Canciones que lleva el que viaja
Poesía. Se publica la obra reunida de Jorge Boccanera, algunos de cuyos textos fueron musicalizados por Silvio Rodríguez y Litto Nebbia.
Con solo revisar velozmente las casi 600 páginas de la poesía reunida de Jorge Boccanera es posible descubrir los indicios de un vasto recorrido. En efecto, cada uno de los títulos que encabezan los once libros que componen esta Suma poética está datado con el lugar de origen de su primera edición: Lima, Perú; La Habana, Cuba; San José, Costa Rica; Buenos Aires; México; Madrid.
Esta curiosidad, que podría parecer aleatoria, se entronca directamente con lo que fogonea la poesía del autor: la experiencia del viaje, de los descubrimientos, las ciudades, el exilio, los encuentros y los desencuentros, lo extranjero como patria: “No canto porque sí, / yo busco un mundo otro. / Yo no enumero la cristalería, / quiero hacerla pedazos.”
Nacido en 1952 en Ingeniero White, un puerto de ultramar y horizontes abiertos cercano a Bahía Blanca, lugar donde se inicia ese periplo que nunca olvidará la impronta del origen, Jorge Boccanera –que hace unos meses recibió en el premio de Poesía José Lezama Lima, otorgado por Casa de las Américas en Cuba– partió rumbo al exilió en México, previo peregrinaje por Perú, Ecuador y otras ciudades, después del golpe militar de 1976. Dedicándose al trabajo periodístico y paralelamente a la poesía, publicó su primer libro, Los espantapájaros suicidas en 1974, y fue amigo de Ernesto Cardenal, Julio Cortázar y Roberto Bolaño, entre tantos otros escritores que vivieron esa especie de diáspora latinoamericana.
“La niña abre un baúl y una mano le hecha tierra / en los ojos. / Ella dice: ¡Qué hermoso paisaje!”. Como ese polvo mágico que la Sordomuda (personaje símbolo del libro homónimo de 1991) le echa en cara al lector, la poesía es para Boccanera esa transacción desmesurada “que te muestra la lengua por solo una moneda. / La lengua está vacía. / La moneda tiene que ser de oro”.
Imágenes veloces, contundentes, de una oblicua raigambre surrealista, pero donde se entraman resonancias de distintas vertientes: desde la intimidad histórica de un Juan Gelman hasta la antipoesía de un Nicanor Parra, si no fuese porque lo que en verdad importa es la amalgama singular que esta poesía construye.
La memoria es una gran cantera de donde sale todo: partes de guerra, arengas, un hambre de futuro, un ansia histórica que hoy nos puede sonar distante; pero a la vez postales melancólicas, poemas de preguntas y silencio, amores pasajeros, erotismo.
Una sed de nombrar y de ver, una avidez de comunicar, empujan la pulsión cosmopolita donde a veces aparece el deseo de huir (de la ciudad, la rutina, del sí mismo) como necesidad de encarnar ese sujeto múltiple, hecho con la experiencia del camino y la orfandad.
Por medio de una respiración tan precisa como musical, la voz de estos poemas asume su lugar de enunciación sin ocultarse, con vigorosidad. La mujer –una mujer que ya no existe- es uno de los tópicos que recorre la obra, y que de libro a libro va mutando, una mujer plausible de cantarse, de celebrarse, de objetivarse como territorio. Y también el reflejo de las luchas históricas, de pueblos y culturas marginadas, como la de los afroamericanos en el libro Contraseña (1976) que están hoy más vigentes que nunca.
Tráfico/Estiba reúne los libros de Boccanera publicados desde 1973 hasta 2016 editados en doce países latinoamericanos y en Francia, España e Italia. Sus títulos: Los espantapájaros suicidas, Noticias de una mujer cualquiera, Contraseña, Música de fagot y piernas de Victoria, Poemas del tamaño de una naranja, Los ojos del pájaro quemado, Polvo para morder, Sordomuda, Bestias en un hotel de paso, Palma Real y Monólogo del necio. Además del apartado La poesía es un mal necesario, con poemas de Boccanera que fueron musicalizados por Alejandro del Prado, Litto Nebbia, Raúl Carnota y Silvio Rodríguez, entre otros.