Para que todo termine en un libro
Ensayo. La cualidad portátil de todo texto nació con los papiros y el ebook se parece a un pergamino actualizado.
¿Es el libro la máquina más perfecta? Leer El libro expandido de la poeta, artista y docente Amaranth Borsuk lleva, directamente, a enunciar esta pregunta. Y no se trata de un cuestionamiento que funciona como un anzuelo para poder romantizar un objeto y darle entidad de fetiche elevado, sino que el planteo es literal: cuestiona a un dispositivo que acompañó, de distintas maneras y revistiendo múltiples niveles de sentido, el devenir histórico, sumándose al desarrollo del conocimiento de la humanidad a todo nivel.
Borsuk retoma lo que dijo el poeta Stéphane Mallarmé en su ensayo “El libro como instrumento espiritual”: “Todo lo que existe en este mundo tiene el propósito de terminar siendo un libro”. Ahora bien, ¿cómo contener todo lo referido a la existencia? ¿De qué está hecho un recipiente de estas características? En principio hay que hacer una diferencia determinante: el libro no es el texto. Desde esa pista de despegue se puede pensar el libro como un artefacto que fue encontrando su forma (siempre provisoria) a medida que iban pasando los almanaques y se iban acumulando los avances tecnológicos.
Borsuk entiende que para que los textos puedan tener su alcance y su trascendencia, en los ojos preparados y dispuestos, las plataformas deben contenerlos y crear relevancia. Hay un diálogo ahí, entre libro y texto, que debe ser visibilizado. Esta obra propone, desde un comienzo, esta discusión. Pero también se presenta otra problemática: ¿qué es, antes y después de todo, un libro? Explica la autora: “La interacción humana con la lengua y la literatura requiere de determinadas experiencias de lectura portátil. No es extraño que el libro crezca y cambie con nosotros.”
Para comprender esta abstracción, Borsuk hace un recorrido histórico desde las tablillas de arcilla surgidas en Sumeria (hoy Irak) alrededor del año 3.500 A.C., hasta llegar a los ebooks, pasando por los distintos soportes (papiro, rollo de bambú, pergamino, papel de cáñamo, códice) para arribar a la creación de la imprenta de Gutenberg (1450), y desde ahí comprender mejor nuestra era. Y este viaje sirve para vislumbrar, además, los esfuerzos para tener un territorio donde depositar esas creaciones (los textos) que excedían el marco de la utilización meramente comunicacional ya que, como es sabido, la escritura nace con el único fin de asentar información económica. Dato atractivo: la primera persona que utilizó la escritura para hacer literatura (año 2.300 A.C) fue una mujer, Enheduanna, y escribió poesía: La exaltación de Inanna.
De este modo, El libro expandido muestra la evolución con tuvo el ser humano con la palabra, el lenguaje, la escritura y la utilización de piezas manuales de su entorno para darle un valor cada vez más amplio a esa tensión. Y es acá donde puede verse, también, una lucha de clases: de un saber para pocos con poder, a una democratización de los saberes.
Deleuze se preguntó alguna vez: ¿Qué puede un cuerpo? Vale la pena hacer una intervención y decir: ¿Qué puede, al final, un libro? Y en este artefacto intervienen muchas disciplinas: diseño de imagen, tipografía, disposición del texto en la página, etc. Son muchos factores los que definen la relación de quienes leen con esa tecnología llamada libro. Y Borsuk intenta reflejar una idea más: la forma en la que se fue transformando y a la vez subrayar las vinculaciones de las nuevas tecnologías (ebook) con algunas muy antiguas, como el pergamino.