El sueño hace girar su primera rueda
Poesía. El escritor y artista Kenneth Patchen fue una figura reconocida pero marginal en el campo literario norteamericano. Sus novelas y sus versos ilustrados siempre apostaron por una delicada arbitrariedad.
NIEBLA
La bella hija gris de la lluvia ha perdido a su amante. Él, cuya boca conociera; él, que fue bueno con ella.
Yo la he escuchado hablar de él cuando las luces del río gritaban: “¡Cristo, qué soledad! ¡Cristo, qué frío!”
He oído el llanto golpeado de su soledad llamándolo cuando el mástil del barco no apunta a ninguna estrella.
Muchos hombres han creído que eran él; sintiendo los brazos de ella fríos, mientras llevaban a la muerte en los suyos—
El rostro de mujer en el marco de la nada; mientras la maquinaria del sueño hacía girar su primera rueda;
y durmieron mientras los ángeles caían en el sonido coloreado de las aguas. Niño y cuna que canta, lo mismo.
Oh dama dolorosa cuyo amante es el muelle en ese cielo donde todos yacemos, expectantes, abrazados mientras oscurece.
EL LOBO DEL INVIERNO
El lobo del invierno devora caminos y pueblos en su hambre de hielo.
El lobo del invierno mete la pata en la olla rancia de la ciudad agitando la sopa de putas y suicidas.
Oh el lobo del invierno rompe los huesos del pobre en su caverna congelada.
El lobo del invierno…
El torvo, el frío, el blanco
El bello lobo del invierno que se alimenta de nuestro mundo.
LA ZORRA
Si al menos alumbrara el sol esta noche
Porque la nieve es profunda sin mancha y blanca en el aire blanco
Porque cojea un poco – sangra por los disparos
Porque los cazadores tienen rifles y los perros tienen sombras de verdugos
Porque quisiera tomarla en mis brazos y atender su herida
Porque no puede morirse con el pequeño en el vientre
No sé qué decir de un soldado moribundo Porque en la muerte no hay proporciones.
PORQUE ELLA SE SINTIÓ AVERGONZADA POR LAS PALMERAS
Su padre decidió alquilar un coche que había pertenecido a un viejo gitano, para evitar el riesgo de manejarlo marcha atrás, especialmente en callecitas y en puentes claustrofóbicos, intrincados como bigotes, a lo largo de todo el país.
Pero cuando abrieron el baúl, esperando encontrar ahí un suministro de frenos de burros usados – esa utilería esencial del teatro mexicano – sin los cuales, los habían advertido, ninguna audiencia con el presidente podría resultar del todo satisfactoria, quedaron un poco decepcionados al encontrar apenas un gran león ciego y blanco sentado sobre el mismísimo borde del aire.
Hay días cuando a nadie lo dejan en paz.