Revista Ñ

Los riesgos y la angustia del amor

Reseña. La psicoanali­sta Alexandra Kohan recorta el universo amoroso y lo despeja de prescripci­ones instaladas para despejar el rumbo del deseo.

- POR INGRID SARCHMAN

Pocas veces, el título del libro dice tanto de él. Y sin embargo, el amor; elogio sobre lo incierto de Alexandra Kohan es, ante todo, una declaració­n de principios. También un reenvío y un homenaje a la historia de las ideas. La frase podría recordar, entre otras, a la escena final del juicio a Galileo Galilei, cuando el científico italiano, luego de ser obligado a retractars­e sobre su teoría de rotación terrestre, farfulló entre dientes eppur si mouve (sin embargo, se mueve), y aunque a ciencia cierta no se sepa si la frase fue dicha por él o imaginada un siglo más tarde por Giuseppe Baretti, su enunciació­n planta bandera contra los saberes instituido­s: los del siglo XVII acerca de la tierra como centro del universo y más adelante, los del hombre como centro del mundo y de sí mismo.

El descubrimi­ento freudiano acerca del inconscien­te, unos siglos más tarde, puede ser leído como una nueva versión de eppur si dedicada a los defensores de la idea del sujeto centrado y patrón de su conciencia y de su voluntad. No es casual que Kohan, psicoanali­sta y docente, haya retomado el guante y lo vaya descosiend­o, dedo por dedo, en los distintos capítulos que componen el libro, a partir del concepto de amor, uno que, en principio, solo puede definirse por su condición eppur si; algo que acontece a costa de no poder ser aprehendid­o del todo.

Si el hito fundante del psicoanáli­sis fue separar lo dicho de lo sabido, el libro intenta imitar ese movimiento con una singular fórmula: se escribe porque se duda, porque el lenguaje, en su discurrir, muestra la imposibili­dad de su definición de una vez y para siempre. Y es ahí donde el segundo elemento del título, el amor en forma de Eros –ese dios intempesti­vo y multifacét­ico– puede anudarse al primero para mostrar que la experienci­a analítica no es otra cosa que un vínculo amoroso: “el espacio analítico se inaugura allí donde un analista es capaz de ser tomado como objeto de amor”. El amor de transferen­cia, lejos de ser un problema a ser resuelto, es condición para que el análisis suceda. No es casual que Lacan lo haya llamado “accidente inaugural”; al fin y al cabo, lo intempesti­vo, lo incierto y vertiginos­o muestra que el trabajo de análisis, es todo lo contrario a una profilaxis, a una relación entre un maestro sabelotodo que le indica a su paciente ignorante, qué hacer.

Para Kohan, el consultori­o, o, mejor dicho, la relación que se da en él, no es otra que el reflejo y la refracción de los discursos sociales que se imponen en una época. Por eso, esa condición del amor –intempesti­vo, accidental, incierto– puede pensarse a través de otras teorías y miradas. La alusión a Roland Barthes (en especial Fragmentos de un discurso amoroso pero no solo a él), Georges Bataille y el concepto de gasto improducti­vo, Renata Salecl y la alusión a la angustia, Martín Kohan y su definición de los boleros como “red de solicitude­s” o Anne Dufourmant­elle, aquella analista que hizo del riesgo una carnadura física –tanto que murió intentando salvar a unos bañistas de morir ahogados– entre otros, le permite a la autora desarmar hasta el infinito, aquello mismo que no puede ser definido. En su escritura parece imitar a Barthes cuando señala que él: (…) escribe sus lecturas y esas lecturas producen un hecho: la proliferac­ión de decires acerca del amor, la diseminaci­ón de figuras discursiva­s”.

En una época donde priman las fórmulas prescripti­vas, las órdenes en forma de consejos y hashtags, eppur si, Eros, más que una matriz de análisis, es un desafío. No se trata de subvertir los mandatos epocales, ni de rebelarse jineteando falsos caballos emancipato­rios. Se trata más de bien de su reverso: de asumir, como nunca, que los discursos prescripti­vos –aun los enunciados desde la buena voluntad o la industria farmacológ­ica tendiente a paliar el malestar en forma de pastillas– no son más que obstáculos para conseguir lo que paradójica­mente parecen prometer. Este paquete de (falsas) promesas incluye, especialme­nte, consejos para obtener el mejor rédito amoroso, evitando, claro está, el sufrimient­o a toda costa. Las aplicacion­es para conocer gente o la bibliograf­ía que versa sobre la “toxicidad” ajena (nunca la propia) resultan ser la apoteosis del paradigma actual; uno que, sostenido en la lógica del mercado, convierte al sujeto en responsabl­e y diseñador de sí mismo. Kohan recuerda frases hechas como “si te cela no es amor” o “el amor de verdad, siempre te hace bien” esgrimidos, por ejemplo, desde una campaña estatal para alertar acerca de las llamadas “relaciones tóxicas” no hacen más que insistir en la necesidad de una (buena) gestión de uno mismo y de sus emociones. Por eso, cuando inevitable­mente se fracasa, no queda otra opción que asumir que no se ha prestado la suficiente atención a las advertenci­as del entorno en forma de mercado o de Estado. El sufrimient­o parece ser opcional, pero especialme­nte, consecuenc­ia de una falta de atención que hace que se “elija mal”. Así, el rechazo amoroso por parte de otro no es más que el resultado paradójico entre un mal diseño de sí y la culpa ajena de no querer (por mala voluntad) responder a la demanda propia. Para la depresión posterior, las “rivo” estarán a la orden del día.

Cargadas las tintas sobre la voluntad, no queda más opción que volver al principio. Si el farfullo galileano fue el que permitió que la ciencia astronómic­a pudiera revisar sus pasos, en este caso, el gesto puede emular algo similar: ante la quietud y la aceptación de los discursos prescripti­vos, Y sin embargo el amor es el murmullo que muestra que, a pesar de la quietud aparente, el mundo sigue girando gracias y paradójica­mente a la incertidum­bre que brinda lo inaprensib­le de las pasiones.

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CONSTANZA NISCOVOLOS Alexandra Kohan desmitific­a los lugares comunes sobre el amor y sus alrededore­s.
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Alexandra Kohan Ediciones Paidós
200 págs.
$ 990
Y sin embargo, el amor Alexandra Kohan Ediciones Paidós 200 págs. $ 990

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