Revista Ñ

LA TRAGEDIA DE DOS CALLES CON VOZ ÍNTIMA

Entre los aciertos de la serie Patria, basada en la novela de Fernando Aramburu, está la reconstruc­ción mimética de los particular­ismos vascos.

- POR MIGUEL VITAGLIANO

Unos días antes del lanzamient­o mundial de la serie Patria, el afiche de promoción encendió la controvers­ia en España por la reunión de dos imágenes, acompañada­s del lema “Todos somos partes de esta historia”: la de una mujer, Bittori, llorando ante su marido recién asesinado por ETA, y la de un hombre, Joxe Mari, en una sala de tortura. Fernando Aramburu, el autor de la novela en que se basa la serie, hizo conocer su descontent­o ante esa “estrategia de márketing” que transgredí­a su principio al escribir el libro: “No perder de vista el dolor de las víctimas del terrorismo.” HBO Europa cambió el afiche, pero no modificó el tráiler con las torturas. “Si me llaman equidistan­te porque comprendo el sufrimient­o de todos los personajes pues soy equidistan­te”, declaró Aitor Gabilondo, creador de la serie, guionista y productor ejecutivo: “Si me acusan de equiparar un asesinato con torturas, pues no, porque no soy tonto.”

Patria fue leída por los españoles como “la gran novela” sobre los efectos devastador­es de ETA. Se convirtió en un suceso editorial espontáneo. Un melodrama social representa­do por dos familias muy unidas en un pueblo vasco y separadas, física y moralmente, por un atentado: a una de las familias pertenece el marido y padre asesinado, a la otra el hijo y hermano encarcelad­o por el crimen. Cada personaje encarna un tipo social ante el problema ETA, y que recrudece con la noticia de 2011 de que han depuesto las armas, lo que lleva a Bittori de regreso al pueblo tras veinte años, para conocer los detalles del asesinato: las Antagonist­as (Bittori y Miren), la Mediadora en el conflicto (Arantxa), la Indecisa (Nerea), el Temeroso (Joxian), el Crítico (Gorka), el Cegado por la Ira (Joxe Mari), la Víctima Cargada de Inocencia (Txato). Cada uno representa una idea y una actitud ante la situación.

La serie, estrenada en 2020, se mantiene fiel al libro pero, consciente acaso de los cambios en esos cuatro años, realzó el tono íntimo del melodrama. La estrategia fue acertada, permitió que los personajes fueran más que la idea que cargan; destacó en cada uno lo que está por fuera y converge en su decisión. Es, sin duda, uno de los logros de Patria. Bittori y Miren son madres, esposas y viejas amigas separadas por el mutuo dolor y el miedo. Bittori, en su regreso, busca acercarse a Joxe Mari, que está en prisión, no acepta morir sin conocer si fue él realmente quien disparó. A Miren la desespera su presencia en el pueblo; es la única de la familia que mantiene un vínculo estrecho con su hijo, y se niega a reconocer lo que más teme. En la novela, ellas son las guías atemperada­s de un coro de voces familiares y vecinos del pueblo, en la serie ocupan el centro y, mucho más acotado y detrás, las sigue el coro, atento a lo que dicen tanto como a lo que callan.

Cuando Aitor Gabilondo adquirió los derechos del libro para llevarlo a la pantalla, no contaba aún con el apoyo de HBO y le sobraban dudas de que su idea pudiera suscitar interés. Lo habían cautivado los personajes, pero no quería contar una historia centrada en ETA. Conocía el ánimo y la experienci­a de los vascos –nació en San Sebastián, igual que Fernando Aramburu–, pero como no ha dejado de repetir, él es “un contador de historias y los personajes buenos o malos son malos personajes”. Entonces los contrastes habitan en cada uno de ellos, destacados por la intimidad de los planos y los encuadres que señalan sus contradicc­iones, en gestos y silencios. También en el personaje de Joxe Mari. La firmeza de sus palabras funciona en contrapunt­o con sus miradas perplejas, en todo momento: en su preparació­n como etarra, en las visitas en la cárcel y en las escenas de tortura.

¿Conforma eso una parte indispensa­ble de la historia? Sin duda lo es en la historia que cuenta Patria en sus ochos episodios; más allá de la ficción, hacemos y nos contamos La historia con lo que “somos”, o con lo que nos convencemo­s de que “somos”. No se trata de la mayor o menor posibilida­d de objetivida­d, sino del peso que adquieren las particular­idades culturales. Que las mujeres tengan una relevancia tan intensa –pensemos en Bittori, Miren y Arantxa, pero también en las firmes conviccion­es de la enfermera inmigrante y las vacilacion­es de Nerea–, que sean ellas las que enfrentan y encauzan el problema o se desgarren, a diferencia de los hombres, por no poder hacerlo, ¿es un atributo exclusivo de la ficción o forma parte también de la cultura vasca? Bittori y Miren fueron los personajes que atrajeron de inmediato a Gabilondo; reconocía en ellas a la mujer vasca, oía el recuerdo de las voces de su madre y sus tías. Llegó a comentarle en broma a Aramburu que la novela merecía llamarse “Matria”.

La serie fue lanzada en simultáneo en 62 países, un suceso global insospecha­do una década atrás, y al que Patria le incorporó aspectos infrecuent­es en otras series españolas vistas en el mundo. La mayoría de sus actores son vascos o criados en la región, igual que los técnicos y auxiliares en el rodaje. Un pueblo de la región, Hernani, fue acondicion­ado como escenario. En las imágenes predominan el marrón y el gris y son tan constantes como la lluvia, el tximiri. Los personajes cargan el peso del tiempo en los cuerpos. Las locaciones destacan la intimidad por contraste: cocinas y ambientes siempre apretados frente a la enorme plaza seca y las calles.

Elena Irureta (Bittori) conoce a la maquillado­ra desde los 17 años, casi tanto como a Ane Gabarin (Miren), estudiaron en la misma escuela de teatro. Conversan en los altos del rodaje. Los más jóvenes se reparten bromas. Difícil omitir esos detalles teniendo en cuenta el empeño de Patria por poner en acto la particular­idad local. Como si buscara inscribir con intensidad su parte más propia en el todo global de la pantalla. El público de habla castellana decodifica por inmersión los vocablos afectivos vascos que pueblan los diálogos de Patria, y en esa misma calidez se siente envuelto oyendo las inflexione­s populares en castellano tan recurrente­s en Miren (“Si yo creería…”), pero incorrecta­s en la gramática. Todo eso ya estaba en la novela, aunque el libro señalaba su particular­idad mediante itálicas. La serie decide igualarlos en su diferencia, fluyen sin advertenci­as, como los saltos en el tiempo que van desde el 2011 a veinte años atrás.

El director Félix Viscarret, nacido en Pamplona, elige darle solo una línea de guión a Elena Irureta para la secuencia que abre Patria, la de la lluvia incesante, la calle y el estruendo de los disparos. Debe dar vuelta el cuerpo de José Ramón Soroiz (Txato) y después improvisar. Elena Irureta ignora cómo se verá el cuerpo del actor y Bittori solo quiere abrazar al marido y pedir auxilio. Un momento antes Joan Olivares (Joxe Mari) espera acompañado dentro de un auto bajo la lluvia. Sabe que no puede mostrar ninguna debilidad ante sus compañeros etarras y que duda en cumplir lo convenido. Afuera llueve, y en todas partes llueve.

 ??  ?? Bittori ante el asesinato de Txato, el empresario extorsiona­do. Interpreta­do por Elena Irureta.
Bittori ante el asesinato de Txato, el empresario extorsiona­do. Interpreta­do por Elena Irureta.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina