Hacer de una cocina un avión
En diálogo con Hernán Fretto. Es diseñador de interiores de ambulancias y nunca pudo adivinar su protagonismo actual. También proyectó mobiliario y un sofá desarmable que cita la trompa del legendario auto Torino.
Ni en sus sueños más salvajes de impacto y relevancia social habrá podido imaginar la estelaridad que tendrían sus diseños de interiores de ambulancias. Quizá lo inspiró una corazonada de que podía llegar a brindar una servicio necesario. La pandemia se encargó de darle la razón. Y es que Hernán Fretto se especializa en diseñar ambulancias.
Egresó como diseñador industrial de la Universidad de Buenos Aires y se especializó en mobiliario. Es además investigador y docente universitario y muchos de sus diseños en varias universidades argentinas y del exterior. Varios de sus trabajos recibieron premios en la última década y uno de sus emblemas es el Torino, un sofá funcional desarmable, con estructura metálica de inspiración italiana, que homenajea la trompa del legendario auto pistero argentino, que la Kaiser empezó a fabricar en 1966. El estudio de diseño Dos26 vuelve a fabricarlo, después de unos años discontinuado.
Antes de que sonaran tantas sirenas, en 2012, Fretto comenzó a especializarse en diseño de vehículos comerciales, entre ellos, en equipamientos modulares para flotas de ambulancias a pedido de por Colcar Merbus y Mercedes Benz. Son esos los vehículos que usa el SAME.
“Sí, en esta época de pandemia nuestro trabajo en relación al diseño de ambulancias ha sido puesto a prueba”, afirma Fretto, de 44 años. “El desafío es crear objetos que no sean solo paliativos sino que perduren más allá de este momento y sean aceptados y percibidos positivamente por los usuarios”, agrega.
Cuando comenzó a explorar los modelos, se encontró con ambulancias equipadas de modo rudimentario. Y es que en materia sanitaria, es común que se privilegie la utilidad de un objeto, sustrayéndolo de un detalle fundamental: sin usuarios, el diseño deja incompleto su círculo virtuoso. “Las ambulancias parecían contener mobiliario básico de cocina y yo creía que más bien debían ser vehículos tecnológicos, visualmente futuristas, más parecidos a los aviones”, enfatiza. ¿Por qué? Porque la clave, asegura, es lograr una emocionalidad positiva: “El paciente atraviesa una instancia crítica. Entonces debe sentir que está en un lugar seguro, de máxima asepsia y sofisticación tecnológica”.
El equipamiento modular implica algunas veces diseñar no solo el interior de un vehículo sino también la carrocería. En el caso de la Ambulancia Furgón Sprinter (utilizadas por el SAME Provincial), el diseñador creó un sistema modular que se adapta a grados crecientes de complejidad: básica (de traslado), media (unidad coronaria) y alta (unidad de terapia intensiva).
Fretto enfatiza el valor de la ergonomía; esto es, un estudio profundo del impacto del producto en los usos cotidianos, para que los objetos se adapten a las personas y no al revés. “Para el diseño y la creación de prototipos, debimos investigar mucho respecto a tecnología y materiales aplicados. Además, le prestamos una atención muy específica al componente emocional pensando en dos usuarios: médicos y pacientes”, explica. “La persona que viaja en una ambulancia debe sentirse segura y contenida. Lo mismo ocurre con los acompañantes. Hablando con muchos profesionales de la salud, entendí la importancia de que un paciente viaje acompañado por un familiar cuando es trasladado. Debe estar al alcance de su mano y su vista”, agrega.
El desafío, además, fue desarrollar soluciones creativas para trabajar con materias livianas, resistentes, capaces de ser ensambladas sin la necesidad de apelar a excesiva mano de obra, y que puedan ser sanitizadas con rapidez. A la vez, para la zona externa, utiliza paneles de fibra de vidrio similares a los que usa la industria aeronáutica, con aireación térmica y acústica.
Fretto calcula que ya han realizado el diseño de unas dos mil ambulancias, por las que fue premiado varias veces, con el Sello del Buen Diseño (SBD), del Ministerio de Industria, y el Primer Premio en la Bienal de Diseño UBA-Fadu en 2013. Este año su proyecto de Ambulancia Modular para el SAME CABA fue seleccionado por la Bienal Iberoamericana de Diseño.
“Pensar en el factor ergonómico y emocional, además del funcional, es indispensable. En este momento tenemos que reformular los espacios que habitamos e incluso, la ropa que vestimos. El diseño debe brindar soluciones que enfaticen los valores positivos; o sea, que las personas se sientan a gusto, con ganas de usarlos más allá del deber”, sostiene. Y cierra con la evolución de los uniformes de trabajo, más livianos y resistentes, y las formas amables que asumen ciertos accesorios, como cascos o anteojos de protección. tina, realizaron una de las campañas de insumos más importante.
A ellos se sumó una legión de otros ejemplos y colectivos de diseñadores industriales con reconocida trayectoria, como el grupo liderado por José Domínguez, pero que por la pandemia se encontraba en el país. También quienes se ocuparon y ocupan de desarrollos aún más sofisticados, como profesionales de la Universidad de Buenos Airea, creadores del proyecto Acra, que acaba de recibir una mención en la categoría “Diseño e Innovación” de la Bid-dimag 2020 (Bienal Iberoamericana de Diseño), organizada por la Fundación Diseño Madrid.
Un proyecto impulsado por un grupo de investigadores del Laboratorio de Fluidodinámica de la FIUBA, cuyo objetivo fue poner a disposición de las unidades de terapia intensiva un dispositivo que permita hacer frente a la situación de quedarse circunstancialmente sin respiradores. Para ello, desarrollaron un dispositivo robusto, que posibilita que un mismo respirador sea compartido por dos personas de manera segura. Si bien hay antecedentes de prácticas de ventilación dual rudimentaria con pacientes, al momento de iniciar este desarrollo no existían dispositivos que permitiesen lograr una ventilación autónoma para cada paciente. Esta iniciativa sumó de nuevo a diseñadores de trayectoria, como la directora de la carrera de diseño en la Fadu, Uba, Dolores Delucchi, y el profesor Tomás Benasso, entre otros.
Vale sumar, con esa jactancia argenta que tanto nos gusta, que fue el bahiense Nicolás García Mayor, radicado hace años en EE.UU., el creador de muchos de los refugios para Covid que se usaron en Nueva York. Sus unidades desplegables de polipropileno, aluminio y poliéster se arman en once minutos -y con solo dos operadores-, convirtiéndose en una vivienda pequeña equipada con lo indispensable (baño, mesa y camas) para acoger a diez personas de forma digna. Ese desarrollo fue su trabajo de tesis en la Universidad Nacional de la Plata, donde, sensibilizado por su historia personal (de familia numerosa, para poder estudiar tuvo que alojarse en un hospital abandonado que usaba como casa y taller), desarrolló refugios instantáneos aptos para desplazados o víctimas de catástrofes naturales.
Potente y oportuna, también, fue la iniciativa de la marca Designo Patagonia y de varios emprendimientos que relacionan el diseño a lo social. En el momento más crítico de la pandemia en el Sur, con poblaciones bloqueadas por las inusitadas nevadas de este invierno (otro de los flagelos, junto a los incendios, de 2020), Manuel Rapoport y Martín Sabattini se pusieron a recolectar esquíes en desuso, para fabricar trineos para pobladores aislados en la estepa. “Este año tuvimos nevadas muy fuertes; no pasó nada igual en treinta años, cuenta Rapoport. Quedaron aisladas zonas muy grandes de la Patagonia, desde Bariloche a Chubut, lo que hizo que los pobladores quedaran atrapados en sus casas y muchos inclusive (en general, personas mayores de 60 años) sin poder moverse para rescatar a sus ovejas. Este panorama desolador se replicó en toda la zona, por eso nos pareció crucial poder aportar desde nuestro saber hacer”.
Así fue como él, junto a otro diseñador de la región, Peter Schwarzbock, con quien venían pensando la creación de una organización apodada “Diseñadores sin Fronteras”, que reuniera a diseñadores de toda Latinoamérica interesados en el aspecto social del diseño, esta necesidad concreta les dio el envión para paliar el problema y crear este colectivo, nacido en tiempos de virus.
Por último, también en sintonía con el Covid, pero con mucho humor, nació una
línea de la marca de indumentaria Kostüme, de Camila Milessi y Emiliano Blanco, digno ejemplo del talento local. La cuarentena los agarró con la adrenalina alta, debido a su reciente colaboración para Adidas Originals en la BAFWeek, y crearon el Chino Kit, un set de pilotín, bolso y tapabocas para la única salida del día, el supermercado. “La idea fue ponerle a la situación un poco de humor”, cuenta Emiliano. “Así nació el Chino Kit en junio y recontra funcionó. A la gente le encantó. Abril nos hizo replantear la manera de producir y cómo continuar. Una de las medidas que tomamos fue lanzar esta línea con los atributos de la marca pero de venta online. Nos costó un mes entender cómo continuar, repensando la estructura del negocio. Enseguida empezamos a activar, armando cápsulas de productos y pasamos del enojo y la ira, a replantearnos cómo hacer las cosas”, detalla.
Acortar distancias
Eutopia, la pieza por la que en septiembre el salteño Francisco Gómez Paz recibió el Compasso d’oro, algo así como el Oscar al diseño internacional que entrega el Observatorio Permanente del Adi (Asociación para el Diseño Industrial) es un producto concebido con la meta de achicar distancias. “Nunca imaginé que la impresión 3D me permitiría volver a mis raíces -explicaba al recibir el premio-. Tomar la cuarta revolución industrial (la 4.0), la del movimiento Maker, y combinarla con mi visión de un diseño para lograr una silla que no es ni industrial ni artesanal, desde el diseñador al cliente, saltando a la industria o haciendo que las cosas sean posibles, que es lo necesario al Sur del mundo, no es una utopía, sino un ideal posible”.
Sin duda, otro de los cambios de paradigma que trajo consigo el virus, y que en este tema puede leerse en positivo, es que mientras todo nos distancia, la pandemia acercó el diseño en dos aspectos fundamentales: la comercialización y la formación profesional. Si la crisis del 2001 sirvió para la explosión del diseño de autor (en los 90 todo se basaba en la importación, que se cortó corralito mediante), esta vez el salto cualitativo para algunos profesionales fue la eliminación de intermediarios, circunstancia que los volcó al comercio online y el hallazgo de soluciones.
Tal el caso de los diseñadores industriales Carolina Worcel y Hernán Ohashi, creadores de la marca de mobiliario y juguetes para la primera infancia Nuyi. “Cuando arranca la cuarentena, nosotros estábamos con la tienda online funcionando, habiendo terminado de hacer fotos profesionales. Estábamos súper bien organizados. Las tiendas físicas cerraban y no tenían bien armadas sus tiendas virtuales para venta electrónica. Ahí nos hicimos fuertes, gracias al diseño de la página y las fotos”.
Con la pareja tipo en home office y en “modo padres” 24/7 con sus hijos, se hicieron más evidentes las necesidades de los chicos. Los primeros meses vendieron muchos combos de mesas y sillas. En medio de la cuarentena, lanzaron una hamaca antigolpes para interior, un éxito. En abril, el primer mes de la cuarentena, vendieron lo mismo que en Navidad, su mes más fuerte del año. Y este Día del Niño triplicaron las ventas de Navidad. “La venta online se basa en ganar la confianza del cliente -cuenta Ohashi-. Es vender a través de imágenes, algo que los diseñadores tenemos muy desarrollado. En el caso de NUYI, también trabajamos mucho sobre productos fáciles de fabricar; diseñamos hasta los procesos de uso, el armado, la logística. Con la pandemia se adelantaron años de desarrollo del comercio electrónico y es algo que vino para quedarse definitivamente. Muchas per