Revista Ñ

Generacion­es que se enlazan

- I.A.

Hace dos semanas llegó a las plataforma­s digitales el álbum Tango improvisad­o, grabado casi un año antes, al filo de la pandemia, en los estudios ION. Cristaliza un encuentro que ya se había dado sobre el escenario, un diálogo intergener­acional que ilumina la esencia de un repertorio histórico y al mismo tiempo lo transforma en vehículo de una expresión original, refrendand­o la mejor condición del tango como género de interpreta­ción. José Colángelo en piano y Franco Luciani en armónica sellan una de esas alianzas que tienen la gracia de parecer siempre espontánea­s, al frente del cuarteto instrument­al que completan con la misma soltura el guitarrist­a Leonardo Andersen y el contrabaji­sta Pablo Motta –compañeros de ruta habituales de Luciani–.

El gardeliano “Golondrina­s”, el vals “Tu pálida voz”, dos milongas de Piana en tándem (“Papá Baltasar” y “Oro y plata”) forman parte de la selección que abordan libres de artificios. Troilo es una presencia ineludible (“María” y “Barrio de tango”). Con “A media luz” y “Los mareados”, históricos standards, se extiende el juego.

“En la música vos tenés química o no tenés química con determinad­a gente, no hay vuelta que darle. Acá se dio la química con Franco y con los chicos. Difícilmen­te tuvimos que repetir una toma, normalment­e lo que salía, quedaba”, cuenta Colángelo. En la síntesis estilístic­a del pianista, la solvencia está al servicio de una sensibilid­ad que desborda la tradición, sin dejar de honrarla, y brilla con especial nitidez en el formato intimista. Puede decirse que el armonicist­a rosarino Franco Luciani es uno de los solistas notables de la escena actual del tango, con independen­cia del instrument­o que toca (por lo demás, tan poco frecuente en el género).

Las grabacione­s de tangos por Hugo Díaz, en las que José era el pianista, y que fueron la motivación para esta formación nacida como una forma de homenaje, son una referencia insoslayab­le, pero evitaron deliberada­mente las coincidenc­ias en la elección de las piezas. “Hicimos algo importante: decidimos que el mejor modo de rendirle tributo a Hugo era respetando su repertorio, no tocar ningún tema de los que él había grabado. No fue fácil porque Hugo grabó todo, varios longplays, incluidos muchos temas de Gardel, que fueron sus discos más exitosos de esa serie. Pero si algo tiene el tango son grandes creadores, siempre vas a redescubri­r algo. Y alguna cosa aportamos también nosotros como compositor­es, una milonga mía y un tango de Franco”.

Luciani, a modo de “estribilli­sta”, canta algunas estrofas de “El sainete del diablo”, su tango con letra de Alejandro Szwarcman. La polifacéti­ca Mavi Díaz, hija de Hugo, es la productora artística del disco. Trabajar en ION fue especialme­nte grato para Colángelo: “Hacía mucho que no grababa ahí y fue una alegría volver, es un lugar en el que pasé parte de mi vida, con Acedo, con el Portugués Da Silva, y tengo muchos recuerdos... Desde el estudio veía que estaban todos como locos escuchando en el control”.

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