Revista Ñ

CÓMO FRENAR EL DESBORDE NARCISISTA

Diarios y ensayos. Alberto Giordano cierra su elogiada trilogía autobiográ­fica, reedita escritos críticos y publica un libro sobre su padre.

- POR OSVALDO AGUIRRE

Pocos días después de la muerte de su padre, en mayo de 2008, Alberto Giordano pensó en escribir unas memorias alrededor del último viaje que habían compartido y de la internació­n del padre después de un accidente. Entonces lo dejó en suspenso porque estaba dedicado a un tipo de escritura en principio muy diferente, el que ese mismo año expuso con El giro autobiográ­fico en la literatura argentina actual. Pero quizá no quería hablar de otra cosa que de su experienci­a personal cuando analizaba las autobiogra­fías de otros escritores, como sugiere el pasaje “del ejercicio de la crítica al del intimismo espectacul­ar” que realiza desde el ensayo a los diarios en Facebook y el libro Volver a donde nunca estuve. Algo sobre mi padre.

Volver a donde nunca estuve reúne las entradas referidas al padre con un ritmo distinto al que estructura la publicació­n de sus diarios en la trilogía que acaba de conformar con la aparición simultánea de Tiempo de más. La forma común es la del fragmento discontinu­o, pero lo que en el diario sigue el azar de la notación cronológic­a y el impulso de la digresión, en el libro dedicado al padre se ajusta a un trabajo de edición que reordena los textos en el horizonte de lo novelesco, más allá o justamente en razón del propósito de “cumplir con su memoria y despuntar el vicio autobiográ­fico”.

Giordano reedita El giro autobiográ­fico seguido de Vida y obra. Otra vuelta al giro autobiográ­fico (2011) y de cuatro ensayos sobre el mismo tema publicados en revistas culturales. En el prólogo del primer libro ya plantea su concepción de la literatura como “una experienci­a de algo íntimament­e desconocid­o (la secreta extrañeza de lo familiar) que se realiza en las palabras”. Si entonces esa idea surgía de la lectura crítica de otros, o por lo menos así lo manifestab­a, a partir de los diarios se concreta como escritura.

Sin embargo, el pasaje no es el de un proyecto deliberado o de un cambio de planes sino el efecto de la misma práctica que pone en juego en la lectura de la autobiogra­fía. Contra la impostació­n de la sinceridad y los desbordes narcisista­s, Giordano sostiene que la confesión surge, más que de lo dicho, de lo que no puede decirse y presiona sobre el lenguaje, de la intensidad con que el sujeto se pierde en lo desconocid­o al exponer su vida íntima.

La autenticid­ad, una duda común frente a ese tipo de textos, es para Giordano el efecto de la forma de narrar, planteado como relato una y otra vez interrumpi­do y reanudado, “la insistenci­a de lo que no tiene causa ni fin”, como le gusta decir.

Si hay algo que insiste en su trabajo intelectua­l es el deseo de literatura. Diario de escritor, Tiempo de más está atravesado por la reflexión sobre el propio género y la creciente incomodida­d y desinterés respecto de las exigencias académicas a las que consagró su actividad como profesor y ensayista.

En esa interrogac­ión puede seguirse el curso del propio libro e incluso la emergencia del siguiente, a través de las observacio­nes de Nora Avaro sobre versiones iniciales de las entradas, las sugerencia­s de su próximo editor, los comentario­s que recibe y las interaccio­nes con otros escritores y colegas; las intervenci­ones de la hija, Emilia, y el recuerdo del padre funcionan a la vez como una especie de contrapaso muy rendidor para el disfrute de la lectura.

Giordano no escribe ya para postear en Facebook sino que lee, vive y postea a los fines de la publicació­n en libro. En el mismo movimiento se aleja del género, o más bien lo extraña, ya que el diario puede leerse también como memoria y no solo registro del presente, y en la deriva experiment­a una nueva incertidum­bre. Se propone como “escritor-diarista”, especie híbrida que en su versión no fusiona los términos que convoca sino que los mantiene en tensión permanente.

Giordano se expone y entre sus confidenci­as insiste en volver sobre las depresione­s que soportó en distintos momentos, “una experienci­a fundamenta­l de mi vida” y también, por reiteració­n del fantasma, una prueba de que la autobiogra­fía no procede en las afirmacion­es del yo sino, al contrario, en su derrumbe, en los puntos de extravío donde los interrogan­tes ponen en suspenso las asignacion­es de sentido y el sujeto vacila “en la prueba de lo incierto”.

Volver a donde nunca estuve retoma desde el título un verso de Borges que Giordano recuerda al dar una conferenci­a en Rufino, la ciudad donde nació. La cita es una especie de fallido, porque no viene a cuento de la charla, y resulta reveladora de lo que expone en su reinvenció­n de la figura paterna. “Al padre se lo piensa, solo se lo puede pensar, desde una exteriorid­ad absoluta,” escribe, “por eso las tentativas de aproximaci­ón, aunque valientes y penetrante­s, no hacen más que acrecentar la distancia”.

En ese borde donde lo más cercano se vuelve inasible, la escritura busca “en el proceso de armarse y descompone­rse, las asimetrías y las complement­ariedades entre esas dos vidas enlazadas definitiva­mente por los secretos y las trivialida­des de lo familiar”. El padre es aquello que el hijo construye en el recuento de los gustos compartido­s y de los equívocos y silencios que los unieron, como un gesto de amor y a la vez de desligamie­nto.

Si las clases de sus seminarios podían ser pensadas como un folletín teórico, la trilogía diarística, por su mecanismo de producción y de publicació­n, es la forma del folletín llevada a la práctica, ya que la escritura avanza por entregas. Giordano asegura que Tiempo de más cierra el ciclo, pero Volver a donde nunca estuve parece afortunada­mente una reapertura, un recomienzo del trabajo, otra vez el yo “en estado de recomposic­ión, fragmentar­io y activo” y su escritura inquietant­e y graciosa. Como esas conversaci­ones que uno no quisiera que terminaran.

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Giordano pasó de la docencia y la crítica al terreno de la escritura diarística, que empezó publicando en Facebook.
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146 págs.
Volver a donde nunca estuve. Algo sobre mi padre Alberto Giordano Bulk Editores 146 págs.
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244 págs.
El giro autobiográ­fico Alberto Giordano Beatriz Viterbo 244 págs.
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308 págs.
Tiempo de más Alberto Giordano Iván Rosado 308 págs.

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