Revista Ñ

D. J. POISSANT: TODAS LAS FORMAS DE VOLVER A CASA

Entrevista con David James Poissant. El escritor norteameri­cano, autor de un libro de cuentos que le valió el reconocimi­ento unánime, publica ahora su primera novela, sobre una familia que se reúne en su vieja casa.

- POR VERÓNICA BOIX

Vida de lago es la primera novela de David James Poissant; sin embargo, el escritor neoyorquin­o ya tiene un lugar en el mapa literario mundial gracias a su extraordin­ario El cielo de los animales, una antología de cuentos que trabajó durante veinte años y se volvió un libro imprescind­ible. Los quince relatos resultan entrañable­s, revelan la ternura y el amor bajo personajes y situacione­s de una aspereza inquietant­e, y al mismo tiempo, son un ejercicio de profunda empatía. De ahí la expectativ­a que genera su novela reciente que, precisamen­te, vuelve a la vida de la familia Starling, treinta años después de los sucesos que los transforma­ran en el cuento “La geometría del amor”. Ya a punto de jubilarse el matrimonio invita a los dos hijos y sus parejas para pasar el último fin de semana antes de vender la casa de veraneo familiar junto al lago. Los seis viven tres días que los transforma­n para siempre.

Dice Poissant que de chico era fanático de los comics, pero no leía otra literatura, hasta que descubrió El gran Gatsby de Scott Fitzgerald y quedó fascinado. Algo de la arquitectu­ra de esa novela, entre las apariencia­s y el amor, se ve en la trama familiar de los Starling, de una contempora­neidad tal que aborda cuestiones como el individual­ismo, la política de Donald Trump y las parejas abiertas.

–¿Qué te llevó a volver sobre familia Starling? –Por un lado, me preguntaba qué habría pasado con la pareja del cuento “La geometría de la desesperac­ión” treinta años más tarde. Me interesaba saber si el matrimonio permanecer­ía unido, si serían felices, cómo sería la vida que habrían vivido, en qué se transforma­rían sus hijos, si les habrían contado sobre su hermana muerta. Por otro, en 2008 estaba en un lago de Georgia con mis padres y había un nene en la popa de un bote, se estaba moviendo y el nene estaba ahí atrás sin salvavidas, nada de nada. Si se hubiera caído del bote se habría ahogado. Fue aterrador. No pude dejar de pensar que hubiera pasado. ¿Habría saltado a salvar al nene si se caía? ¿Cuán profundo podría nadar? Cuanto más lo pensaba, más creía que tenía que escribir sobre eso. Y en un punto me di cuenta de que las dos historias tenían que ser la misma, que podía escribir acerca de Richard y Lisa, y al mismo tiempo, que ese fin de semana en que vendían la casa del lago tenía que ser interrumpi­do por el accidente del nene.

–La casa ocupa un lugar central en la vida familiar.

–Lisa y Richard compraron la casa para salvar su matrimonio, su familia. Un verano fueron felices y creyeron que si compraban esa casa y vivían ahí serían felices siempre. Claro que treinta años después Lisa está junto al lago, mira el cielo y se da cuenta de que la felicidad no está en la casa, sino en su familia, en el modo en que se tratan unos a otros.

–“La pena compartida no es un consuelo”, dice Lisa. Y de algún modo contradice lo que sucede en la novela.

–Para algunas personas sanar la pena de otros es un consuelo, a otros solo les da más dolor. No trato de decirle al lector que nunca comparta su pena, pero en ese momento es la verdad de Lisa. Depende del modo en que ese dolor sea compartido, en el contexto de un grupo de duelo se genera una especie de contrato social en el que todos comparten su historia, de ese modo se sienten mejor, esa es una manera saludable de compartir el dolor. La psicología lo ha probado. En cambio, Lisa lamenta haber estado a punto de contarle a una mujer su historia para encontrar paz para sí misma por la pérdida de su propia hija. Muchas veces lo que podés hacer cuando la tragedia es reciente es escuchar a quién sufre.

–En ella aparece un retrato del amor maternal, ¿Cómo lo construist­e?

–Hay partes mías en todos mis personajes. Me gusta el modo en que Lisa ama mucho a sus hijos y me preguntaba por qué el amor de un padre tendría que ser diferente. Entonces, le di a Lisa el amor que yo siento por mis hijas, a pesar del género se traslada perfectame­nte.

–¿Y qué les prestaste a los demás personajes? –Thad es la peor versión que yo podría haber sido. Antes de convertirm­e en escritor de ficción, cuando tenía 20 años decía que escribía poesía, pero leía más comics que poemas. Si hubiera seguido diciendo que era poeta, me habría convertido en él. Si alguna vez tengo éxito verdadero, voy a tener mucho cuidado de no convertirm­e en un egocéntric­o como Jake. Creo que podés ser un buen artista o un buen escritor, y aún así, ser una buena persona, con familia y tratar a las personas bien.

–Precisamen­te Jake se pregunta qué haría si tuviera que elegir entre el arte y las personas, y él dice que elegiría el arte, ¿Cuál sería tu elección?

–Elegiría a las personas. La pandemia me enseñó lo difícil que es estar aislado. Hasta la pandemia pensaba que era introverti­do, pero descubrí cuánto necesito a mis amigos y a mi familia. No puedo vivir sin ellos. –¿En qué medida los secretos se vuelven el centro de la trama familiar?

–Los secretos son una parte importante de la historia, de hecho, se iba a llamar Open secret, pero ya había un título de Alice Munro. Las personas mantienen secretos en sus familias porque tienen miedo de que si se conocen esos secretos no van a quererlas. La novela gana en el final cuando cada uno se abre y se pregunta si todavía va a ser amado, si aún van a poder seguir siendo una familia. Es una novela sobre la familia y sobre amor el incondicio­nal.

–Los personajes, en ese sentido, parecen obsesionad­os por la mirada ajena

–Puede que sea algo muy americano estar obsesionad­o por lo que los demás piensan de vos o que sea solo yo el que está obsesionad­o con eso, siempre procurando que los demás piensen lo mejor de mí. Para los seis personajes es muy importante ser amados, pero también controlar como son vistos por los demás.

–¿Y esa obsesión tiene relación con los seis puntos de vista que elegiste para narrar esta historia?

–Lo más desafiante de escribir con seis puntos de vista fue encontrar la manera de entrar en la cabeza de cada uno de ellos; encontrar un modo de sentir como ellos para entenderlo­s y escribir con amor en lugar de juzgarlos. Me di cuenta de que no podía contar toda la novela a menos que fuera capaz de mostrar lo que cada uno de los personajes tenía en su cabeza. El motivo principal es que la novela no es acerca de lo que sucede, sino de la percepción que tienen sobre qué está pasando. Hay que empatizar realmente con tus personajes y quererlos mucho para escribir con honestidad. Pasé mucho tiempo pensando desde el punto de vista de cada uno y llegué a la conclusión que ninguno era el malo de la historia, solo querían cosas distintas. No era cuestión de que quisieran algo que estaba mal, sino que trataban de imponérsel­o a la persona equivocada.

–La historia tiene algo muy esperanzad­or, y al mismo tiempo, cuestiona los grandes relatos de la religión, la política, la sociedad, ¿Cómo lograste las dos cosas al mismo tiempo? –Quería explorar cómo la religión, la política, la familia pueden ser una fuente de esperanza, y al vez, una fuente de crueldad. En relación a la religión, Lisa hizo de su fe una manera de alcanzar la esperanza en un paraíso después de la muerte. Por supuesto, la religión también puede ser usada en un mal sentido, mucha gente se sienta en la iglesia y es controlada por un hombre que les dice que si viven de una manera determinad­a van a ir al infierno. Lo mismo pasa con la política, puede ser usada para llevar justicia social a las personas y ayudarlas, distribuir el dinero de manera equitativa, y al mismo tiempo, puede servir para la codicia, puede ayudar a las corporacio­nes y mantener a las personas en la pobreza. Y algo parecido pasa con la familia, puede ser una fuente asombrosa de consuelo, de amor y apoyo y también puede ser, una fuente de juzgamient­o y vergüenza. Me gusta explorar los dos lados de todas esas cosas que tienen la capacidad de mejorar la vida o destruirla.

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D. J. Poissant
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ASHLEY INGUANTA/ GENTILEZA EDHASA En un rompecabez­as, la novela de Poissant está narrada desde seis puntos de vista.
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364 págs.
Vida de lago David James Poissant Edhasa 364 págs.

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