El coleccionismo como acto poético
Adquirir una obra de arte. BAphoto organizó una charla sobre el tema con Julio Crivelli. La pandemia producirá fuertes cambios en el arte, dijo.
¿Cómo será ser coleccionista después de la pandemia? ¿Puede haber telecoleccionismo? ¿El coleccionista es un artista? ¿Qué es, qué significa adquirir una obra de arte? Esas buenas preguntas, formuladas con mayor elegancia por el artista Gabriel Valansi, pueden esperar buenas respuestas si quien las contesta es Julio César Crivelli, presidente de Amigos del Bellas Artes desde 2017 y coleccionista desde hace décadas. Fue lo que ocurrió, en beneficio del centenar de asistentes vía Zoom, durante el diálogo entre ambos organizado el sábado pasado por BAphoto y presentado por el presidente de la feria de fotografía, Diego Costa Peuser.
La conversación –el Live Talk #8 de BAphoto, ciclo de los sábados por donde ya pasaron entre otros, Gabriela Rangel, Joan Foncuberta y Ella Fontanals-Cisneros, entre otros–, excedió los límites del coleccionismo en fotografía y derivó por temas como el amor, la metáfora, la pasión, lo presencial vs. lo virtual, la crisis de Occidente y la incertidumbre sobre el futuro del mundo y de la cultura. Se habló, desde luego, de comprar obras de arte, pero no se mencionó nunca ningún valor, ninguna cifra en dólares (ni mucho menos en pesos), salvo para ponderar las habilidades de otros coleccionistas que, como Jorge Helft, alguna vez “descubrieron” y compraron por 250 dólares una obra de De la Vega cuando de él nadie compraba nada, acierto que repitió muchas veces con obras de otros artistas que luego también fueron grandes y multiplicaron sus cotizaciones. “Hay coleccionistas descubridores. Tienen un don que yo no tengo. Yo no soy un descubridor”, explicó Crivelli sin lamentarlo.
Admitió luego que un coleccionista puede de alguna manera ser un artista. “Apartemos –propuso– el coleccionismo que se hace para ganar valor, que yo respeto como cualquier actividad comercial. Pero esto es otra cosa. El coleccionismo tiene relación con una poética interna que puede ser más o menos explícita. Cuando algo nos entusiasma o nos emociona, muchas veces deseamos poseerlo. Pero atrás de eso existe una especie de poética parásita, que el coleccionista construye a partir de una poética de otros. Hay un deseo interno de expresión que se hace a partir de las expresiones de otros. Entonces una colección en sí misma es un acto poético”.
Para Crivelli, en la compra de una obra, en el acto de poseerla, hay una relación pasional compleja. Porque la emoción artística, dijo, es misteriosa como la del amor. “Ocurre, no es algo que podamos inducir. ‘Art happens’, decía James Whistler. Y la compra, el acto de poseer, es entonces un acto pasional. Cuando eso está ausente, cuando uno compra porque lo convencen, ese acto tiene menos característica poética”, sentenció.
El coleccionista consideró que el arte viene en un proceso de democratización desde la Revolución Francesa. Hasta entonces, recordó, las colecciones eran de los reyes. “Napoleón funda el Louvre –dijo– y hace el primer museo popular del mundo. Los museos son democratizaciones del arte, toda la gente puede ir y disfrutar de las obras de arte que antes tenían sólo los nobles o los reyes. El 70% del Prado es una donación de la corona de España. Antes los españoles no la veían. En este proceso de democratización del arte después viene el arte burgués, y hace falta tener dinero para ser coleccionista. Y probablemente ahora venga más democratización, este proceso sigue y se intensifica a través de las redes. El arte va a vivir una transformación muy poderosa. Pero la materialidad va a convivir con el arte online. No se puede poseer el arte online, uno necesita tener, de manera muy primitiva, tocar, tenerlo en la pared, es parecido al amor, no se puede amar online”.