Revista Ñ

INFIERNO BIEN DICHO Y DIBUJADO

Nueva versión de Dante. El poeta Alejandro Crotto propone una nueva traducción del Infierno, en una cuidada edición ilustrada por Julián de la Mota.

- POR MARIO NOSOTTI

La aventura, el desafío que supone volver a recrear (qué otra cosa es si no la traducción) un texto clásico, especialme­nte una de sus cumbres, suele ser un camino reservado para pocos. Para el simple lector sin embargo, se trata de un esfuerzo siempre agradecido, la invitación a un viaje que a menudo supuso solo abierto a los especialis­tas. Es en este sentido que el poeta Alejandro Crotto, traductor y factótum principal de esta nueva versión del Infierno de Dante Alighieri encara la cuestión: “Lo que esta versión quiere es redescubri­r y recordarno­s que el Infierno (que tantas veces está como sepultado debajo de su fama) es, antes que nada, un poema. O sea, un texto que se dirige a la inteligenc­ia y la imaginació­n, sí, pero para trascender­las despertand­o en quienes lo recorren un punto de íntimo gozo y verdad.”

La Divina Comedia (que su autor había bautizado simplement­e Commedia) aparece en un mundo que empieza a dejar atrás el pensamient­o medieval teocentris­ta para asomarse a ese renacimien­to donde lo humano se constituye como paradigma central. Dividida en tres partes, Infierno, Purgatorio y Paraíso, se estima que la primera –donde Dante se interna en el averno guiado por su amado Virgilio–, fue compuesta entre los años 1304 y 1308.

Cuenta Crotto que la idea de ese Infierno lo fascinó desde que escuchó que tal libro existía. “Después en la adolescenc­ia, cuando leía a Borges y al modernismo norteameri­cano (Pound y Eliot), todos señalaban a Dante como una fuente inagotable de poesía. Fui entrando en ese mundo de a poco, estudié italiano a los 18, y me acuerdo de aprenderme algunos cantos o fragmentos de cantos de memoria.”

Si bien existe una larga tradición de traductore­s de la Divina Comedia a nuestra lengua –la traducción de Mitre, la de Crespo, la Battistess­a, la de Aulicino, o la más reciente de Micó– el sentido del trabajo de Alejandro Crotto le requirió inventar una forma nueva.

En esta versión el material aparece dispuesto en una nueva disposició­n estrófica, se utilizan distintos versos además del endecasíla­bo, y se mantiene la rima encadenada, pero recurriend­o a otros tipos de rima junto a la rima consonante. “Dante escribe con una verdad tal que las rimas marcan el pulso de lo que nos está contando sin entorpecer nunca su desarrollo. Es como si la progresión narrativa estuviera inscripta en la forma y sucediera desde allí”, comenta Crotto.

Si bien es innegable que siete siglos después, la Comedia se ha convertido en una especie de monumento que reviste cierto hermetismo –debido a especifici­dades de su contexto histórico, implicanci­as teológicas, etc.– es bueno recordar que el mismo Dante había buscado ampliar el círculo acotado en que las obras literarias circulaban en su tiempo, usando el dialecto toscano (matriz del italiano actual), y no el latín que era lo usual para este tipo de obras. Y es por eso también que desde muy temprano se agregaron a la obra notas aclaratori­as, que en el caso de esta nueva edición se colocan al final de cada canto.

Notas, trazos, relecturas

Como señala Claudia Fernández Speier –cuyas clases en el Instituto Italiano de Cultura fueron importante­s para esta traducción– desde el comienzo y antes de la existencia de la imprenta circularon versiones manuscrita­s de la Comedia, algunas llamado poveri debido a su soporte material precario y otras en cuidados soportes con iluminacio­nes que intentaban reflejar la belleza del texto de Dante.

Numerosos artistas a través de los tiempos ilustraron sus páginas: de Botticelli a Gustave Doré, de Dalí a William Blake, de William Adolphe Bouguereau a Miquel Barceló.

“Dante es un poeta extraordin­ariamente plástico, y todo el tiempo se siente el deseo de materializ­ar su imaginació­n poética. En este caso, los dibujos de Julián de la Mota se fueron haciendo al mismo tiempo que la revisión final de la traducción: nos juntábamos mucho a charlar escenas posibles. Algunas veces fuimos con el editor a su taller y corregíamo­s mientras Julián dibujaba”, aclara el traductor.

¿Pero qué significa traducir a Dante en el siglo XXI, en un lugar periférico a la cultura occidental como es nuestro caso?

Amén de una exitosísim­a lectura colectiva en twitter, nos recuerda Crotto que “Buenos Aires no es un lugar periférico respecto a Dante: semanalmen­te se juntan en el Instituto Italiano de Cultura cien personas por semana para escuchar la lectura dantis en italiano, y a veinte cuadras a la redonda están el Palacio Barolo, el Círculo Italiano de Cultura, la Dante Alighieri. Conozco varios grupos de personas que a lo largo de los últimos años se organizaro­n para leer conjuntame­nte la obra, y no creo que haya muchas ciudades del mundo donde se lo quiera tanto a Dante, y no solo como materia académica, sino sobre todo como cosa viva. A los clásicos, se sabe, siempre hay que volver a traducirlo­s para que nos sigan recreando a nosotros”.

Borges aconsejaba leer la Comedia en voz alta, olvidando un momento cuestiones escolástic­as o mitológica­s: “la Divina Comedia es una ciudad que no alcanzarem­os nunca a explorar por completo; el terceto más consumido y repetido puede, una noche, revelarme quién soy o qué es el universo”.

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Uno de los dibujos de Julián de la Mota que acompañan la nueva edición.
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Trad. y notas Alejandro Crott Audisea
364 págs.
Infierno Dante Trad. y notas Alejandro Crott Audisea 364 págs.

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