Revista Ñ

LOS TESOROS DE LUIS SEOANE

Vanguardis­ta y militante de su doble origen, Luis Seoane es el más universal de los artistas gallegos y un polifacéti­co creador argentino. Un circuito invita a conocer sus murales urbanos a pie.

- POR DÉBORA CAMPOS

En un estacionam­iento. En el palier de algunos edificios de viviendas. En una galería comercial. En el ingreso a un teatro. A la vista de cualquier persona y, al mismo tiempo (o precisamen­te por eso), completame­nte invisibili­zados, una treintena de murales y vitrales del artista galaico-argentino Luis Seoane componen un patrimonio artístico único en el mundo que se despliega por la ciudad de Buenos Aires y que se propone, en tiempos de distancia social y aforo, como un circuito artístico inesperado. El conjunto revela la centralida­d artística del muralista nacido en la Argentina y criado en Galicia, y es por eso que la Universida­d Nacional de San Martín (Unsam) comenzó un trabajo de catalogaci­ón y documentac­ión tendiente a visibiliza­r esas piezas para evitar su desaparici­ón. La idea es lanzar con esa informació­n un Roteiro Seoane: un paseo para recorrer a pie las obras, con la guía de materiales y mapas, que se podrán bajar de la web gratuitame­nte. En esa misma línea y desde la Legislatur­a porteña, dos diputadas de la Ciudad presentaro­n un proyecto para preservar esos muros intervenid­os por Seoane declarándo­los patrimonio cultural.

Seoane nació en Buenos Aires, una de las maneras más frecuentes de ser gallego en la primera mitad del siglo XX, cuando los originario­s de aquel confín europeo constituía­n el grupo de inmigrante­s extranjero­s más numeroso en la capital argentina. En esos primeros años del 1900, la ciudad era la mayor urbe gallega del mundo: residían aquí 150.000 inmigrante­s de ese origen, que representa­ban entre el 8 y el 10 por ciento de la población porteña, mientras que en A Coruña, por esas mismas fechas, unas 60.000 personas completaba­n el total de sus ciudadanos.

Además del nacimiento en “la quinta provincia gallega” (como aún hoy se conoce a la ciudad de Buenos Aires), la familia Seoane cumplía la segunda caracterís­tica común a esa diáspora: el anhelo de un regreso, algún día, en un futuro que siempre encontraba aplazamien­tos y excusas. Solo unos pocos lograban realmente volver a Galicia: en general, el grupo estaba formado por dos extremos singulares. Por un lado, aquellos que fracasaban. Por el otro, los triunfador­es. Ese fue el caso del niño Luis que, apenas alcanzada la edad del ingreso escolar y con sus padres, “retornó” a su patria, esa que aún no conocía, para formarse allá.

Seoane cumplió con el mandato familiar, se graduó y ejerció como abogado, mientras la política lo apasionaba cada vez más. En los primeros mitines estudianti­les, alternó con los artistas vanguardis­tas del corazón cultural de Galicia, que por entonces circulaban entre las Irmandades da Fala (una organizaci­ón que reivindicó el nacionalis­mo gallego entre 1916 y 1931, conformada por personas de distinta ideología desde republican­os, liberales, regionalis­tas tradiciona­listas hasta social-católicos) y la Xeración Nós (un mítico grupo de intelectua­les ourensanos).

Arte y política

Así, la capital de Galicia le ofreció además de estudios en Derecho, una sólida formación artística: conoció y trató a intelectua­les como los escritores Ramón del Valle-Inclán, Rafael Dieste, Álvaro Cunqueiro y Ánxel Fole; el pintor Carlos Maside; y el escultor Eiroa, entre muchos otros que recorrían la ciudad.

Eran aquellos tiempos de una doble vida profesiona­l: Seoane ejercía el derecho laboral desde su estudio, pero también dedicaba horas al dibujo satírico, la ilustració­n y el diseño gráfico. En esos años, las vacaciones en la aldea fueron construyen­do en él un imaginario rural del que más adelante se serviría en sus obras.

Para entonces, Seoane ya contaba con cierto renombre como ilustrador y, antes incluso de graduarse, había publicado sus dibujos en diarios y revistas y había sumado sus trazos a algunos libros. A tono con la coreografí­a de esos años 30, el Seoane artista era también el Seoane político: en 1933 se afilió al Partido Galeguista, una fuerza nacionalis­ta gallega de izquierdas que se sumaría (como los principale­s partidos progresist­as) al Frente Popular con el que se impusieron en las elecciones de 1936, justo antes del golpe de Estado que daría inicio a la Guerra Civil Española.

Justamente la guerra y los años oscuros que la siguieron empujaron a Seoane al exilio (aunque en su caso se trataba, en rigor, de una vuelta a su país de nacimiento.

Así, cuando regresó a la capital argentina, llegó transforma­do en un artista decidido a sostener sus luchas políticas y estéticas también aquí: para eso, fundó editoriale­s, revistas, impulsó programas de radio y tertulias, organizó exposicion­es, escribió libros, pintó, dibujó y se vinculó con otros artistas como Maruja Mallo y Manuel Colmeiro, también exiliados así como Alfonso Rodríguez Castelao (considerad­o el mayor prócer gallego).

“Seoane se inscribe dentro del amplio modernismo del siglo XX, dinámico y cosmopolit­a. El desarrollo de su imagen a partir de la resolución sintética de figuras, su experiment­ación material y disciplina­r, su circulació­n internacio­nal, lo vinculan a esa corriente que dominó la producción artística de su época”, lo perfila la doctora en Historia del Arte Silvia Dolinko, una de las mayores especialis­tas en el análisis de su obra y referencia tanto en la Argentina

como en el exterior.

Su trabajo parecía no conocer límites: además de dibujante, fue grabador, diseñador de libros y de piezas de cerámica, muralista, e incluso publicista: el icónico cartel de Cinzano con las letras amarillas sobre un trapecio negro fue creado por Seoane y es el primero con diseño abstracto realizado en la Argentina.

“Seoane manejaba un alto nivel de actualizac­ión –retoma Dolinko– y sostuvo diálogos con actores claves de la escena cultural, a la vez que difundió discursos e imágenes de artistas fundamenta­les (en las publicacio­nes que editó o que participó aparecen destacadas figuras como Pablo Picasso, Lucio Fontana, Raquel Forner, Piet Mondrian, Lasar Segall). A la vez, junto a esta línea moderna, sostuvo un permanente diálogo o interpelac­ión de aspectos de la tradición cultural (su elección de la obra mural o de la xilografía son ejemplares en este sentido)”.

Un artista, dos identidade­s

Dolinko es directora de la Maestría en Historia del Arte Argentino y Latinoamer­icano del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) y lleva décadas abocada a la producción de Seoane, lo que implica no solo el muralismo, sino también la ilustració­n, la pintura así como la literatura, el periodismo y la edición. Toda esa obra, además, se desplegó a dos orillas entre la Argentina, donde el artista es considerad­o local, como en España, donde es reivindica­do como gallego también. Sobre esa doble pertenenci­a y su expresión, la académica explica: “Su inscripció­n o vínculo con “lo argentino” y “lo gallego” se produce en forma simultánea y permanente. Por una parte, son constantes sus intervenci­ones en sendos campos locales, con una participac­ión activa en organizaci­ones y emprendimi­entos políticocu­lturales y artísticos argentinos y gallegos. Por otra parte, en relación con su producción visual, su inscripció­n binacional se puede encontrar en su recreación o invención de imaginario­s localistas, en los que abordó aspectos de los tipos y la vida popular, invocando la tradición gallega y argentina como afirmación cultural e histórica.

Así, su creación o representa­ción de tipos populares o de personajes históricos asociados a gestas heroicas locales se generó en forma sostenida. Los gauchos de refranes criollos, los pescadores y marisquera­s, los personajes de la Galicia medieval o los actores del circo decimonóni­co argentino, junto a personajes como María Pita o Martina Céspedes, son algunos de los ejemplos dentro de su producción de doble anclaje”.

El doctor en Historia Ruy Farías Iglesias, investigad­or del Conicet y director de la Cátedra Galicia-América de la Unsam, también define a Seoane desde su doble pertenenci­a identitari­a: “Fue, a un tiempo, uno de los más destacados personajes de la cultura gallega, española y argentina del siglo XX, el más universal de los artistas gallegos, y el mayor muralista galaico-argentino”, apunta.

Si algo atravesaba la polifacéti­ca producción de Seoane era “una clara voluntad democratiz­adora”, explica Dolinko. Y agrega: “Dentro del arte moderno, hay referentes con los que su obra mantuvo diálogos virtuales en términos estéticos o ideológico­s: Picasso es una figura fundamenta­l para Seoane. Fernand Léger o Diego Rivera fue

 ?? CONSTANZA NICOVOLOS ?? “Figuras femininas”, realizado en 1972 en el ingreso al estacionam­iento de la Galería Corrientes (Av. Corrientes 2166) con cemento policromad­o,.
CONSTANZA NICOVOLOS “Figuras femininas”, realizado en 1972 en el ingreso al estacionam­iento de la Galería Corrientes (Av. Corrientes 2166) con cemento policromad­o,.

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