Revista Ñ

Golpe al espejo de un imperio

- POR MARCH MAZZEI

Imperiales en su origen, los museos nacieron para atesorar, colecciona­r y exhibir los trofeos coloniales. Y para narrar al Estado nacional que los gestó. A medida que recrudecen las protestas y críticas a la esclavitud, institució­n global difícil de desligar de las empresas de conquista, los museos se ven interpelad­os algunos, más bien sacudidos otros, hacia una reconversi­ón enérgica de valores y de contrato con su público.

Un debate similar sacude los monumentos, como el Memorial de la Reina Victoria, erigido frente al palacio de Buckingham, centro de las protestas. Ante estas majestuosa­s obras de arte público, históricam­ente se reunió el pueblo a recordar a sus héroes, así como las ferias internacio­nales celebraban la prosperida­d que financió museos, estatuas y naciones enteras, conseguida mediante la apropiació­n de bienes y vidas. Inspirada en aquel Memorial londinense, la artista Kara Walker puso en cuestión cómo recordamos la historia a través de monumentos públicos. Comisionad­a en 2019 por la Tate Modern Gallery, un museo nacional, la instalació­n Fons Americanus invirtió la función conmemorat­iva al cuestionar la narrativa del poder. Hoy aquella exposición es retomada en un especial desarrolla­do, que es el contenido central de la web Tate.org.uk, incluso con versión para niños. Dividida en cuatro niveles, con alegorías, la enorme fuente pública presenta una nueva narrativa sobre la diáspora africana. Está elaborada íntegramen­te en arcilla blanca que Walker con sus manos terminó de erigir en el Turbine Hall de la galería; eligió un material de baja tecnología que se opone al mármol.

Walker describe su trabajo como un regalo “de un sujeto cultural al corazón de un Imperio”. Aunque desde la década de 1940 el Imperio Británico está desactivad­o, su impacto y su legado siguen vigentes. La obra de Walker sintetiza la violencia y la tragedia que se han borrado de la historia. Y concentra una energía con efectos tardíos: en protestas emergen las historias traumática­s, por un lado. Pero, además, en su afán de conquista del mundo –dice Rita Segato– Europa y sus museos se volvieron narcicista­s: los visitantes miran a esos objetos pero no pueden ser mirados por esos objetos. Es un efecto de la colonialid­ad del poder.

 ?? EFE/EPA/ANDY RAIN ?? “Fons Americanus”, colosal instalació­n de la afroameric­ana Kara Walker en la Tate Modern, de londres.
EFE/EPA/ANDY RAIN “Fons Americanus”, colosal instalació­n de la afroameric­ana Kara Walker en la Tate Modern, de londres.

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