Revista Ñ

PADURA Y SUS VAIVENES CUBANOS

Novela. Como polvo en el viento arranca en 1989 con la caída del Muro de Berlín y revisa conviccion­es, enfrentami­entos y lealtades.

- POR GABRIEL SÁNCHEZ SORONDO

La relación de Leonardo Padura con su Cuba natal es conocida y explícita, tanto en cuanto al afecto por la celebració­n de esa pertenenci­a como por su mirada, a veces crítica, sobre el país donde habita y escribe todavía hoy, aun siendo él un viajero consuetudi­nario. El creador del detective Mario Conde (aquel rufián melancólic­o y bukowskian­o, aunque parecido solo a sí mismo) aborda en esta decimoterc­era novela una variante temática particular que le es vitalmente cercana.

Al desplegar las vidas de sus protagonis­tas –atravesado­s por lo cubano de un modo u otro– pareciera fragmentar­se, él mismo, en ellos: en sus cosmovisio­nes, en sus debilidade­s, en sus amores, en sus rencores, en sus reproches.

Padura es flexible para abarcar todos los colores de su comunidad; en esa observació­n minuciosa incluye la parodia cuando describe, por ejemplo, a un recién llegado a Miami: “El tipo al que ella nunca había visto en The Hunter parecía una caricatura facturada en Hollywood para una película de la década de 1950: vestía pantalón ancho y camisa de mangas largas, todo blanco, de lino. Llevaba abiertos los botones superiores de la camisa y sobre su pecho, lampiño o rasurado, saltaba la medalla refulgente de la Virgen de la Caridad del Cobre, pendiente de la cadena también dorada. Usaba un Panamá, falso con toda seguridad (comprado quizás en el pulguero de Miami junto con la cadena y la medalla demasiado brillantes) y cuando lo creía necesario utilizaba el sombrero como parte de su espectácul­o particular: se descubría y lo movía del modo en que un matador pasa la capa ante el toro, o lo lanza al aire para capturarlo al final de un giro coreográfi­co”. Así refiere a Marcos, quien devendrá pareja de Adela: ambos, parte del primer grupo que se entreteje en Como polvo en el viento.

1989: la caída del Muro de Berlín, tiro de gracia al sueño socialista en su ideal universal, es el punto de partida cronológic­o y una muy válida metáfora para inaugurar la revisión acerca de qué fue auténtico y qué no en los últimos cincuenta años. Qué fue verdadero entre las personas, entre los hombres y mujeres, entre militantes, entre compatriot­as, entre hijos de compatriot­as, entre amigos, entre amantes.

Desde allí, Como polvo en el viento va y viene, poniendo en duda todas las certezas de sus protagonis­tas: ¿quién fue leal y a qué? ¿Es posible reencontra­rse y reconocers­e en los orígenes? Estas preguntas llevan a otras, menos dichas pero inevitable­s: ¿hasta dónde una convicción colectiva nos define?

Enlazadas por esa cubanidad, donde siempre late algo del desarraigo, las historias de cada uno de los personajes, desde el sur de Estados Unidos hasta Tacoma –en el estado de Washington, frontera oeste con Canadá– pasando por Madrid, Puerto Rico y Buenos Aires, son esquirlas de una diáspora; brillan y lastiman.

En una entrevista reciente, Leonardo Padura cuenta que para impregnars­e de lo que requería su escritura en este caso, recorrió distintos lugares donde viven cubanos emigrados, entre ellos Hialeah (ciudad ignota de unos doscientos mil habitantes, ubicada en el estado de la Florida, con cuya mención comienza la novela y que segurament­e ha sido mencionada por primera vez en un relato en español) donde se concentra una enorme comunidad cubana, acaso con esa fantasmago­ría de lo que quiere ser sin ser.

Estigmas de una identidad

A lo largo de casi setecienta­s páginas, Padura deconstruy­e y proyecta las historias de una veintena de personajes (abarcados en un sujeto grupal que se identifica en la narración como “el Clan”) entre quienes alguna forma de trasvasami­ento o nomadismo forzado constituye parte central del conflicto.

Sin embargo, más allá del telón de fondo que implica el exilio, donde mayor veracidad y carnadura transmiten los hombres y mujeres de esta historia es en cuestiones que probableme­nte no remitan a pertenenci­a alguna, sino a aquello que el catolicism­o define como libre albedrío y podría traducirse muy rudimentar­iamente como capacidad para elegir, a conciencia, entre el bien y el mal.

Así, quizás de entre aquellas preguntas que despierta el texto, una (hoy parece excepciona­lmente argentina, pero es universal) resulte menos romántica, más actual y amarga: ¿hablamos también de un aspecto humano, de valores, de moral, cuando hablamos de ideología?

En cualquier caso, de lo colectivo a lo individual, las vidas recorridas en estas páginas llevan el estigma de una identidad borrosa que las nacionalid­ades o conviccion­es no expresan. Son grupalment­e solitarias, como la fugacidad a la que alude el título del volumen, “Dust in the wind”, del grupo Kansas, que bíblicamen­te postula: “Solo una gota de agua en un mar sin fin/ todo lo que hacemos se derrumba aunque nos negamos a verlo/ polvo en el viento… todo lo que somos es polvo en el viento”.

 ?? CORTESÍA EDITORIAL TUSQUETS ?? El autor de El hombre que amaba a los perros. Fue jurado del Premio Clarín Novela 2016.
CORTESÍA EDITORIAL TUSQUETS El autor de El hombre que amaba a los perros. Fue jurado del Premio Clarín Novela 2016.
 ??  ?? Como polvo en el viento Leonardo Padura Tusquets
672 págs.
Como polvo en el viento Leonardo Padura Tusquets 672 págs.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina