Discos oldies y modernos
GRACE
Jeff Buckley
El único disco que editó Buckley en vida. Fruto de unas sesiones de grabación interminables, estuvo cerca de nunca salir a la luz. Una voz grave y triste, acompañada por melodías también hondas, se editó en 1994. La punta de lanza de este disco fue la versión de “Hallelujah”, de Leonard Cohen, un tema que parecía que nadie le podía encontrar una nueva vuelta de tuerca. Disco importante de diez canciones.
CHAIKOVSKI: SINFONÍA Nº 6.
Teodor Currentzis
Después de Mozart, el “niño terrible” Teodor Currentzis se mete con Chaikovski. Una versión exacerbada, visceral y de contrastes abruptos. Emotividad y subjetivismo a flor de piel para renovar la visión de una pieza tan conocida. No es Currentzis un músico apto para todos los gustos, pero no se le puede negar audacia y atrevimiento en la búsqueda de nuevos enfoques.
THE SHAPE OF JAZZ TO COME
Ornette Coleman
Un álbum vanguardista que cambió la visión de varios músicos y compositores, para muchos un revolucionario y para otros un loco que asesinó al Jazz. Como sea, este hombre, junto con otros intrépidos, fueron los culpables de derribar las barreras clásicas de composición para abrirle paso a una nueva corriente llamada “Free Jazz”.
MATEO SOLO BIEN SE LAME
Eduardo Mateo
“Es un disco ineludible por inaugurar un camino en la música uruguaya, por su musicalidad, por la melancolía y ambigüedad de sus letras y -sobre todo- por la belleza de sus canciones”, dice el músico, periodista y escritor Andrés Torrón sobre Mateo solo bien se lame. En su primer disco solista, Eduardo Mateo viajó a Buenos Aires para lograr los 40 minutos más hermosos de la música uruguaya. Encargado de todos los instrumentos, arreglos y letras, el músico grabó una serie de canciones que quedaron en la historia uruguaya: “Yulelé”, “De nosotros dos”, “Uh, qué macana” y “Quién te viera”. “Las letras tienen una simplicidad y a la vez una profundidad que conmueven y atrapan”, define la cantante Diane Denoir. La influencia del candombe, los Beatles, la música hindú, la milonga y la bossa nova se entrelazan a lo largo de las 13 canciones para crear un sonido inédito hasta el momento. Desde la portada, Mateo invita al oyente a adentrarse en un viaje enigmático. Detrás del minimalismo de las canciones y de la aparente simpleza, se esconde una serie de complejidades que aún se estudian.