Francia no pedirá perdón a Argelia
Si bien el presidente Emmanuel Macron pidió un informe sobre la violencia de la ocupación, aseguró que no habrá arrepentimiento.
Cualquier entusiasmo inicial ante el reconocimiento del presidente Emmanuel Macron de las violaciones a los derechos humanos cometidas por Francia sobre Argelia durante 132 años de conquista, se evaporó en las primeras semanas de este año cuando el mandatario galo aseguró que no habrá “ni arrepentimiento ni pedido de disculpas” por la guerra de ocho años que puso fin al colonialismo en el país africano, aunque no se descartan una serie de actos destinados a la reconciliación. O algo así.
Macron recibió en los últimos días un documento de 150 páginas que había encargado hace seis meses a uno de los mayores especialistas en la historia del norte de África: Benjamín Stora, nacido en 1950 en la Argelia que en ese tiempo era todavía francesa. En el informe, el intelectual sugiere 22 medidas: las conmemoraciones de masacres de argelinos en Francia o de los harkis –que combatieron con Francia contra la independencia–, la localización de los restos de desaparecidos de ambos bandos durante la guerra, la creación de una comisión “de la memoria y la verdad” constituida por expertos de ambos países, cooperación universitaria, recíprocas visitas estudiantiles y la creación de un archivo común, entre otras.
Argelia es para los franceses lo que Vietnam para los estadounidenses: la humillación de la derrota y las heridas que eso deja durante generaciones.
La lucha por la independencia de Argelia tomó impulso en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial. En 1954, el Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia lanzó una guerra de guerrillas y buscó el reconocimiento de la ONU, pero las fuerzas francesas, que llegaron a contar con 500.000 soldados, tomaron el control de la capital argelina mediante la aplicación de técnicas de represión bien conocidas en la historia reciente argentina.
En 1959, ante el recrudecimiento de los combates, el líder francés Charles de Gaulle declaró que Argelia tenía derecho a dirigir su propio futuro y el 3 de julio de 1962 se firmó un acuerdo por medio del cual el país africano logró su independencia,.
Para el analista Abraham Zylberman, “existe lo que se llama la escuela francesa. Era un grupo de oficiales de ese país que entrenaban a militares de distintos países en la represión, desaparición y asesinatos”.
“Eran técnicas de represión que ellos aplicaban en Argelia, respecto a los grupos opositores argelinos-árabes. Esa metodología la fueron dando a quienes querían aprenderlas. Eso se reflejó muy bien en la Escuela de las Américas de Panamá, que estaba en el sector estadounidense del canal”, dijo Zylberman a la agencia Télam.
El analista, que es profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Buenos Aires, especializado en el Holocausto, mencionó que algunas de esas técnicas se aplicaron también en Argentina durante la dictadura cívico-militar, entre 1976 y 1983, aunque, advirtió, “con los matices propios de cada país”.
La guerra librada por Francia en Argelia continúa siendo un episodio doloroso en la memoria de millones de franceses y argelinos. Al menos 7 millones las personas en Francia todavía se sienten afectadas directamente o por lazos familiares y no es un colectivo homogéneo: ahí están los pied-noirs (franceses y europeos que vivían en Argelia, algunos desde hacía generaciones) y que debieron huir y abandonarlo todo; los militares galos que lucharon allí; los harkis (argelinos que combatieron al lado de los franceses y que sufrieron salvajes represalias) y los inmigrantes llegados a partir de los años sesenta.
Nunca es sencillo para una nación con pasado imperial asumir ese pasado colonial, la posterior descolonización y la denuncia de sus abusos y crímenes. Para Francia, además, parece ser una tarea espinosa ya que se enfrenta con problemas de sensibilidad social y política, en ambas orillas del Mediterráneo.