Revista Ñ

PARA SER JONI MITCHELL

Archivos. La música canadiense revela a la joven de los inicios en el folk, en su primer álbum retrospect­ivo. Hasta ahora inédito, abarca de 1963 a 1967.

- POR LUCIANO LAHITEAU

En algún punto de 1968, mientras David Crosby compartía una cena con amigos en Laurel Canyon, Joni Mitchell atravesó la puerta, tomó asiento y anunció que tenía una canción nueva. Consideran­do que Crosby había sido el productor artístico de Song to A Seagull (1968), el primer álbum de Mitchell, el auditorio celebró la noticia como el presagio de una secuela, aunque el anfitrión entrevió el desastre. En el documental Remember My Name (2018), Crosby recuerda la escena con la potencia de las pasiones juveniles: Mitchell tomando la guitarra, haciéndose a un lado la cabellera rubia, tocando “That Song About the Midway”, una pieza sobre un farsante de feria, un hombre incapaz de sostener con sus actos al personaje que proyecta sobre el escenario. El ex The Byrds supo que ese pobre tipo era él, pero se mantuvo en silencio. Entonces Joni terminó la canción, lo miró a los ojos con ira… y la volvió a cantar.

La anécdota señala las llagas mal disimulada­s del amor libre en la Era de Acuario, y el carácter implacable de Joni Mitchell. Mientras Crosby alardeaba del ménage à trois en “Triad” –tema que compuso para los Byrds antes de que lo echaran del grupo–, la mujer de la que decía estar enamorado le preguntaba: “¿Podés volar? Me han dicho que podés…”. El listón al nabo del año estaba asignado. Y también en ese pequeño acto Mitchell daba otro paso en dirección contraria a las alegorías fantasiosa­s que habían prendido como líquenes en la corteza de la cultura rock. El proceso de despelleja­miento sentimenta­l alcanzó pico a mediados de junio de 1971 con Blue, una obra maestra de brutal y abrumadora belleza, que tuvo que esperar a 2020 para que el resonante ránking de mejores álbumes de todos los tiempos de Rolling Stone la ubicara en un merecido tercer puesto.

Pero la transición que convirtió a Roberta Joan Anderson –la cantante folk de sangre irlandesa nacida en una región sioux de Canadá– en Joni Mitchell –una de las compositor­as más grandes de la música popular del siglo XX–, tomó más tiempo que el que puede ocupar una sobremesa y una ruptura. Joni Mitchell Archives - Vol.1: The Early Years (1963-1967), el primer boxset retrospect­ivo oficial de Mitchell, viene a esclarecer los comienzos de esa historia.

“Yo era como Thumper, de Bambi –le cuenta Mitchell a Cameron Crowe en una entrevista incluida en el boxset de cinco discos con grabacione­s caseras, tomas en vivo y actuacione­s en radio–. ‘Si no puedes decir nada agradable, no digas nada en absoluto’. Esa fue mi filosofía durante gran parte de mi juventud. Sin embargo, fui perdiendo la guía de Thumper a medida que crecía (risas)”. Razones no le faltaban: a los inviernos helados de Saskatoon, donde vio pasar la vida a través de su ventana enferma de polio, en el plot de Joan siguieron un embarazo no deseado, la angustia de tener que dar a su hija en adopción y el destierro familiar por vivir en el pecado. El episodio está famosament­e retratado por Joni en “Little Green”, canción que incluyó en Blue, pero como demuestra este primer volumen de archivos, ya formaba parte de su set a mediados de los 60: “Kelly Green”, se anima a cantar Mitchell ante un pequeño auditorio de desconocid­os que no sabe nada de la niña que llevaba ese nombre, y con quien finalmente se reencontró en 1997.

Siguió un matrimonio infeliz, del que al menos rescató el apellido. Chuck Mitchell la paseó por el circuito folk de Detroit y

Nueva York para secundarlo, sin advertir la magnitud de su genio. Recién se dio cuenta a fines de 1965: cuando le pidieron ayuda a dos músicos de Motown para transcribi­r lo que Joni componía por instinto, la mano de obra más calificada de la industria musical de Detroit tuvo que pedirle que lo explicara lento. “La escucharon y dijeron, ‘¡Ella es alguien fuera de lo común!’, le miraban las manos y le preguntaba­n ¿podés tocarla de nuevo?”, le dijo Chuck a la biógrafa Sheila Weller. Muchos años después, Joni dijo que, como muchos músicos del receloso circuito folk, Chuck poseía una “estupidez académica”.

Pero Joni Mitchell también fue implacable consigo misma. Por décadas renegó de sus años folk, y atacó a esa jovencita que versionaba a Woody Guthrie y entonaba “como una niña llena de helio” las viejas canciones que todo trovador debía conocer si quería subirse al escenario. En estos Archives hay pruebas suficiente­s para acusar a Mitchell de ensañamien­to con la joven Joan: desde el primer track, una toma casera de “The House Of The Rising Sun”, queda claro que Joni nunca se pareció a nadie. Ya estaba la mala hierba de una voz propia, y de una artista que tomaba con total seriedad el material que manipulaba y el público al que se dirigía. En una de las últimas entrevista­s que dio antes del aneurisma que sufrió en 2015 y del que todavía se recupera (perdió movilidad y habla, y a sus 77 años ya no escribe ni toca), Mitchell contó que no escuchaba sus discos pero que sabía que eran buenos. Se ponía entre Dylan y John Lennon, y solo envidiaba los genios de Duke Ellington y Erik Satie. Casi un lustro después, está dispuesta a mostrar con cierto orgullo las cintas de la chica de polleras de lana y ukelele que cantaba en los cafés de la bohemia folk y grababa cassettes para su madre.

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Joni Mitchell
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Esta primera entrega muestra el período previo al LP debut de la cantautora en 1968
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Joni Mitchell Archives Vol.1: The Early Years (1963-1967) Disponible en plataforma­s digitales

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