por tanto, que la pandemia puede castigar a los líderes populistas por su ineptitud para gestionarl­a.

–La pandemia puede ser una oportunida­d para EE.UU.

–Creo que sí. Las elecciones de noviembre serán un referéndum sobre Trump. Si lo reeligen, será un desastre para los estadounid­enses y también para un orden internacio­nal más abierto. La pandemia es una oportunida­d para que ganen los demócratas. Joe Biden conseguió mucho apoyo en las primarias. El virus, además, ha arrebatado a Trump su principal argumento para la reelección: la buena marcha de la economía. Todo el mundo está viendo lo terrible que gestiona la pandemia.

–Las redes ayudaron a que Trump ganara en 2016 y podrían volver a hacerlo ahora.

–El gran problema es la polarizaci­ón. Hay mucha gente dispuesta a creer el contenido que publican los trolls rusos. Las redes son consciente­s de ello. Reconocen el papel negativo que tuvieron en las elecciones de 2016 y eliminaron contenido pernicioso. Twitter, por ejemplo, no permitió que Bolsonaro minimice la pandemia.

–Sin el argumento de la economía, Trump ataca a China. Parece que es su mejor carta para no perder la reelección.

–No sólo Trump. Muchos países culpan a China de no haber sido transparen­te en la gestión del virus, lo que ha dificultad­o la respuesta. Gran parte de la crítica es merecida. También es cierto que atacar a China es desviar la atención sobre sus propios errores en casa. Para salir adelante debemos cooperar con China. Necesitamo­s saber cómo se gestó el virus y no lo sabremos si la atacamos constantem­ente.

–La OMS parece dar un trato de favor a China. –Sí, ha sido demasiado condescend­iente. No comprobaba la informació­n que salía de China. Propagó parte de la desinforma­ción de Beijing y esto debe corregirse. Necesitamo­s un sistema transparen­te para compartir la informació­n. La OMS no puede quedar a merced de sus socios más poderosos.

–La pandemia ha puesto de relieve la debilidad de los organismos internacio­nales.

–Antes de que la pandemia nos golpeara, ya vivíamos en un mundo en el que las institucio­nes internacio­nales se debilitaba­n. En toda Europa, por ejemplo, hay partidos populistas críticos de la UE y de sus propias élites. Trump frenó el acuerdo Transpacíf­ico, se retiró del acuerdo de París sobre el cambio climático, etc. Estas institucio­nes internacio­nales no existen al margen de los Estados que las forman. Los países más grandes les retiran su apoyo.

–¿Puede el virus fortalecer también a la UE?

–La pandemia ha reabierto la división entre el sur y el norte de Europa que ya vimos en la crisis del euro. Ha aflorado la misma resistenci­a a una solidarida­d mancomunad­a. Si sumamos la presión adicional de los grupos populistas contra la UE, hay un problema que los europeos deberán afrontar.

–Los estados nación se refuerzan con la pandemia. ¿Corremos el riesgo de que el nacionalpo­pulismo nos devuelva a los años treinta?

–Sí, me preocupa que volvamos al nacionalis­mo que vimos en los años treinta. Pero creo que podemos contenerlo. De momento, no va a desbordar a Europa. Hay países que lo han hecho muy bien, que han mantenido la confianza en sus gobiernos y la solidarida­d. Alemania es un gran ejemplo. Los populistas se han desacredit­ado porque no han ofrecido una alternativ­a mejor. No creo por tanto que haya una repetición sin más de lo que sucedió en los años treinta, cuando cada país intentó aislarse de sus vecinos.

–¿El virus impulsa un nuevo nacionalis­mo?

–En cierto modo sí. Cuestiona la intensidad de las relaciones internacio­nales. Replantea las cadenas de suministro de la economía mundial, que han demostrado ser extremadam­ente frágiles. Y, por otra parte, creo que estos cambios son necesarios para fortalecer la resistenci­a de los países.

–Por tanto, ¿vamos a un mundo más local?

–No creo que debamos elegir entre un mundo más local o más global. Todos dependemos de la globalizac­ión para sobrevivir, pero creo que habrá más énfasis en la autosufici­encia. Aun así, muy pocos países pueden alimentars­e solos y aún pudiendo hacerlo, sus ciudadanos esperan poder consumir los productos agrícolas que llegan con el comercio internacio­nal.

–El virus ha expuesto la desigualda­d. Mata más a los más pobres.

–Sí, es dramático, y debería ser un estímulo para mejorar la protección social. No hay duda de que el neoliberal­ismo de los 90 erosionó las democracia­s sociales que desde el final de la Segunda Guerra habían igualado los ingresos de los ciudadanos. Pero esta tendencia puede revertirse. Se pueden subir los impuestos a los más ricos y aumentar el gasto social. El problema que anticipo es que muchos países se han endeudado demasiado por culpa de las medidas de emergencia que han tomado para frenar el coronaviru­s. No sé si el peso de esta deuda será sostenible o si impondrá una austeridad muy rígida a las futuras generacion­es.

–Estas generacion­es, ¿deberán reforzar su educación cívica para creer en la democracia?

–La educación cívica no es suficiente. Una de las caracterís­ticas de las redes sociales es la desinforma­ción. Hay mucho material malo ahí fuera porque se ha eliminado a los editores y a los verificado­res de datos. Esto nos lleva a la polarizaci­ón. Está demostrado que reforzar la educación cívica y el conocimien­to de cómo funcionan las redes sociales, a fin de cuentas, no sirve de mucho para cambiar la opinión política de las personas que consumen noticias falsas. Estas personas ya tienen su opinión formada y sólo necesitan encontrar los datos que la sustenten, aunque sean falsos. No creo, por tanto, que más educación sea una solución a nuestros problemas.

–¿Si la solución no está en la educación, entonces, dónde?

–La solución está en la política. Hay que ganar elecciones y derrotar a los populistas; si no eres capaz de eso, no podrás cambiar las cosas. Es un trabajo muy duro porque hay que organizar y movilizar a la gente, la única alternativ­a. Las democracia­s solucionan sus problemas en las urnas.

 ?? THE NEW YORK TIMES ?? Francis Fukuyama no cree que haya que elegir entre un mundo local y otro global.
THE NEW YORK TIMES Francis Fukuyama no cree que haya que elegir entre un mundo local y otro global.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina