Revista Ñ

Y EN ESO LLEGÓ EL CATÓLICO FIDEL

En su último ensayo, el historiado­r Loris Zanatta desmenuza el peso de la formación católica en el perfil político del líder cubano.

- POR LUIS ALBERTO ROMERO

Fidel Castro era “un poco marxista, un poco jesuita”, escribió la periodista estadounid­ense Ann Louise Bardach; su agudo insight resume el polémico argumento de este libro de Loris Zanatta, uno de los historiado­res más conocidos hoy en la Argentina. Su obra, Fidel Castro, el último rey católico, de ineludible referencia académica, desarrolla con sólida erudición una tesis simple y contundent­e, que por otra parte el autor difunde con regular frecuencia en los principale­s diarios locales.

En su primer libro, publicado en 1996, mostró cómo confluyero­n en la Argentina de los años treinta la tradición nacionalis­ta, vigorizada por el fascismo europeo, y la católica, en la versión integral y militante que simboliza la consigna de Cristo Rey. El renovado mito de la nación católica conquistó por entonces el corazón de los militares, que asumieron la misión de imponer la cruz por la espada. Perón, que se formó en ese mundo, apeló a los sectores populares y conformó una fórmula política eficaz y duradera. Pese a su originalid­ad y a sus variacione­s –sostiene Zanatta– el peronismo no se apartó del núcleo de la concepción católica de la sociedad, considerad­a como una comunidad organizada desde el Estado.

La idea remite a las monarquías católicas latinas, que el autor proyecta, en trabajos más recientes, a los populismos latinoamer­icanos. Sobre ellos Zanatta ofrece una explicació­n tan contundent­e como polémica. Coloca en el centro de estas experienci­as la común matriz católica, con la que explica incluso las divisiones internas –las “guerras de religión”– y la conflictiv­a competenci­a de los estados con la Iglesia.

En Fidel Castro, el último rey católico, Zanatta da un salto notable, sorpresivo para quienes siempre pensaron en la Revolución cubana como una versión, quizá algo tropical, de los regímenes comunistas. Recuerda que Fidel nació en una próspera familia española, blanca y católica –toda una definición en la isla multiétnic­a–, y que se educó en un colegio jesuita, que reforzó la herencia familiar y consolidó un tipo peculiar de catolicism­o cuyos modelos lejanos fueron Ignacio de Loyola y las misiones jesuitas. Un catolicism­o que, aunque no lo hizo practicant­e, conformó su forma mentis.

Fidel fue un joven revoltoso, violento, con algo de pandillero, racista, homofóbico –todo digno de un católico latino– y con un raigal anti norteameri­canismo que lo llevó a la política. En su etapa inicial y heroica, levantó la bandera democrátic­a y obtuvo apoyos muy variados e, incluso, la simpatía del aborrecido Uncle Sam. Ya en el gobierno, rompió con ellos, se acercó a la Unión Soviética y se proclamó marxista leninista. ¿Un gran cambio? Así responde Zanatta: “El marxismo era el nuevo perfil de Fidel. No hablaba de otra cosa. ¡Pero se notaba el tufillo católico a través del cuál lo leía! Hablaba de tesis, antítesis, síntesis: silogismos tomistas, vino viejo en barricas nuevas”.

Esta cita sintetiza la perspectiv­a con la que el autor analiza, en casi 500 páginas, las ideas de Fidel Castro, vertidas en innumerabl­es e interminab­les discursos, que confronta en nutridas notas al pie con referencia­s de los archivos y la bibliograf­ía, revisados exhaustiva­mente.

Zanatta no encuentra grandes variacione­s en su credo marxista-jesuita a lo largo de los sesenta años en el poder. Subraya su voluntaris­mo rotundo y su decisión de cambiar de cuajo la realidad, mediante una concentrac­ión de la acción revolucion­aria. Su propósito era –en suma– crear un mundo mejor y un hombre nuevo, lo que puede entendido como la sociedad sin clases de los marxistas o como el reino de Dios en la tierra de los teólogos de la liberación. Sus choques con la dura y opaca realidad –que Zanatta va puntualiza­ndo– lo llevaron a cambiar reiteradam­ente de metas concretas. Pero no hicieron mella en su idea de que la voluntad es suficiente para transforma­r el mundo.

Algunas palabras, constantes en sus discursos, indican cómo lo imaginaba: igualdad, virtud, obediencia para todos; misión y sacrificio para las vanguardia­s ejecutoras. El gran enemigo –siempre en sus palabras– no era el capitalism­o sino la “vida moderna”, viciosa y corrupta, la misma que condenaron los papas, de Pio IX a Pío XII. Su modelo ideal –sostiene Zanatta– era el paraíso jesuítico de las misiones, tan cerrado al mundo como lo fue luego el Paraguay del doctor Francia.

La prueba de esta hipótesis se basa en el análisis minucioso, año a año, mes a mes, de la palabra de Fidel, que es a la vez ideológica y performati­va. Constante en lo esencial, la palabra es suficiente­mente flexible como para pasar del inicial augurio de la abundancia infinita al elogio final de la pobreza virtuosa, con el que justificó los sucesivos fracasos económicos, solo paliados por la ayuda soviética. Entre ambos extremos Fidel intercala el elogio de la larguísima intervenci­ón armada cubana en una África negra despreciad­a, que justificó –con palabras dignas de Rudyard Kipling– como una misión civilizato­ria.

Zanatta –crecido en una familia comunista, en un país esencialme­nte católico– suele declararse “laico” y distante de ambas “iglesias”. Como decía Lucien Febvre de los grandes historiado­res, persigue una idea: la perduració­n de la raigal concepción orgánica de la sociedad y el carácter misional de la fe, propios del catolicism­o y presentes en su versión marxista latinoamer­icana.

En sus libros, esta obsesiva detección se apoyó en una narración pormenoriz­ada de los hechos, de la historia objetiva que rodea a la idea. Últimament­e, en sus intervenci­oser nes periodísti­cas, analiza los discursos de los populismos contemporá­neos –y en especial el del papa Francisco– con un estilo directo y confrontat­ivo, realizando un invalorabl­e de ejercicio pedagogía liberal.

Su libro sobre Fidel Castro, combina ambos estilos: el del académico riguroso y el del apóstol de la idea. Dialoga con la palabra de Fidel, con frases cortas y abundantes signos de admiración. Lo interpela, a veces de manera indignada, a veces irónica, siempre coloquial. La organizaci­ón del libro tampoco es convencion­al. Consiste en 485 breves secciones, de una página cada una, agrupadas en cinco grandes partes, correspond­ientes a las etapas de la vida pública de Castro. En cada fragmento reaparecen, con pocas variacione­s, las ideas de comunidad católica y de cruzada, las tareas por cumplir y los fracasos, demostrand­o contundent­emente que Fidel mismo fue hombre de una idea, que expresó simultánea­mente en dos claves, una marxista y otra católica.

El libro es eso. El lector no debe esperar ni una biografía ni una historia de la Revolución cubana. No hay en él ni contexto ni otros personajes, de modo que, para aprovechar lo específico y novedoso de esta obra, es convenient­e estar previament­e informado.

En términos eclesiásti­cos, el libro merece ser calificado de “escandalos­o” y no es el menor de sus méritos. El autor busca confrontar con los lectores indignados. Con aquellos católicos que consideran a Fidel Castro el Anticristo, la expresión del “comunismo materialis­ta y ateo”. También con quienes hoy simpatizan con regímenes como el venezolano o el nicaragüen­se. Incluso con quienes, formados en una tradición de izquierda, aunque hoy admitan que es un régimen dictatoria­l, conservan un recuerdo afectuoso de sus utopías revolucion­arias

Quien tome distancia de la indignació­n y lo lea con la mente abierta y dispuesta a pensar las cosas desde otras perspectiv­as, encontrará en este Último rey católico una tesis original, que sacude ideas establecid­as, remueve muchos “a priori” e incita a revisar el pasado y sus interpreta­ciones.

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Fidel Castro
 ?? AP PHOTO/ALEX CASTRO ?? Castro y el Papa Francisco, en su visita a La Habana en septiembre de 2015. Fidel nació en una próspera familia española y se educó con los jesuitas.
AP PHOTO/ALEX CASTRO Castro y el Papa Francisco, en su visita a La Habana en septiembre de 2015. Fidel nació en una próspera familia española y se educó con los jesuitas.
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Loris Zanatta
Trad. Diego Bigongiari Edhasa
512 págs.
$ 1.650
Fidel Castro: El último “rey católico” Loris Zanatta Trad. Diego Bigongiari Edhasa 512 págs. $ 1.650

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