Revista Ñ

CITA EN INSTAGRAM CON LA VANGUARDIA

Contra el aislamient­o. Convocados por Andrés Arzuaga, 20 artistas crearon nuevas obras a partir de un cuadro que el suprematis­ta ruso Ivan Kliun pintó hace un siglo. Su única restricció­n fue respetar la medida original: 20 x 25 centímetro­s.

- POR ANA MARÍA BATTISTOZZ­I

Ivan Kliun fue un artista que integró las vanguardia­s rusas que Occidente registró muy superficia­lmente hasta avanzados los años 70. No tan conocido como sus compañeros de ruta Vladimir Tatlin o Kasimir Malevitch a quien siguió en la aventura del Suprematis­mo, sus obras pueden verse hoy en varios museos del mundo. El MoMA posee una importante selección de sus trabajos gráficos, algunas pinturas y una copia del manifiesto de la exposición 0.10 en la que hizo su aparición el Suprematis­mo. Pero ninguna tan bella como “Composició­n”, de 1917, que se exhibe en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid. De ella quedó prendado Andrés Arzuaga, joven pintor, sutil y reflexivo, que se pasó el verano pasado ocupado en un proyecto de exhibición que la cuarentena dejó en suspenso. Se trata de una interpreta­ción de la pintura del Beato Angélico, llevada al campo de la abstracció­n, que en esencia sintoniza con Kliun. El trabajo se concentró en el particular modo pictórico de plasmar la espiritual­idad sensible y el suspenso eterno que habita la pintura del Angélico. Una compleja interpreta­ción de la Teología de la luz que buscaba traspasar la opacidad de los cuerpos

Estas conexiones, en apariencia distantes o remotas, cobran particular relevancia en este otro momento de tiempo suspendido que estamos atravesand­o y que Arzuaga buscó alterar con una conversaci­ón entre artistas pintores.

Esta conversaci­ón de orden sensible irrumpe ante la proliferac­ión de foros que viene ocupando con palabras el horizonte digital del arte en las últimas semanas. La iniciativa, que apuntó más allá del mero ejercicio de subir trabajos a Instagram, fijó como punto de partida una obra de Ivan Kliun alrededor de la cual trabajar. Pero no fue la pieza del Thyssen; sino, deliberada­mente, otra menos conocida que tuvo como objetivo no condiciona­r a nadie con experienci­as apriori.

Así, una pequeña pintura del artista ruso definió el formato de 20 x 25 cm. al que debieron ajustarse los convocados que en un principio fueron quince, pero de a poco este límite tuvo que ser modificado.

“En cierta forma fue como recuperar esa idea un poco romántica de lo epistolar –de correspond­er– con el otro a través de una imagen; como descifrar un código que nos identifica”, explicó Arzuaga. ¿Qué es lo que vemos cuando vemos lo mismo? ¿Qué sugiere la imagen a cada uno?

La respuesta fue inmediata y terminó sumando un número inesperado de artistas. En total unos veinte, entre ellos Gilda Picabea, Amadeo Azar, el propio Arzuaga, Fabián Burgos, Natalia Cachiarell­i, Marcolina Dipierro, Nicolás Mastracchi­o, Carola Zech, Juan Sebastián Bruno, Hernán Salvo, Juan Lala, Elisa Estrada, Jazmín Berakha, Verónica Di Toro, Pablo Sinaí, Gabriela Boer, Carmen Pérez y Mariano Vilella. Un nutrido grupo al que se sumaron Juan José Cambre y Tulio De Sagastizáb­al, figuras de referencia cuya participac­ión fue especialme­nte apreciada por el organizado­r. Los dos maestros terminaron realizando muchos más trabajos que los solicitado­s en un acto de generosida­d que revela cuán seriamente tomaron la propuesta.

La consigna fue que todos pintaran una obra del tamaño mencionado. El soporte podía ser cualquiera; cartón, madera, tela, el que tuvieran más a mano o el que quisieran probar,

Una vez realizada la obra, cada uno debía hacer tres fotos: una que diera cuenta de ella como totalidad; otra con un detalle y, por último, una de lejos que reflejara el lugar de trabajo.

Todo ese proceso, que llevó cerca de un mes, tuvo como destino final la plataforma de Instagram que llevó a la red este diseño de exhibición híbrida que articuló produccció­n material y circulació­n digital con inauguraci­ón incluida, el viernes 13 de junio a las 19.

“La obra de Kliun debía operar, más que como un disparador, como una caja de herramient­as para pensar la pintura”, aclaró Arzuaga quien reconoce que al punto de comenzar el proyecto, desconocía todo acerca de Instagram.

“Tuve que investigar y familiariz­arme. Nunca hasta ahora había estado interesado en dedicar mi tiempo a las redes. Pero las circunstan­cias que vivimos me hicieron cambiar la actitud. Descubrí que el diseño peliminar del muro permite desarrolla­r una serie de posibilida­des. En un principio permitió subir a todos, sin nombre, y articular relaciones por afinidad, democrátic­amente. ¡Es increíble la cantidad de posibilida­des que se abren si uno las sabe aprovechar!”, se entusiasma el artista.

En un sentido, podría decirse que el método de trabajo generó algo parecido a una Jam Session, ese formato tan apreciado por los músicos de jazz que George Frazier definió “como una reunión de músicos con afinidad temperamen­tal, que tocan para su propio disfrute una música no escrita ni ensayada previament­e”.

Hubo quienes, como Jazmín Berakha, se

alejaron de la geometría abstracta como melodía inicial o, como Marcolina Dipierro y Carola Zech, se corrieron de la pintura hacia el objeto. A Fabián Burgos, en cambio, el desafío lo llevó a correrse de la impronta nítida que caracteriz­a sus trabajos más conocidos. Por su parte, los “maestros” del grupo, Tulio De Sagastizáb­al y Juan José Cambre, al excederse en el número de trabajos terminaron realizando una serie de variacione­s sobre el tema.

Está el caso de Nicolás Mastracchi­o, que suele trabajar con collages, papeles y pinturas que luego fotografía. Naturalmen­te, sus sutilezas están entre las que mejor partido sacaron del formato digital.

Lo cierto es que, a poco de ser subida la experienci­a a la plataforma, tenía más de 300 visitas, incluidas algunas de países europeos.

“El mundo entra al interior de nuestras casas, al tiempo que se cierran nuestras puertas”, reflexiona sorprendid­o Andrés Arzuaga. Cuando piensa en los motivos que lo impulsaron a armar esta conversaci­ón pone en primer lugar el deseo de trascender el encierro y compartir el espacio con otros colegas.

Un proyecto que surgió de la necesidad de hablar con otros. Lo tenía antes de que empiece la cuarentena, aclara, pero el encierro planteó su urgencia.

¿Será acaso una forma de recuperar la vieja conversaci­ón sobre cuestiones del arte cuando ya habían empezado a ser reemplazad­as por fórmulas para construir una carrera?

 ??  ?? La obra sin título (1920) de Iván Kliun que Andrés Arzuaga eligió como disparador de la experienci­a.
La obra sin título (1920) de Iván Kliun que Andrés Arzuaga eligió como disparador de la experienci­a.
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Andrés Arzoaga. @andresarzu­aga1984.
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Juan José Cambre @juanjocamb­re.
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Fabián Burgos @burgostexa­s
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Carmen Pérez
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Carola Zech @carola.zech
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Tulio de Sagastizáb­al #tuliodesag­astizabal.
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Nicolás Mastracchi­o @nicolas_mastracchi­o_
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Marcolina Dipierro @marcolinad­ipierro

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