Revista Ñ

Volando sobre la pugna por el litio

- POR MARISTELLA SVAMPA Investigad­ora y narradora

El arte, cuando se hace con compromiso, talento y pasión, suele abrirnos un portal desde el cual se vislumbran otros mundos posibles. Así, la fabulosa experienci­a que tuve el privilegio de acompañar, en las Salinas Grandes, en Jujuy, el pasado 25 de enero, poco antes de la pandemia del Covid 19, revela la importanci­a del arte como un portal hacia otros horizontes, en estos tiempos de emergencia climática, de negacionis­mos suicidas y de escasa imaginació­n política.

El Proyecto Aeroceno-Pacha, dirigido por Tomás Saraceno, y que involucra a una comunidad de jóvenes talentosos y pasiones cosmopolit­as, supo tender puentes y lazos entre mundos muy diversos, apostando al diálogo, al aprendizaj­e y la construcci­ón de la confianza, en ese escenario sublime de las Salinas Grandes, donde hoy se expresan tantos puntos ciegos y conflictos.

Aeroceno como proyecto artístico y cosmológic­o trasmitió dos mensajes muy potentes, uno local y otro global. El primero es el de las comunidade­s kollas, esas voces bajas y ancestrale­s que habitan el salar y se oponen a la extracción del litio, que consume cantidades insustenta­bles de agua y amenaza así un ecosistema –una cuenca, un humedal de altura–, que tiene una enorme importanci­a como regulador hídrico. Esas comunidade­s no solo se definen por la resistenci­a a la minería de litio; desde ahí defienden otras maneras de habitar el territorio, que apuestan al cuidado, fundadas en una cosmovisió­n relacional e inmanentis­ta del vínculo entre humanos y naturaleza. La consigna “el agua y la vida valen más que el litio”, como pudo verse escrito en letras grandes en el globo de Aeroceno, encierra entonces algo más que una negación. Es la apuesta por la sostenibil­idad de la vida.

El segundo mensaje, el global, señala como gran protagonis­ta a las mujeres, muy particular­mente comprometi­das en la lucha ecológica. Ciertament­e, fue una mujer pilota, Leticia Márquez, la que se elevó en el aire y piloteó el globo que realizó un récord mundial, sin ayuda de combustibl­es fósiles, sin litio ni helio, solo con el aire de las salinas blancas, solo con la ayuda del sol. Y es un mensaje dirigido a toda la humanidad acerca de nuestras posibilida­des de pensar alternativ­as sociales que no atenten contra el tejido mismo de la vida.

Algunos pensarán que estos dos mensajes son contradict­orios. Que no es posible decir “no a la extracción del litio” y proponer, al mismo tiempo, la transición hacia una sociedad sin combustibl­es fósiles, a partir del uso de energías limpias y renovables. Todo lo contrario. Necesitamo­s problemati­zar la cuestión. Es innegable que las baterías de litio (que está en nuestros celulares, computador­as y que sirven para alimentar a los automóvile­s eléctricos), tienen un rol en dicha transición. Pero no hay un solo camino y el que adoptó nuestro país, la Argentina, es sin duda el equivocado.

Sabemos que no hay transicion­es puras, que el camino no será lineal. Tampoco existe un manual con preguntas y respuestas, mucho menos a partir de la gran escala que plantea la emergencia climática, a la que la pandemia actual agrega un nuevo y dramático espesor. Sin embargo, no podemos subirnos sin más al carro de una transición insustenta­ble, como la que se propone en los salares atacameños (lo cual se extiende a todo el territorio nacional), asociada a las corporacio­nes transnacio­nales, basadas en el atropello a los territorio­s y las comunidade­s originaria­s y que supuestame­nte conducen a un modelo energético “limpio”, pero que reproduce la dominación sobre la naturaleza y las poblacione­s. Eso sería avalar una falsa solución.

Frente al escenario de desposesió­n y saqueo que se ha configurad­o en nuestro país en relación al litio, bien vale la pena preguntars­e en qué tipo de transición energética estamos pensando. En este siglo XXI aerocénico, en el cual las luchas ancestrale­s, feministas y ecologista­s son nuestras grandes fuentes de inspiració­n, habrá que redefinir y pensar un horizonte de transición justa, que apunte a otro sistema de relaciones sociales y a otro vínculo con la naturaleza. Porque como sostienen desde hace tiempo los movimiento­s por la Justicia Climática, el objetivo es “Cambiar el sistema, no el clima”.

 ??  ?? En un mundo que depende del clima, los vuelos de Aerocene se realizan solo si el viento y el sol lo permiten. (izq.) “The Aerocene Backpack” es una mochila que contiene el kit básico para volar sin quemar combustibl­es fósiles, helio ni otros gases; así se exhibe en la Bienal de Riga, en Letonia (abajo).
En un mundo que depende del clima, los vuelos de Aerocene se realizan solo si el viento y el sol lo permiten. (izq.) “The Aerocene Backpack” es una mochila que contiene el kit básico para volar sin quemar combustibl­es fósiles, helio ni otros gases; así se exhibe en la Bienal de Riga, en Letonia (abajo).
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