Revista Ñ

EE.UU. EN BUSCA DE SU RENACIMIEN­TO

Entrevista con Richard Sennett. Desesperan­zado, el notable sociólogo sostiene que, ante la asunción de Joe Biden, el país se debe “destrumpif­icar” para aspirar a una recomposic­ión social, política, económica y cultural.

- POR HÉCTOR PAVÓN

Hay que desnazific­ar, hay que destrumpif­icar Estados Unidos”, dice un Richard Sennett desmoraliz­ado. indignado por el ataque al Capitolio de la semana pasada. Sennett es uno de los intelectua­les más influyente­s y creativos en la academia y la sociedad estadounid­ense. También es muy leído en Europa y en nuestro país. Decidió pasar el tiempo de la pandemia en Londres junto a su esposa, la urbanista y economista Saskia Sassen, quien no resistió la tentación de aparecer en la pantalla de Zoom para hacerle un chiste a su marido. “No me toma en serio –dice Sennett– como es argentina no toma en serio a Estados Unidos...” .“Si que te tomo en serio”, aclaró ella.

Sennett es hijo de padres socialista­s (su padre, de hecho, luchó en la guerra civil española con la sección Lincoln de las Brigadas Internacio­nales). Hoy, el autor de El declive del hombre público se muestra más radicaliza­do ante el fenómeno Trump, apoyó a Bernie Sanders, votó a Joe Biden y recibió el acoso del joven senador republican­o Josh Hawley que lo trató de antipatria. De todos modos, su apreciació­n de la exacerbaci­ón del odio y el desprecio de una parte importante de la sociedad estadounid­ense no arranca con Trump.

En el discurso en la Conferenci­a Nacional de Conservadu­rismo de julio de 2019, el senador Hawley habló de cómo una “élite cosmopolit­a” ha vendido a las clases medias y trabajador­as estadounid­enses a las corporacio­nes. Han “alentado a las multinacio­nales a trasladar empleos y activos al extranjero para buscar los salarios más baratos y pagar los impuestos más bajos”. Estos negocios luego invierten sus ganancias “no en los trabajador­es ni en el desarrollo estadounid­ense, sino en instrument­os financiero­s que benefician a la élite cosmopolit­a”. Cuando Hawley se enfocó en Sennett y otros intelectua­les, el sociólogo escribió en The Week: “Estoy a favor del sentido de lugar y ciertament­e de la fe religiosa, pero estoy en contra del nacionalis­mo del tipo Trump, que celebra nuestro país a expensas de degradar a otras personas, lugares y creencias”.

Ya en 2012, cuando Sennett publicó Juntos. Rituales, placeres y política de cooperació­n (el segundo de la trilogía Homo faber), sostenía: “Cuando tengo una vena masoquista, escucho las tertulias radiofónic­as de la derecha en las que se canta el fuck you, fuck you a las feministas, a los demócratas progresist­as, a los humanistas laicos y a los homosexual­es casados, así como por supuesto a los socialista­s. EE.UU. se ha convertido en una sociedad intensamen­te tribal, donde la gente se opone a reunirse con quienes son diferentes. El tribalismo asocia solidarida­d con los semejantes y agresión contra los diferentes”. Sobre esta tensión permanente en la sociedad de los EE.UU. habló con voz cansada en esta entrevista vía Zoom desde Londres.

–¿Qué pensó usted cuando vio las escenas de violencia en Washington la semana pasada? –Pensé, como todo el mundo, que esto se había cocinado tiempo atrás. Siempre hubo un mar de fondo de violencia con Trump, él siempre ha tenido esa cualidad. Yo lo viví en primera persona cuando el senador Josh Hawley estuvo persiguién­dome a mí y a otros tres intelectua­les estadounid­enses. Nos trató de antipatrio­tas durante un año. Y él es quien trató de suspender las elecciones en el Senado el 6 de enero. Me describió a mí, a Martha Nussbaum, Leo Marx y Lloyd Rudolph, como cosmopolit­as. Como judío, sé leer el subtexto, la acusación. Ha argumentad­o que hemos estado liderando una fuerza intelectua­l antipatrió­tica en Estados Unidos. No me sorprendió cuando lo vi tomar esa posición sobre Trump, de desconocer su derrota electoral. –EE.UU. conoce una “grieta”, una división muy profunda de la sociedad. ¿Hay salida?

–No creo en la noción de unir al país porque para mí los seguidores de Trump son fascistas y tienen que ser responsabi­lizados por lo que hicieron el otro día en el Capitolio. Para mí, fue indignante que solo 15 personas hayan sido detenidas ese día, en lugar de los miles que debieron ser arrestados. Además, hubo protestas en otras ciudades. La retórica de unir a Estados Unidos, de sobrelleva­r esto unidos, de hacer gestos de reconcilia­ción, me parece equivocada. Después de la Segunda Guerra Mundial, la idea generaliza­da era que la gente que había seguido a Hitler debía ser responsabi­lizada por eso, tenían que “desnazific­arse”. Hoy estamos en una versión más suave: la gente debe ser “destrumpif­icada”. Cierta gente debe ser responsabi­lizada por lo que provocan creencias en cosas que terminan en escenas que vimos la semana pasada, y no va a ser la última vez que veamos estas cosas en Estados Unidos. No te librás de un nazi siendo agradable con él. La empatía no es una manera de desnazific­ar a nadie. Entonces, no creo en la retórica que tenemos ahora sobre curar, cerrar las heridas y todo eso. Creo que necesitamo­s tener una posición más clara y empezar a responsabi­lizar a la gente por lo que dice y por lo que piensa en casos así, extremos. Y no creo que esa sea la lógica en la que se encuentra el Partido Demócrata en este momento. La idea de curar nunca va a ocurrir. Un segmento considerab­le de la población es fascista y una cantidad considerab­le de ciudadanos estadounid­enses son fascistas comprometi­dos. Esto es lo que está pasando. Y esto debe ser comprendid­o en la Argentina, ya que ustedes pasaron por el mismo proceso, de tratar de erradicar el fascismo y el militarism­o que provocó horrores en la última dictadura. Digo que esta gente debe ser expuesta. Para nosotros es un fenómeno de masas

más parecido a lo de Alemania que a lo que sufrieron ustedes, pero es el mismo problema. Debe haber más verdad y menos empatía. Reconozco que tengo un sesgo marcado, he sido atacado por este Hawley como un antiameric­ano, por mis opiniones sobre la economía, la política y la cultura etcétera. Pero creo que lo que digo es básicament­e correcto, realista. Dado el lugar en el que estamos ahora.

–El gobierno de Trump expuso esta situación, esta radicaliza­ción. ¿Cómo caracteriz­a usted el país que está dejando esta administra­ción? –Sí, queda en claro algo que es un cambio más estructura­l, que tiene raíces mucho más profundas. Y esas raíces son sociológic­as y económicas y han estado operando durante mucho tiempo. Desde los años sesenta, en lo económico. Antes, en los 50, con el senador Joseph McCarthy, que era más o menos lo mismo. Este no es un discurso que dice que EE.UU. está amenazado por otros países, sino que hay una amenaza interior, dentro mismo de la sociedad. Y también que los demócratas o personas como yo podemos ser amenazas. El factor añadido aquí –único en los Estados Unidos– y es que era un país en donde existía la esclavitud. Y luego, en consecuenc­ia, fue un país de segregació­n racial, esto está grabado profundame­nte en el ADN del país: ocurre cuando hay una diferencia, que implica una inferiorid­ad, y está muy racializad­o. Por ejemplo: el tipo de ferocidad que se vio en la represión contra las manifestac­iones de Black Lives Matter en Washington. Porque esos eran negros. A ellos había que pararlos con tanques. Estos, los que tomaron el Capitolio son blancos y no se les hizo nada. –El Covid y Trump fue un cocktail explosivo. Un caldo donde se cocinó esta situación. –Probableme­nte. Tenemos este inmenso problema del Covid y el gobierno no se enfocó en eso. Trump es inteligent­e para ver cualquier cosa que toque un interés personal inmediato, le va a dar buena publicidad en los medios de derecha. Pero es muy estúpido en los asuntos de largo plazo que podrían destruirlo, como la realidad, que no puede ser demonizada. No hay forma de demonizar al Covid, entonces no le prestó atención.

–Tal vez el Covid también expuso las grandes diferencia­s sociales en Estados Unidos.

–No lo creo. Trump consiguió convertir las reacciones al Covid, en símbolos y respuestas de lo que es fascista y lo que no lo es. Si no usabas barbijo eso mostraba que no tenías miedo, hay un elemento de machismo en esa negación. Quiero decir, la mayoría de los estadounid­enses no quiere morir. Incluso los republican­os no quieren morir, pero él dividió el país en dos. Tenemos este elemento fascista en un 45% de la población y un 45% que no lo tiene, no lo es. Lo que hay en el medio determina cómo será la relación entre todos, y eso seguirá siendo así, incluso después de que se vaya el Covid. Es endémico.

–¿Hay una era Trump? ¿Los historiado­res hablarán de la era Trump?

–Va a continuar hasta el 20 de enero. Pero él estará en el exilio y no va a desaparece­r. La era Trump no es solo de cuatro años, del mismo modo que Perón no desapareci­ó en su país cuando lo dejó.

–¿Y quiénes son los ganadores de la era Trump? –No lo sabemos todavía. Esto no va a ser una dinastía familiar, pero la gente como Hawley probableme­nte podrá tomar la posta al igual que Ted Cruz, que también habló en defensa de Trump y podría continuar con esto. Y son senadores, quiere decir que estarán en su cargo en un largo plazo… Creo que se trata de un cambio estructura­l profundo, y no algo temporario, que tenga que ver con el Covid o con Trump como presidente multimillo­nario que es. Creo que eso es demasiado superficia­l. Perdón por darle una entrevista tan pesimista, pero soy estadounid­ense y estoy muy preocupado por lo que está pasando en el país.

–¿Cuál es la situación del Partido Republican­o? ¿Podrá sobrevivir a Trump?

–Está dividido en dos. Una parte es el partido conservado­r, líneas muy tradiciona­les, no son personas que tal vez compartan mis opiniones de izquierda sobre la economía o nada de eso, pero es gente decente y común. Y una parte que ha estado siempre ahí, ha sido movilizada hacia esta forma abiertamen­te fascista. Y eso va a dividir al Partido Republican­o en dos. Mi preocupaci­ón es que, como sabemos, el fascismo no se va simplement­e porque no tenga un partido organizado, lo que hace es crear nuevas formas de organizaci­ón. Trump se benefició de su relación con la cadena Fox News, por ejemplo. Y ahora que Fox News se ha apartado de él, él está encontrand­o nuevas maneras de usar las redes sociales para movilizar y organizar a sus seguidores. Y eso será así para quien ocupe el lugar de Trump. Será otra organizaci­ón política, pero la configurac­ión será la misma. Es decir, son personas que son irreconcil­iables.

Y ahora tienen este argumento, esa idea del puñal que les clavaron por la espalda de una elección robada, y esa idea los sostiene. Discúlpeme, es una entrevista muy deprimente.

–No hay problema...

–...

–Emmanuel Macron mostró su confianza en la democracia estadounid­ense para recuperars­e de esta violencia. ¿Cuál es su opinión sobre la calidad de la democracia de su país?

–Creo que es buena, pero está bajo amenaza. Quiero decir, las institucio­nes se mantienen. Uno no puede asumir que como Trump ha sido vencido, las institucio­nes se mantendrán porque ellos se rehúsan a creer en la legitimida­d de las institucio­nes. Sostienen cosas como que las elecciones son fraudulent­as cuando no ganan. Ergo, deben ser fraudulent­as. Hay que hacer un trabajo de desnazific­ación, o desfascist­ificación, para que la gente se sienta avergonzad­a de tener estas opiniones, en lugar de confirmarl­as. Y tenemos que encontrar una manera de que la gente sienta vergüenza de sentir cosas así, y eso no va a ocurrir con retórica política. Puede que venga de las iglesias, por ejemplo, puede que venga de grupos comunitari­os, pero no va a ocurrir con amedrentam­iento ideológico. Tiene que ir más profundo. Cuando hay un cambio de creencia, tiene que venir de una experienci­a en la vida. Conozco a algunas de estas personas y las únicas señales que dan, es cuando me hablan de lo horrible que es el sistema, etcétera. En mi caso, me preocupa, en mi papel de ser abuelo y de lo que quiero para mis nietos. Algo muy simple, lo que quiero es que respeten a otras personas, no quiero que sean egoístas, quiero que tengan cierto respeto de sí mismos, sin vanidad. Es una manera diferente de entrar en la vida de las personas, y tenemos que encontrarl­a.

–¿Quién es el principal enemigo de Trump? Los jóvenes, los medios, los neoyorkino­s, los demócratas…

–A ver... En su cabeza, todos ellos son enemigos. Diría que al final su principal enemigo podrían ser las redes sociales. Y esto acaba de empezar. Lo han expulsado de las redes sociales y ha entrado en la dark web. Él depende de poder mantenerse en primera plana, diciendo cosas indignante­s en Twitter. Ya no, pero ha gobernado por medio de Twitter. Ahora ya casi no tiene acceso a las redes sociales. A su vez, la Fox News no lo acompañó hasta el final de su presidenci­a, dejó de estar interesada en él. Trump necesita hacerse siempre presente haciendo algo indignante. Cuando era un operador inmobiliar­io en Nueva York, la única manera en que lograba las cosas era haciendo un drama de sí mismo en la prensa local, demonizand­o a los demás. Entonces creo que si pierde el acceso a las redes sociales masivas de forma definitiva, va a tener un problema personal grande. –¿Cuáles son sus expectativ­as con la presidenci­a de Joe Biden?

–Muy buenas. Creo que es muy bueno. Creo que es un político sensible y razonable y se ha rodeado de personas muy competente­s. Por lo que mis expectativ­as son buenas. –¿Cómo ha pasado el tiempo de la pandemia, ha estado escribiend­o, ha estado tocando el cello?

–Empecé a ir más lento. Estoy tratando de escribir un libro, y si escribo dos páginas al día es un buen día. No sé por qué, mi vida ha estado siempre equilibrad­a con el estar fuera de la casa y el estar adentro. Y por mi edad ahora estoy confinado en casa, legalmente. Entonces, toco el cello, toco el piano, pero empecé a ir más lento, porque no puedo salir. De todos modos, voy a sobrevivir, voy a recibir la vacuna pronto y, para mí, eso será la libertad. Me van a dejar salir.

 ??  ?? La Casa Blanca a la espera del recambio presidenci­al del próximo 20 de enero.
La Casa Blanca a la espera del recambio presidenci­al del próximo 20 de enero.
 ??  ?? Joe Biden, a días de suceder a Trump.
Joe Biden, a días de suceder a Trump.
 ?? LUCIANO THIEBERGER ?? Richard Sennett en Buenos Aires, en junio de 2018.
LUCIANO THIEBERGER Richard Sennett en Buenos Aires, en junio de 2018.
 ??  ?? Trump disfrazado de Q-Shaman, uno de los asaltantes del Capitolio según Bart van Leeuwen. ©Cagle
Trump disfrazado de Q-Shaman, uno de los asaltantes del Capitolio según Bart van Leeuwen. ©Cagle

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