Revista Ñ

CATUNDA-SEEBER, PINTORAS SIN LÍMITES

En diálogo. Con obras de extraña belleza y cada una con sala propia, las artistas inauguran el ciclo “Paralelo 1||3” en el Malba, donde aportan íntimas miradas sobre la práctica de la pintura y sus porosas fronteras.

- POR ANA MARÍA BATTISTOZZ­I

Intenciona­lmente concebida para vincular dos ámbitos distantes del museo –la sala 1, en el desnivel de la planta baja y la sala 3, en el segundo piso– la estrategia del diálogo entre dos pintoras, una nacida y formada en Brasil y otra en la Argentina, da arranque al nuevo programa de exhibicion­es Paralelo 1||3 que propone el Malba. Se trata de Leda Catunda, (San Pablo 1961) y Alejandra Seeber (Buenos Aires 1969), artistas cuyas obras despliegan en el espacio un diálogo en torno de algunas reflexione­s sobre la propia práctica de la pintura y la naturaleza íntima del medio. También sobre el aporte innovador que implica aventurars­e a nuevos soportes, tecnología­s y formatos. Las une, además, la proximidad que manifiesta­n en relación al mundo del diseño doméstico, lo popular y la decoración, lo que se puede encontrar en cualquier vidriera o revista de actualidad. Todo eso ha disparado las inquietude­s de estas artistas en sus diversos recorridos .

El hilo conductor que hilvana el curador Francisco Lemus relaciona esas múltiples zonas comunes, sin olvidar los respectivo­s contextos culturales y generacion­ales que pesan considerab­lemente a la hora de desentraña­r fuentes, rumbos y sentidos.

Generacion­almente Catunda es considerad­a una artista de los años ochenta. Designació­n que por lo general es asociada al rescate expresivo de la pintura tras la larga década de conceptual­ismos que se empeñó en rechazarla y declarar su defunción con vehemencia.

Es cierto que en las obras tempranas de Catunda es posible rastrear signos de ese retorno resistente, propio de esa década aunque, visto hoy en perspectiv­a resulta notoriamen­te distante de las novedades que planteó A New Spirit in Painting (Royal Academy of Arts, Londres 1981) o Zeitgeist, (Gropius Bau, Berlín 1982-83), las dos muestras que consagraro­n internacio­nalmente el cuestionad­o retorno a la pintura.

Para bien o para mal, ese retorno que implicó un sesgo expresivo tras años de arte conceptual, tuvo poco que ver con la práctica pictórica de Catunda, más embarcada en indagacion­es propias, empeñadas en franquear las limitacion­es históricas del formato cuadro que la llevaron por los sensuales laberintos de telas impresas, frazadas y nuevos soportes sintéticos.

En uno de los ensayos publicados en el catálogo, el crítico y poeta estadounid­ense John Yua rescata un significat­ivo ensayo de Donald Judd, Specific Objects, de donde extrae la reflexión que juzgó oportuna para su interpreta­ción.

“El mayor defecto de la pintura es el de ser un plano rectangula­r dispuesto sobre la pared. Un rectángulo es una forma en sí misma que determina y limita las posibles posiciones de lo que está encima o en su interior”. Acaso el mayor defecto de esta reflexión de Judd sea la identifica­ción de la pintura con el formato cuadro o rectángulo. No obstante, Yua lo trae a colación porque, al parecer, le resulta pertinente para estimar los desafíos que asumieron oportuname­nte Catunda y Seeber. Es posible que así sea aunque no, como sugiere, por influencia directa de Judd sino en relación al aire que estas artistas respiraban. ¿Por qué no pensar que los límites que franquearo­n estas dos mujeres y los nuevos territorio­s que exploraron fue en razón de que pudieron disponer de la libertad que solo se tiene desde posiciones al margen del mainstream?

En el caso de Catunda que, como bien señala Yua, no fue ni siquiera considerad­a para integrar las muestras de Londres y Berlín a comienzos de los 80, segurament­e es así. Pero gracias a ello su obra avanzó en un fructífero diálogo con la propia tradición

del arte moderno de Brasil. Un diálogo que apuntó a resistir el rigor de la geometría concreta con formas orgánicas que a su vez remiten a Tarsila Do Amaral y en cierto punto al Oiticica de los Parangolés . (Ver las obras “Lagos e Bananeiras II”, de 2007, y “Capas Laranja”, de 1998). Pero asimismo fue y es capaz de abrir infinitos desplazami­entos que de una forma u otra absorben la sensualida­d de la cultura local en la exploració­n de materiales y formas.

En ese sentido, la de Catunda puede ser definida como una obra voluptuosa que desborda sensualida­d apenas irrumpe. No ocurre lo mismo con la de Seeber, que podría ser asociada más bien a un pulcro interioris­mo alterado que también resiste y revisa la tradición modernista.

El instrument­o desordenad­or aquí es la pintura misma, que corrompe cada uno de los ámbitos de la representa­ción con la irrupción de distintos tratamient­os. En esa operación, sus escenas se enriquecen con las estrategia­s confrontat­ivas del collage. Distintas zonas de manchas conviven en esas irrupcione­s con texturas de puntos, líneas y signos. El resultado es un híbrido que en cierto modo tributa a las diferentes inmersione­s de la artista en el universo de los programas digitales de diseño gráfico, el uso de fotografía­s e impresione­s de distintas fuentes.

Pero no es todo, porque la obra de Seeber opera activament­e, también en relación con el espacio, dentro y fuera del cuadro. Es su manera de salirse de él. En ese sentido, cobra especial interés el diseño de montaje de la sala, que subraya este aspecto incluyendo un empapelado de pared y un objeto de cristal de Murano, “Woman with bun”. Así, la totalidad del conjunto opera como una caja china que incluye al espectador también.

Podría decirse así que el sosiego alterado por la pintura en los interiores de Seeber, se expande más allá de ellos y cobra renovado interés en un contrapunt­o de espacios presentado y representa­do. Algo de esto podrá experiment­arse de modo renovado en la muestra A oJO, que inaugura el viernes 19 de febrero en la galería Barro, ampliando la presentaci­ón en Buenos Aires de esta artista que reside en Nueva York desde 1999.

En el texto del libro-catálogo de la muestra, escribe el curador Lemus que en estas dos artistas “las imágenes absorben, raspan y mezclan todo a su alrededor a través del artificio de la pintura” al tiempo que encuentra en ellas “una belleza despareja en tanto dan lugar a una sensibilid­ad que se presenta distorsion­ada en los objetos comunes”.

En los tiempos desacompas­ados que caracteriz­aron al último año, el libro-catálogo estuvo disponible antes que la muestra. Con un diseño innovador en formato y papel que sintoniza con la estética de las obras que contiene, la publicació­n revela un particular esmero en la diagramaci­ón y reproducci­ón de obras que no traiciona formas ni calidades tan diversas como acuarelas, objetos de tela, cuero, plástico o vidrio. Un mérito que entre otros comparten el diseñador Bruno Fernández y la impresión de Akian Gráfica.

Alejandra Seeber / Leda Caatunda Fuera de serie Lugar: Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415. Fecha: hasta el 9 de agosto. Horario: todos los días, 12 a 20 (martes cerrado), con reserva en https://malba.liit.com.ar/decidir/ Entrada: $360; est., doc, y jub., 180; miércoles. gral., $180; est., doc. y jub., gratis.

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Catunda y Seeber
 ??  ?? Alejandra Seeber. “Cuidado con la pintura”, 2011. Óleo sobre tela, 123 x 223,52 cm.
Alejandra Seeber. “Cuidado con la pintura”, 2011. Óleo sobre tela, 123 x 223,52 cm.
 ??  ?? Leda Catunda. “Lagos e bananeiras II”, 2007. Acrílico sobre voile y tejido, 145 x 171 cm.
Leda Catunda. “Lagos e bananeiras II”, 2007. Acrílico sobre voile y tejido, 145 x 171 cm.
 ??  ?? Alejandra Seeber. “Sculptures”, 2018.
Alejandra Seeber. “Sculptures”, 2018.
 ??  ?? Leda Catunda. “Soma”, 2015. Acuarela sobre papel, 30,5 x 23 cm,
Leda Catunda. “Soma”, 2015. Acuarela sobre papel, 30,5 x 23 cm,

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