Por las calles de América Latina
El teatro en la calle en muchos países de América Latina tiene un formato de protesta. En Ciudad de México, el grupo Das Gheto Teatro realiza obras breves en los micros que unos meses atrás ocupaban los turistas. El público que ahora participa de esa excusión donde la calle se refleja en un espejo, está guiado por un actor que tiene alas de ángel. Varias instalaciones poéticas se suceden como bailes efímeros en plazas. Todo tiene una calma sutil, una huella que dejan y que queda registrada en una serie de videos y fotos. Terminan sus acciones con la frase: “Teatro presencial y esencial” en carteles o pancartas que esgrimen los integrantes de sus compañía que comparten como uniforme y distintivo unas remeras negras con la palabra “Resiste” en blanco. Sus producciones se sostienen gracias a numerosos aportes institucionales, lo que le permite a esta compañía dirigida por Agustín Meza lograr sostenibilidad, algo que no ocurre en las experiencias argentinas. Esta acción es también una respuesta y alternativa frente a las formas teatrales realizadas exclusivamente en plataformas.
En San Pablo varios grupos en torno al espacio Arte Pela Democracia realizan intervenciones perfomáticas frente a edificios públicos donde el barbijo es parte del vestuario. De este modo, las formas visuales coloridas y plásticas se acercan al manifiesto para señalar el estado de fragilidad del arte y también para discutir la falta de política sanitaria de Bolsonaro frente al Covid 19.
El Grupo de los Andes de Bolivia junto al Centro Juana Azurduy y el Teatro Animal realizaron en Sucre una instalación performática en memoria de las víctimas de femicidio en esa ciudad. Si bien contaban con los permisos y tomaron las medias de protección, la acción fue interrumpida por la policía que se apropio de la escena, del lugar dispuesto escenográficamente. El grupo los Andes viene realizando una actividad casi exclusivamente desde plataformas online. Instalarse en el espacio público siempre tiene una sustancia política.
En Chile, algunos festivales están incorporando los espectáculos al aire libre como parte de su programación. Así será el Festival Santiago Mil el próximo año, que tendrá una ocupación importante del espacio público. El lema será “Volver a encontrarnos” y en esta línea se reconoce la persistencia por reconquistar lo presencial como un elemento indispensable del teatro.
Pero tal vez la propuesta más original ocurrió en Uruguay en esta cuarentena. Durante los momentos más aciagos del confinamiento, la Kompanía Romanelli creó el ciclo Teatro en tu ventana. Este grupo que se especializa en teatro negro, dirigido por Martín López Romanelli, entendió que las ventanas y balcones de los edificios –el principal espacio doméstico que comunicaba con el afuera– podían ser un palco para sus escenas. Con su ropa negra, guantes y barbijos, la compañía se convertía en un grupo de salvataje anímico. En las puertas de los edificios y las casas realizaban por las noches funciones encantadas con sus trajes fosforescentes. Entre las ventanas que se encendían, se construía esa magia que surge a veces en la fatalidad. Ellos iban a buscar al público encerrado. La imagen se invertía.