¿Hora de besos postizos?
Mientras en el mundo la industria audiovisual ya enfrenta la incertidumbre con equipos enteros de producciones confinados o, para alivio del movimiento #MeToo, escenas de intimidad generadas por computadora, en el país por el momento ese es sólo un futuro dentro de los posibles. “Está claro que es una opción, ya que casi todo ahora se resuelve con la computadora. Pero sí aumentarían muchísimo los costos, lo cual afectaría mucho, sobre todo, a las producciones independientes”, señala Julio Ludueña, director del filme de animación Historias de cronopios y de famas (2014).
No hay todavía un protocolo consensuado que nuclee a la publicidad, el cine y la televisión, si bien todas las áreas y sus entidades, entre ellas DAC (Directores Argentinos Cinematográficos), SICA (Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina), la Asociación Argentina de Actores, golpeadas por el cese de actividades y la ausencia de ayudas económicas, presentaron por separado medidas técnicas y organizacionales ante el INCAA (cuyo presidente, Luis Puenzo, debe concentrar en un protocolo único, todavía sin certezas). A grandes rasgos, las pautas desafían los usos y costumbres propios del funcionamiento de un set y la gramática de la ficción audiovisual con su cercanía intrínseca entre los actores, la enorme cantidad de personas involucradas en un rodaje, la utilización de equipo técnico imprescindible y la movilización hacia diferentes locaciones.
“El 95% de los técnicos estamos frenados. Somos una industria que no mueve la vara de la economía del país. Y nuestras condiciones de contratación también están en un limbo”, señala Mercedes Gobernori, integrante de FUAA (Frente Unido Audiovisual de Arte), que se desempeña en el área de Arte como ambientadora y es parte de la Comisión Protocolo de la entidad de técnicos autoconvocados, que también efectuaron un relevamiento del sector.
Del casting al alquiler de equipos, los cambios de vestuario y la separación entre cuerpos, todo deberá adaptarse a una nueva normalidad. Contar el mundo requerirá de guiones adaptables que articulen tramas y personajes. Pero no olvidemos que ya en 1999 el actor Oliver Reed se murió en medio del rodaje de Gladiador y Ridley Scott terminó la película con fotogramas. A falta de emociones físicas, todavía se podrán generar escenas virtuales de amor pospandémico.