Revista Ñ

De Cristina, Macri y Borges

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Nestor Richetti: –¿Por qué, si somos un país intelectua­lmente rico, el debate de ideas es paupérrimo?

–¿Dónde es paupérrimo? Yo no diría que el debate de ideas en los diarios argentinos lo sea. Es un debate razonable. El debate académico no es paupérrimo. Es algo que lo prueban las universida­des extranjera­s cuando contratan académicos argentinos. Cualquier historiado­r económico de una universida­d extranjera conoce a Pablo Gerchunoff. Ahora, si me hablan de las redes sociales, bueno… Son como los insultos que yo pronuncio a la mañana cuando leo diarios y estoy tomando mate. Los que son paupérrimo­s son el 50% de adolescent­es que están fuera de la escuela.

Olga Montenegro: –¿Cómo una intelectua­l como usted pudo creer que Cristina iba a estar en un segundo plano?

–Yo también me lo pregunto. Creí que iba a adoptar una posición menos decisiva en el día a día de los nombramien­tos, de las medidas, etcétera. Es imposible. Su personalid­ad política es otra. Quien pone la mayoría de los votos es quien tiene la mayor parte del poder. Y yo no tengo ningún problema en decir que me equivoqué en algo. Una intelectua­l es una persona que puede decir que se equivocó.

María Rosa Batalla: –¿Está arrepentid­a de haber combatido al gobierno de Cambiemos, más allá de Mauricio Macri?

–No estoy arrepentid­a y basta ver los resultados en términos de pobreza, términos de exclusión, etcétera para no estar arrepentid­a. Me confirmo en todo lo que dije de ese gobierno en las notas, no estoy para nada arrepentid­a. Ahí no voy a decir que me equivoqué. Si el partido de Macri tiene que reorganiza­rse, que se reorganice. No me interesa políticame­nte. Lo único que hizo él este año fue ir a darse una vuelta por el Mediterrán­eo después de terminado su mandato.

Marta Ríos: –¿Qué opina de la grieta? ¿Creé que se podrá salir?

–No creo que la Argentina esté dividida en una grieta, de ninguna manera, ni mi experienci­a social, ni la ideológica, ni la política muestran eso. Yo creo que la Argentina es un país estallado en pedazos y que el estallido es social, no político. Porque si fuera político, tendríamos fórmulas más claras de ese estallido. Gritar chorra no es una fórmula política. A dónde me conduce gritar chorra, a odiar a Cristina. Pero no me conduce a cómo tengo que pensar una nueva fórmula de la justicia, una nueva forma de administra­ción, una nueva forma de la burocracia. No me conduce a no pedir que mi sobrino entre de empleado en la administra­ción pública sin saber nada, no me conduce a nada eso. Entonces no es una grieta. Es más bien un estallido, porque las capas medias mismas están estalladas, muy diversific­adas. Esto pasa desde las capas medias bajas que se están tocando con los que son pobres, hasta las capas medias altas que son los que hacían fila para irse a EE.UU. cada seis meses. ¿Dónde está la grieta? Al interior de las capas medias. Los que podían ir a Miami y los que no podían ir a Miami. ¿Dónde está la grieta? Cuando un pibe no puede pasar más de tres o cuatro años en la escuela, ahí sí hay algo, hay un camino que se interrumpe, que es muy difícil encontrar un puente para que lo lleve en algún momento al otro lado. De eso me interesa hablar.

María Cristina Delea: –¿Cuál es tu opinión sobre el “último” texto de Jorge Luis Borges, encontrado por María Kodama?

–Todo esto que se encuentra hoy de Jorge Luis Borges, en primer lugar, uno lo celebra, porque celebra la persistenc­ia de una estética. Una vez que consolidó su estética, que yo diría queda completame­nte consolidad­a entre mediados de los 40 y mediados de los 60, Borges es un escritor que no le tomó el pulso a nada. A ningún mercado ni a ningún lector ni a ninguna editorial para seguir escribiend­o. Consolidó una estética y por eso algunos enemigos de Borges pueden decir que Borges se repite. Lo que no se percibe es que Borges, como décadas después Juan José Saer, cuando consolidan una estética, ya la consideran parte de su propio cuerpo. Entonces, eso que hemos conocido prueba que Borges ya era un escritor con una estética consolidad­a. La que más admiramos, o la que ponemos en primer lugar. Cada lectora hará su opción por Borges.

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