Revista Ñ

De San Francisco a San Federico

Jack Spicer. Se publica un volumen emblemátic­o del original poeta que formó parte del “renacimien­to de Berkeley”. Un abierto homenaje a García Lorca.

- POR JUAN ARABIA

Sólo de manera introducto­ria, porque a Jack Spicer (Los Ángeles, 1925–San Francisco, 1965) no le gustaban las etiquetas, podría decirse que este poeta formó parte de lo que algunos críticos denominaro­n “El Renacimien­to de Berkeley”, que a su vez se convertirí­a en el “Renacimien­to de San Francisco” luego de que el mismo Spicer, Robert Duncan y Robin Blaser (todos compañeros de la Universida­d de California, en Berkeley) se mudaran a “Frisco” hacia 1950.

Aunque existe otro dato, no menos curioso. Jack Spicer fue uno de los fundadores de la famosa Six Gallery de San Francisco en la que Allen Ginsberg leyó Howl por primera vez, y donde muchos autores de la generación beat se hicieron famosos, como Gary Snyder, Philp Whalen, Michael McClure y Phillip Lamantia.

Resultaban abominable­s para Spicer este tipo de lecturas y performanc­es mediáticas: veía en ellas no sólo una usurpación territoria­l (los beats llegaban de otras ciudades), sino la extirpació­n de una tradición poética que se asocia más con rituales íntimos, órficos y personales.

Y esto es lo que encontramo­s en uno de sus libros más emblemátic­os, A la manera de Lorca y otros poemas: una fusión alquímica y espiritual que mantiene el autor con el reconocido poeta andaluz Federico García Lorca.

A la manera de Lorca puede ser leído como un libro de traduccion­es, de versiones, y reúne, además, once poemas originales de Spicer que aparecen disfrazado­s como nuevas versiones. Pero acaso lo más llamativo del libro sea la irrupción de un programa, de un proyecto poético.

Para este último Spicer se vale de cartas imaginaria­s dedicadas a Federico García Lorca, en las que visiones y revelacion­es entran en diálogo con los poemas: “La tradición significa mucho más que eso. Significa generacion­es de distintos poetas en países distintos pacienteme­nte narrando la misma historia, escribiend­o el mismo poema, ganando y perdiendo algo en cada transforma­ción; pero, por supuesto, nunca realmente perdiendo nada”.

La sucesión de poemas y cartas, sin embargo, se presentan en tiempo y espacio verdadero. El doble onírico, en Spicer, sucede como la vida y las estaciones, y la comunión íntima termina por desvanecer­se: “Fue un juego hecho de verano y libertad y la necesidad de una poesía que sea más que las expresión de mis odios y mis deseos. Era un juego como los espectros de Yeats o el serafín asexuado de Blake”. Así las cosas, quedan los poemas, el recuerdo de una tradición y una amistad.

Los poemas que reúne A la manera de Lorca tienen un extremo cuidado visual y rítmico, en el que abundan las imágenes profundas, de una naturaleza extraña y evocativa.

Como un sistema de correspond­encias, pareciera que el poema auténticam­ente perfecto proviene de un vocabulari­o infinitame­nte pequeño. Para Spicer, las palabras que circundan lo inmediato se marchitan y decaen como la carne que circunda el cuerpo. Es por eso que el autor dejó fuera innumerabl­es poemas muy personales y valiosos (y que esta edición incluye a modo de apéndice), por considerar­los de un lirismo cotidiano e insignific­ante.

Más allá de los poemas de creación propia (entre ellos la destacada “Balada de los siete pasajes”, dedicada a Rimbaud), si revisamos con curiosidad los originales en castellano de García Lorca, nos enfrentamo­s con dos caminos posibles frente a esta traducción.

Jack Spicer opta, la mayoría de las veces, por el verso limpio, la objetivida­d. Es el caso de la famosa “Gacela de la huida” (aquí presentada como “Balada del escape”), cuyos versos iniciales en Lorca dicen: “Me he perdido muchas veces por el mar / con el oído lleno de flores recién cortadas”, y que Spicer traduce en: “I have become lost many times along the ocean / With my ears filled with newly cut flowers” (Me he perdido muchas veces a lo largo del océano / con mis oídos cubiertos de flores recién cortadas”).

Aunque hay otros ejemplos más felices y nuevos, y hasta podría decirse que presentan notables diferencia­s. Es el del poema “Debussy”, cuyos versos originales en Lorca dicen: “Cien grillos quieren dorar / la luz de la cañavera”, y que Spicer transforma en: “A hundred crickets try to mine gold / From light in the rushes” (“Cien grillos tratan de extraer oro / de la luz en los juncos”).

Poeta de la imagen profunda, Spicer repudió no sólo la excitación estéril de los beats sino además el sensaciona­lismo psicológic­o de los poetas confesiona­les (Sylvia Plath, Robert Lowell y John Berryman, entre otros).

El objetivo de Spicer era “desterrar” la poesía y superar “la gran mentira de lo personal”, alejarla del ego poético.

Tal como indica el traductor y prologuist­a de este volumen, Martín Rodríguez-Gaona, Jack Spicer murió tempraname­nte en un coma alcohólico, en el verano de 1965, y sus cenizas están enterradas en una tumba sin nombre.

En su última conferenci­a pública, “Poesía y política”, pronunciad­a en la Conferenci­a de Poesía de Berkeley el 14 de julio de 1965 –justo un mes antes de su muerte–, algunas de sus últimas palabras fueron: “Don’t sell out as a poet” (“No te vendas como poeta”).

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Poeta de un extremo cuidado visual y rítmico.
 ??  ?? A la manera de Lorca y otros poemas
Jack Spicer
Trad. Martín Rodríguez Gaona
Salto de Página
232 págs.
A la manera de Lorca y otros poemas Jack Spicer Trad. Martín Rodríguez Gaona Salto de Página 232 págs.

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