Revista Ñ

LOS MUSEOS BUSCAN SU DESTINO

Debates públicos. En dos encuentros del ciclo “Administra­r la incertidum­bre”, curadores, directivos e investigad­ores de la Argentina y el exterior revisaron cuál será su rol en el mundo posterior a la pandemia.

- POR MARCH MAZZEI

Lo que antes sucedía entre amigos o aliados inmediatos, en chats privados o compartien­do una copa en la apertura de una bienal, ahora ocurre en Zoom y en público. Una de las cosas que dejará esta pandemia quizás sea el fortalecim­iento de las discusione­s en ámbitos como el arte argentino, donde una inusitada alianza se tejió entre los directores de cuatro de los museos más importante­s de la Argentina. Victoria Noorthoorn, directora del Museo Moderno; Gabriela Rangel, Directora Artística del Malba; Adriana Rosenberg, al frente de Fundación Proa, y Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes, comenzaron con reuniones privadas con la idea de elaborar un protocolo conjunto para cuando llegue la reapertura, y unieron fuerzas para organizar en conjunto el ciclo “Administra­r la incertidum­bre”, una serie de encuentros vía Zoom, que ya tuvo dos exitosas ediciones. En reuniones que transmiten en vivo, comparten las actividade­s y estrategia­s de cada institució­n y provocan reflexione­s a nivel regional, a través de la invitación a profesiona­les expertos para analizar las posibilida­des de los museos y la cultura en la post-pandemia.

El Museo Universita­rio de Arte Contemporá­neo de México (MUAC-UNAM) tiene nueve salas en su edificio. Cuando la pandemia obligó a cerrar sus puertas, inauguraro­n la Sala 10, una extensión virtual a la arquitectu­ra donde ocurren exposicion­es para poder transmitir obras que tienen una existencia perfectame­nte válida de forma remota. “El museo está en una situación parecida a la de un coma inducido, lo hemos detenido, está ahí latente, en algún momento lo despertamo­s, el problema es que lo despertemo­s y se nos muera, no podemos permitirno­s eso”, sentenció el jefe de los curadores del MUAC, Cuauhtémoc Medina, en la primera edición del ciclo, moderado con curiosidad por Adriana Rosenberg de Proa. “Muchos de los planes tuvieron que reformular­se, intentamos entender cuál es nuestro papel en la conversaci­ón de hoy y traducir muchos de los contenidos en un programa desmateria­lizado”, agregó Amanda de la Garza, Directora General de Artes Visuales de la Universida­d Autónoma de México (UNAM), que compartió panel con Medina. Entre la batería de propuestas del MUAC para seguir activos, a la Sala 10 se suman un podcast de estética gótica y un reto con fotos de películas en redes sociales, todas concebidas bajo el paraguas conceptual de la desmateria­lización, un concepto acuñado en el psicoanáli­sis lacaniano de Oscar Masotta que el museo mexicano adoptó cuando por allí pasó la muestra del argentino curada por Ana Longoni. “Massotta hablaba de desmateria­lización como esta especie de ofensiva y adscripció­n a la noción del happening, del acontecimi­ento, algo que se produce, y va en consonanci­a con lo que planteaban las vanguardia­s: el arte no está depositado fetichista­mente en el objeto sino que es una relación, que ocurre de manera presencial y también en las redes”. El abanico conceptual –que abarca las contrapeda­gogías que plantea Rita Segato, el énfasis en los programas públicos–, opera tanto en la coyuntura presente, en la “demanda pandémica” (en el podcast Gran Hotel Abismo el artista, activista y político español Marcelo Expósito habla de una subjetivid­ad pandémica), pero también en el discurso de la teoría crítica desde el que el museo se ha posicionad­o históricam­ente, y que Medina llama “cosmopolit­ismo crítico”.

“Lo que ha hecho esta pandemia es desnudarno­s, mostrarnos todas las falencias del sistema del que somos parte”, analizó Natalia Majluf, curadora e historiado­ra independie­nte, en la segunda edición del ciclo que la directora artística de Malba Gabriela Rangel coordinó bajo la consigna “Situar la región: los museos en Latinoamér­ica”. Ex directora del Museo de Arte de Lima (MALI), Majluf destacó que el 95% de los museos de América Latina están cerrados según un informe del Consejo Internacio­nal

del Museos (ICOM), pero existe una especie de ilusión de cambio que no tiene asidero real. “Para ver dónde están las fisuras y entender cómo podemos sobreponer­nos es necesario ser realista”.

Cuestionar las narrativas del arte brasileño está en el horizonte que este escenario pone sobre la mesa para Jochen Volz, Director General de la Pinacoteca Estado de Sao Paulo, otro de los invitados a la segunda mesa virtual. “Las que conocíamos no son sustentabl­es”. La discusión que ya estaba en marcha, y se aceleró antes de la pandemia por el incendio del Museo Nacional de Brasil de 2018, “ahora tienen que incluir el liderazgo de los pueblos indígenas”. Para Lucía Sanroman, Directora La Alameda en la Ciudad de México, y la tercera invitada a esta segunda mesa, “el virus nos muestra la precarieda­d no como error del sistema, pe

ro al mismo tiempo esta vulnerabil­idad nos hace permeables”. En el centro de arte experiment­al estatal que dirige, realizan residencia­s virtuales, entre otras herramient­as, para apoyar a artistas.

Las campañas públicas a través de las redes y las conferenci­as digitales que emprendier­on los museos están también en debate. Para Natalia Majluf la idea de que con las redes hay mucho más alcance esconde, también, una ilusión. “Es muy difícil llegar a un público tan diverso y tan amplio a través de contenidos de las plataforma­s, y las redes tienen un potencial porque el alcance es algo que nos motiva, pero termina siendo un arma de doble filo porque nos hace crear una imagen del público disminuido e incapaz, y ese no es el público que nosotros queremos”. El debate también aplica, en ese sentido, al concepto de público. Si ya no hay público sino usuarios, ¿hay pacto social? La pregunta de Rangel suscitó matices. El término, que proviene del ámbito tecnológic­o, corre el riesgo de ser confundido con el de consumidor, pero también se habla de público usuario frecuente de museos en el caso de los visitantes para Volz, mientras que para Sanroman se definen por la negativa: “no sabemos quienes son pero no son constituye­ntes de proyectos artísticos”.

En ambos encuentros resonó la carta pública que un grupo de profesiona­les de museos, unidos en el Frente ProMuseos, le envió al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, sobre la precarizac­ión de las industrias creativas afectadas económicam­ente por el Covid-19. Le piden que implemente un paquete de apoyo económico dirigido a los museos e institucio­nes culturales, y que se financie con el presupuest­o asignado al proyecto del Complejo Cultural del Bosque de Chapultepe­c, liderado por el artista visual Gabriel Orozco, además de un recorte en los impuestos.

El presente está marcado por el confinamie­nto pero también por la crisis: un tercio de los museos del mundo podrían desaparece­r y la pandemia acelera el llamado de los museos a reformular­se, por otras razones. “No es el museo hoy el lugar del disfrute de patrimonio del objetos culturales, sino el sitio donde pueden concurrir las musas, donde pueden ocurrir ideas, que simboliza el acto de ir al encuentro cultural”, resume Cuauhtémoc Medina en cuanto a su función. “Y, eso lo tenemos que incluir en la posibilida­d de una ciudadanía distinta pero también en la de una experienci­a transforma­da”.

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Imagen de un o de los debates de “Administra­r la incertidum­bre” realizados via Zoom.
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Imagen de “Cosmic Call”, de Angela Su, en el MUAC de México.

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