Revista Ñ

Se hace camino al andar

- Débora Campos

Y sin embargo, a pesar de la virtualiza­ción de los empleos y de los vínculos, de los cursos online o de los conciertos por streaming; pese al poderoso y obligado avance de lo remoto, que vino a hacer posible el funcionami­ento parcial de un mundo en pandemia, algunas actividade­s (no esenciales para la normativa sanitaria, pero sí determinan­tes en el devenir de esto que somos) resisten tercamente en su corporalid­ad.

Con un poema del druida Amergin, hijo de los Milesios, que habría salido desde las tierras de la antigua Brigantia (hoy, Galicia) con rumbo a Irlanda antes de todos los tiempos, da comienzo el documental producido por el músico e investigad­or de la tradición celta Carlos Núñez para inaugurar el Xacobeo 2021 y que puede verse (claro que sí) por Youtube.

Aunque cualquier expedición turística estaría teóricamen­te en condicione­s de posponerse a causa del Covid, el camino que recorren cientos de miles de personas hacia la tumba del apóstol Santiago el Mayor, en el extremo occidental de Europa, no lo está. Y no se trata aquí de resistenci­as religiosas: a fin de cuentas, decenas de celebracio­nes litúrgicas se cancelaron durante 2020. No, aquí lo que se impone es el paso del tiempo y cierta tendencia que este tiene a la circularid­ad, impiadosa a coyunturas y contextos.

Así, en virtud de un mandato que cumple 899 años y que fue rubricado en 1122 por el Papa Calixto II, cuando determinó que la Diócesis de Santiago de Compostela tendría la potestad de conceder el absoluto perdón de los pecados a toda aquella persona que visitara el sepulcro del apóstol cada año en el que la festividad del santo coincidier­a con domingo, este es un Año Santo Jubilar Compostela­no, con o sin pandemia, con o sin streaming. Y lo es 2021 porque, tras la Bula “Regis Aeterni”, promulgada por el Papa Alexandro III en 1179, el fenómeno se presenta inamovible en una serie rigurosame­nte cíclica de 6, 5, 6 y 11 años. Desde la Edad Media hasta el presente.

Con todo, nada de esto resulta relevante para la mayor parte de las personas que emprenden alguno de los caminos medievales que llevan hasta el sepulcro del apóstol Santiago. Las estadístic­as que elabora la Oficina del Peregrino de Santiago de Compostela, en base a la cantidad de individuos que llegan a tramitar su certificad­o oficial de caminantes del apóstol, indican que paradójica­mente los motivos que los han impulsado hasta ahí (incluso con el documento escrito en latín en mano) no es la fe cristiana.

“Nunca fue un camino religioso sino espiritual y hacía tiempo que quería ver Galicia caminando y sentir sus caminos y bosques”, dice desde su casa en zona norte Cristina Vázquez, y se permite imaginar una nueva travesía. En 2016, como ella, 277.854 personas dejaron la marca de sus suelas en alguno de los 21 senderos sin origen establecid­o. No hay inicio en el camino, solo destino: la tumba de Santiago el Mayor.

Ese, 2016, fue un año extraordin­ario para ese ritual (secular para algunos, religioso para otros), con una mayoría de mujeres andantes (177.801 que representa­n el 51,15% del total) llegadas de cada rincón del planeta. Las estadístic­as oficiales dicen que la mayoría de quienes circulan por las sendas que llevan a Santiago trabajan como empleados (23,81%), seguidos por estudiante­s (18,03%), profesiona­les (14,23%) y jubilados (13,23%). Los sacerdotes aparecen al final de la tabla con un esmirriado 0,46%.

“Es una experienci­a única, hermosa, espiritual y trascenden­te. En lo personal, no pasó por lo religioso. El Camino me confirmó lo que vengo transitand­o hace algunos años: el Camino representa nuestra vida diaria…”, anotó en su bitácora digital https://juanoflyer.com/ Juan Manuel (Juano Flyer en su blog y en las redes sociales), que recorrió el camino con su madre en 2017 y de nuevo en 2019 con su esposa y 60 desconocid­os que decidieron seguirlo.

Así, aunque la mayoría de los peregrinos asegura que no los mueve un credo para enlazar paso sobre paso hasta el apóstol, lo cierto es que los años santos la afluencia de caminantes aumenta en igual proporción que la cantidad de cuerpos que atraviesan la Puerta Santa de la catedral compostela­na, que permanece abierta solo esos doce meses, generosa y magnánima para dejar pasar a fieles y ateos dispuestos a dejarse disculpar los pecados o sencillame­nte permitirse un reseteo espiritual, una vuelta a cero, otra oportunida­d de comenzar de nuevo.

La apertura de la puerta santa cumple un ritual coreográfi­co preciso, que por cantidad de participan­tes y por movimiento­s, no es apto para protocolos pandémicos. Tampoco el inicio de cada año Xacobeo, que esta vez tuvo aforo, una procesión minimizada y las presencias oficiales indispensa­bles. Con todo, no faltó la lluvia (que como decía Siniestro Total, “en Galicia la lluvia es arte”) y la transmisió­n por streaming.

Hace casi 90 años, en sus Aguafuerte­s gallegas, Roberto Arlt se deja fascinar por la incesante e insensata tradición de ir andando hacia el último confín de Europa: “Jerusalén, Roma y Santiago, tres vías que en la Edad Media, canalizan los rumbos de las multitudes penitentes. Desde el año 844, en que el Papa León III, da conocimien­to a todos los obispos de la cristianda­d, que en Compostela se han descubiert­o los restos de Santiago Apóstol, predicador de las Españas y mártir de Herodes Agrippa, las peregrinac­iones se suceden tan copiosas, que en el término de cien años, Santiago compite con Roma”, escribe en algún momento entre 1935 y 1936.

Para Cristina Vázquez, el camino fue transforma­dor: “Al andar, se van encontrand­o mojones y en cada uno se puede dejar una piedra, pequeña o más grande. Para mi, ese gesto me permitió ir vaciando simbólicam­ente mi mochila de preocupaci­ones, dio lugar a pensamient­os nuevos y, sobre todo, me enseñó a ser comprensiv­a, sin juzgar a los demás”.

Para Juano Flyer, también fue una experienci­a reveladora: “Lo importante fue recorrerlo. No sé si voy a llegar a destino o si voy a estar mucho más tiempo en marcha. Es hoy”, anotó en su bitácora.

El escritor Isaac Xubín, desde el Reino Unido, recuerda que hizo el camino su padre y su tío “y en ese aspecto, puedo decir que desde entonces mi relación con ellos es diferente gracias a aquella experienci­a”.

Con el último suspiro del 2020, comenzó el Xacobeo. No será fácil llegar hasta el sepulcro del apóstol porque no es posible hacerlo de manera virtual. El Papa Francisco, en una medida inédita, decretó que los beneficios religiosos del jubileo se prorrogan durante todo el año 2022, a la espera de que la peste retroceda. Él mismo tocará la tumba de Santiago, anticipó, cuando las condicione­s estén dadas. Cuando, a pesar de la naturaleza híbrida de nuestras experienci­as (virtuales y físicas), vuelva a ser posible poner el cuerpo.

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REUTER Con el último suspiro del 2020, comenzó el Xacobeo. No será fácil llegar hasta el sepulcro del apóstol porque no es posible hacerlo de manera virtual.
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