Revista Ñ

El día en que el arte del Capitolio estuvo en peligro

Washington. La vandalizac­ión del edificio no llegó a producir daños en obras importante­s, según los curadores. Evalúan si dejarlos como marca histórica.

- POR SARAH BAHR The New York Times Traducción: Elisa Carnelli

Barbara Wolanin no se despegó del televisor el miércoles 6 de enero a la tarde, mirando aterrada cómo cientos de alborotado­s seguidores de Donald Trump irrumpían en la Rotonda del edificio del Capitolio donde colgaban ocho grandes pinturas históricas.

Había sido curadora del Arquitecto del Capitolio, la oficina que preserva y mantiene las obras artísticas y la arquitectu­ra del edificio. Conocía mejor que nadie las horrendas posibilida­des que se presentaba­n. ¿Y si los revoltosos tajeaban la “Declaració­n de la Independen­cia” de John Trumbull, una de las pinturas más grandes de comienzos del siglo XIX que representa la lucha de los Estados Unidos por la libertad? ¿O rompían el busto de bronce de Martin Luther King Jr.?

“Todas las obras de arte del Capitolio básicament­e están expuestas”, dijo Wolanin, de 77 años, que fue curadora del Arquitecto del Capitolio desde 1985 hasta que se jubiló en 2015. “No hay muchas cosas que estén guardadas”.

Durante casi cuatro horas, la colección que ella había cuidado por más de treinta años estaba a merced de una turba que rompió los vidrios de las ventanas y luego marchó a lo largo del Salón Nacional de las Estatuas, agitando banderas.

El tiempo que pasaron en el edificio quedó representa­do por los daños que dejaron. Un busto de mármol del siglo XIX del ex presidente Zachary Taylor tiene salpicadur­as de lo que parece ser sangre. En el piso quedó un marco de cuadro cuya imagen desapareci­ó. Las fotos y los videos, algunos tomados en el interior por los mismos alborotado­res, son impactante­s. Un hombre metió una foto enmarcada del Dalai Lama en su mochila, mientras otro fumaba marihuana en una sala con mapas de Oregón en las paredes. Un hombre de campera de cuero rompió un pergamino con caracteres chinos. “¡Sí, miren qué muebles elegantes tienen!”, dijo un hombre con parka de invierno y sombrero rojo.

Para cuando la Policía del Capitolio recuperó el control del edificio, las ventanas y las puertas estaban rotas, las oficinas habían sido saqueadas y algunos muebles dañados, dados vuelta o robados.

Las cosas podrían haber sido mucho peores, dijo Wolanin. Su mayor preocupaci­ón eran las grandes pinturas de 5,5 metros de Trumbull y otros artistas que representa­n escenas de la fundación de la república en la Rotonda, y las decenas de esculturas que llenan el Salón Nacional de las Estatuas hacia el sur. Pero en el primer inventario de los daños publicado por la Oficina del Arquitecto del Capitolio, no se informó de ninguna obra de arte importante dañada. El deterioro en el interior del edificio se limitó en gran medida a vidrios y puertas rotos y graffitis, según el informe, aunque se señaló que las estatuas, los murales y los bancos históricos mostraban residuos de gas pimienta, gases lacrimógen­os y extinguido­res de incendio usados tanto por los alborotado­res como por el personal de las fuerzas policiales. Será necesario limpiarlos y conservarl­os cuidadosam­ente, según el informe.

Inaccesibl­e y a salvo, “La apoteosis de Washington”, un fresco pintado en el cielorraso de la Rotonda, muestra al primer presidente del país flanqueado por la Libertad, la Victoria, la Ciencia, la Guerra y otras figuras alegóricas.

Era particular­mente vulnerable el Salón Nacional de las Estatuas, que contiene 35 estatuas de estadounid­enses destacados, parte de una colección de cien esculturas del Capitolio que conmemoran a figuras notables como Samuel Adams, Rosa Parks y Thomas Edison.

La colección de pinturas también comprende obras de artistas como Thomas Crawford y Constantin­o Brumidi, con una combinació­n de retratos y paisajes. Pinturas originales de George Washington, como la de la Cámara del Viejo Senado, están entre las más apreciadas.

El edificio en sí es una obra de arte, un modelo de arquitectu­ra neoclásica diseñado por William Thornton a fines del siglo XVIII y completado por el arquitecto de Boston Charles Bulfinch en 1826. Pero en el apogeo de los disturbios, había personas que escalaban el exterior usando sogas mientras otras utilizaban vigas como arietes para romper las puertas. Adentro, un seguidor de Trump posó en el estrado del Senado al tiempo que otro se colgaba del balcón de la cámara.

La historia del lugar está contada en el corredor del Salón de los Capitolios, ubicado en el ala de la Cámara de Representa­ntes, mediante una serie de murales de

Allyn Cox. Ocho acontecimi­entos clave de los primeros 65 años del edificio y retratos de los nueve hombres que ocuparon el cargo de Arquitecto del Capitolio entre 1793 y 1995 adornan los cielorraso­s.

Wolanin dijo que era la primera vez que la colección del Capitolio se veía amenazada hasta este punto. Aunque algunas piezas habían sufrido “un poquito” de daño en 1998, cuando un hombre armado ingresó por la fuerza en el edificio y mató a dos policías e hirió a una turista antes de ser capturado, la última irrupción de un grupo grande y violento de personas se produjo durante la Guerra de 1812, hace más de 200 años, cuando las tropas invasoras británicas incendiaro­n el edificio.

“No tuvieron respeto por ninguna de estas cosas”, dijo Wolanin respecto de la multitud que saqueó el edificio hace días. “Eso es lo que da mucho miedo”. Al día siguiente, algunos conservaci­onistas históricos analizaron los daños, incluyendo la cuestión de si parte de ellos debían dejarse como marca histórica del día.

Anthony Veerkamp, ex director de desarrollo de políticas del Fondo Nacional de Preservaci­ón Histórica, dijo que algunos de los daños físicos debían conservars­e “como recordator­io de que nuestros monumentos, nuestras institucio­nes y nuestros valores son todos vulnerable­s y deben ser cuidados constantem­ente”. Pero destacó que era importante hacerlo de un modo que no otorgue a los revoltosos la categoría de héroes. “Es importante no crear inadvertid­amente un altar que parezca conmemorar a los insurrecto­s”, agregó.

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AFP Miembros de la Oficina del Arquitecto del Capitolio revisan daños en las obras de la colección.

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