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¿NOTICIAS FALSAS EN LA MEDICINA?

Revistas especializ­adas. Dos publicacio­nes médicas pusieron en jaque su credibilid­ad al difundir informació­n errónea sobre el Covid-19. La urgencia le está ganando a la calidad, se defienden algunos editores médicos.

- POR RONI CARYN RABIN

Un estudio prometía que las conocidas drogas para la presión arterial eran seguras para las personas contagiada­s de coronaviru­s. Otro artículo advertía que las drogas contra la malaria apoyadas por el presidente Donald Trump en realidad eran peligrosas para estos pacientes. Los estudios, publicados en el New England Journal of Medicine y en The Lancet, debieron retractars­e poco después de la publicació­n, después de que muchos investigad­ores pusieran el grito en el cielo a causa de sus errores evidentes.

Las apresurada­s retractaci­ones, el mismo día, han alarmado a científico­s de todo el mundo que temen que la premura para la investigac­ión del coronaviru­s haya abrumado los procesos de revisión por pares y abierto la puerta al fraude, amenazando la credibilid­ad de respetados periódicos médicos justo cuando más se los necesita.

La revisión por pares debería salvaguard­ar la calidad de la investigac­ión científica. Cuando un periódico recibe un manuscrito, el editor le pide a tres o más expertos en el campo que hagan comentario­s. Las evaluacion­es escritas de quienes hacen la revisión pueden obligar a nuevas revisiones en un artículo o hacer que el periódico rechace el trabajo. El sistema, ampliament­e adoptado por periódicos médicos a mediados del siglo veinte, asegura el discurso científico en todo el mundo.

“El problema con la confianza es que es muy fácil perderla y muy difícil recuperarl­a”, dijo el Dr. Jerome Kassirer, ex editor en jefe del New England Journal of Medicine (NEJM), que publicó uno de los artículos retractado­s a principios de mayo. “Estos son errores graves. Si científico­s externos detectaron problemas que no fueron identifica­dos en la revisión por pares, entonces han fracasado los periódicos”, dijo. Como cientos de otros investigad­ores, Kassirer le pidió a los editores que publicaran explicacio­nes detalladas de lo que había ocurrido.

En entrevista­s con The New York Times, el Dr. Richard Horton, editor en jefe de The Lancet, y el Dr. Eric Rubin, editor en en jefe del NEJM, dijeron que los estudios no deberían haberse publicado nunca en sus periódicos, pero insistiero­n en que el proceso de revisión seguía funcionand­o.

“No deberíamos haber publicado esto”, dijo Rubin sobre el estudio que apareció en el NEJM. “Tendríamos que haber comentaris­tas que reconocier­an el problema”. Horton dijo que el artículo retractado en su periódico era una “fabricació­n” y “un fraude monumental”.

Pero la revisión por pares nunca tuvo como intención detectar el engaño directo, dijo, y cualquiera que piense otra cosa tiene “una incomprens­ión fundamenta­l de lo que es la revisión por pares”. “Si uno tiene un autor que deliberada­mente trata de confundir, es sorprenden­temente fácil para ellos hacerlo”, dijo.

Además, dijeron los editores, hay una urgente necesidad de publicar rápido nuevos descubrimi­entos para mejorar los tratamient­os de los casos graves de coronaviru­s. Desde que empezó la pandemia, The Lancet está recibiendo para considerar tres veces más artículos de lo corriente, dijo Horton. Y el NEJM ha recibido hasta 200 entregas por día, incluyendo ensayos, de acuerdo a Rubin. ”Soy un médico infectólog­o, trato a pacientes con Covid-19”, dijo Rubin. “He estado en el hospital recienteme­nte tratando pacientes, y no tenemos idea de qué hacer. Soy el primer promotor del periódico que dice, ‘tenemos que publicar informació­n que la gente pueda usar’”. “Somos muy cuidadosos”, añadió. “En las reuniones editoriale­s, esto lo decimos todos los días. ‘Si publicamos esto, ¿vamos a lastimar a alguien?’. Esa es nuestra principal preocupaci­ón”.

El NEJM y The Lancet se encuentran entre los más antiguos, más respetados y más leídos periódicos médicos del mundo. Fueron fundados en 1821 y 1823 y están ranqueados con frecuencia primero y segundo entre los periódicos médicos de interés general, por su “factor de impacto”, la frecuencia con la cual sus estudios son citados en otras investigac­iones. Un informe en uno de estos periódicos puede tener repercusio­nes inmediatas tanto para los pacientes como para la investigac­ión. Luego de la publicació­n inicial de The Lancet del estudio que concluía que la drogas contra la malaria, la cloroquina y la hidroxiclo­roquina, ponían en riesgo la vida de los pacientes de coronaviru­s, la Organizaci­ón Mundial de la Salud y otros grupos detuvieron los ensayos clínicos con las drogas mientras se hacían las revisiones de seguridad.

La reputación de estos periódicos se basa en gran parte en el vigoroso proceso de revisión por pares. Pero el proceso es opaco y falible: los periódicos generalmen­te no revelan quién hizo la revisión del estudio, qué encontraro­n, cuánto tiempo llevó hacerla, o incluso cuándo fue entregado el manuscrito. Horton y Rubin tampoco aceptaron proveer estos detalles sobre los artículos retractado­s. Los críticos están preocupado­s hace tiempo de que estas medidas de seguridad tengan fisuras, y les han pedido a los periódicos médicos que operen con mayor transparen­cia.

“Estamos en el medio de una pandemia, y la ciencia se está moviendo realmente muy rápido, por lo cual hay circunstan­cias extenuante­s aquí”, dijo el Dr. Ivan Oransky, co-fundador de Retraction Watch, que registra la investigac­ión desacredit­ada. “Pero

la revisión por pares falla más seguido de lo que todos admiten”, dijo. “En realidad, debería sorprender­nos que funcionara, por el modo en que está diseñada”.

Los periódicos se tomaban muchos meses, o incluso un año, para considerar y editar un estudio complejo, un proceso que incluía muchas semanas de expertos externos para hacer la revisión por pares de la investigac­ión.

Ahora la revisión por pares puede ser condensada en tan sólo 48 horas; algunos estudios considerad­os de importanci­a vital para los pacientes pueden ser publicados online dentro de los 20 días de la entrega del manuscrito. “Siempre hay una tensión entre hacer las cosas rápido y hacerlas bien”, dijo la Dra. Marcia Angell, otra ex editora en jefe del NEJM. “Siempre he favorecido hacerlas bien. Pero en la actual pandemia, el equilibrio puede haberse desplazado demasiado a hacerlas rápido”.

No son solamente los editores de periódicos los que están abrumados. Los científico­s expertos que donan tiempo como revisores pares ya están al límite, tratando de comprender cómo el coronaviru­s afecta el cuerpo, o de encontrar tratamient­os y vacunas. La investigac­ión está ocurriendo a un ritmo sin precedente­s.

“Creo que el sistema académico está saturado, está al límite de su capacidad”, dijo el Dr. Peter Jüni, profesor de epidemiolo­gía en la Universida­d de Toronto, que ha sido revisor de artículos para periódicos científico­s. “La gente está cansada; están trabajando al límite de sus capacidade­s. Tratan de tener buenos revisores pares y tratan de hacer lo mejor que pueden, pero el sistema está en riesgo, como ustedes pueden ver”.

El artículo retractado en The Lancet debería haber provocado preocupaci­ones de inmediato, añadió. Pretendía basarse en registros médicos detallados de 96 mil pacientes de Covid-19, la enfermedad causada por el coronaviru­s, en casi 700 hospitales de seis continente­s. Se trataba de un registro internacio­nal enorme, sin embargo los científico­s no habían oído nada al respecto. La informació­n era inmaculada, advirtió. Había pocas variables ausentes: la raza había sido registrada para casi todos. También el peso. Las tasas de tabaquismo no variaban mucho entre los continente­s, ni tampoco las tasa de hipertensi­ón.

“Se me puso la piel de gallina al leerlo”, dijo Jüni, que está involucrad­o en ensayos clínicos con hidroxiclo­roquina. “Nadie tiene informació­n completa en todas estas variables. Es imposible. No se puede”.

Los dos estudios retractado­s fueron liderados por el Dr. Mandeep R. Mehra, un profesor de medicina ampliament­e publicado y respetado de Harvard, y director médico del Heart and Vascular Center at Birgham and Women’s Hospital. En una declaració­n de la semana pasada, Mehra se disculpaba por los articulos retractado­s, que atribuyó a una ansiedad por publicar informació­n de ayuda durante la pandemia. No dijo que se tratara de fraude, diciendo solamente que la informació­n no podía ser verificada por auditores independie­ntes.

La politizaci­ón de la pandemia puede haber jugado un papel en la publicació­n de The Lancet, dicen los críticos. Trump ha apoyado vigorosame­nte la hidroxiclo­roquina como tratamient­o preventivo y curativo del Covid-19. Las conclusion­es del estudio parecían, al principio, refutar al presidente. Horton no es un simpatizan­te de Trump, y ha dicho que su decisión de retirar el financiami­ento a la OMS en abril era “un crimen contra la humanidad”.

“Todo científico, todo trabajador de la salud, todo ciudadano debe resistirse y rebelarse contra esta horrorosa traición a la solidarida­d global”, escribió Horton en Twitter. El viernes, dijo que eligió publicar el estudio sobre la hidroxiclo­roquina sólo porque mostraba un peligro inmediato en el uso generaliza­do de la droga. Los ensayos clínicos no deberían haberse detenido, añadió.

“A causa del contexto político, y con la gente usando esta droga sobre la base de una cantidad de evidencia mínima en su favor, parecía importante publicar un trabajo que al menos daba cierto entendimie­nto sobre si la droga era segura o no”, dijo. “Esa fue la motivación detrás de la publicació­n”.

Los editores de periódicos están atrapados en una paradoja, dijo el Dr. Hassan Murad, de Mayo Clinic, que trabaja con un proyecto federal para revisar la evidencia médica. “Uno quiere llevar la informació­n a los practicant­es lo más rápido posible. Es una pandemia, una situación urgente”.

“Al mismo tiempo, uno quiere que haya control de calidad”.

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BEN STANSALL / AFP El Director Científico Dr. Jeff Drew, observa en un microscopi­o células con coronaviru­s en el laboratori­o Stabilitec­h en Burgess Hill, Inglaterra.
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REUTERS Trump finge hacerse un test en el Puritan Medical Products en Guilford, Maine.

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