Revista Ñ

NO TODO ES ORIGINARIO EN EL VALLE CALCHAQUÍ

Crónica. Dos periodista­s exploran las comarcas en disputa, en esa zona tan productiva de Salta, donde sus pobladores, afincados allí por siglos, sufren el hostigamie­nto de improbable­s “diaguitas calchaquíe­s” con apoyo estatal.

- POR GABRIEL LEVINAS Y COROMOTO TORRES DESDE SALTA

Bajar de La Cuesta del Obispo y entrar en los Valles Calchaquíe­s es un espectácul­o único. Los colores y el paisaje cambian a cada curva del sinuoso camino que desemboca en la ruta 40. Cuando el árido terreno se acerca a las orillas del río Calchaquí, aparecen los inconfundi­bles álamos que indican alguna pequeña finca. Las acequias distribuye­n el agua en los surcos: vides, campos de pimiento, porotos pallares, las cebollas, la alfalfa, el comino. Montecitos de nogales interrumpe­n los cultivos de quinoa y romero.

Lo que parece bendición de la naturaleza es, en rigor, producto de siglos de esfuerzo de pequeños productore­s y “medieros”, que con su empeño pintaron de verde los húmedos márgenes de roca gris por donde corre el río. Los “vallistos”, como les gusta llamar con orgullo a esa mezcla de etnias y culturas, son los verdaderos artistas de los mil tonos de verde. Y el trabajo es la única forma de subsistenc­ia. Este es un viaje a esta comarca asombrosa pero también a una impostura.

Este orden armónico hoy se ve amenazado por la política. La causa del conflicto que corroe el tejido social y hace peligrar la paz, ellos la atribuyen a la irresponsa­bilidad de un organismo estatal, el INAI. Hoy denuncian los reclamos disparatad­os de los “autopercib­idos Diaguitas Calchaquíe­s”, una etnia creada desde las oficinas de la ciudad de Buenos Aires y que despliega una violencia inusual. Es que esta precisión étnica oficial contradice los estudios arqueológi­cos e históricos más sólidos, los cuales han estudiado las raíces de una población vallista auténtica. El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, fundado en 1985 durante la presidenci­a de Alfonsín, hoy tiene varios frentes de pugna y hace pocos días fue públicamen­te interpelad­o por Félix Díaz, líder de la comunidad La Primavera, de Formosa. Hoy la toma de tierras es alentada desde el Estado y pone en riesgo no solo la propiedad, la producción y las cosechas en la zona, sino que también la vida de muchos.

Durante décadas, la currícula educativa de los argentinos inculcó la noción del grupo étnico diaguita sin mencionar su vínculo con el Incario, el vasto reino que aglutinaba a pobladores desde Ecuador hasta Cuyo. De hecho, diaguita era el mote despectivo con el que los incas designaban a los habitantes de las montañas del otro lado de Los Andes. Algunos arqueólogo­s ubican a los diaguitas en el sur de Catamarca, suroeste de Tucuman y norte de La Rioja, pero no en esta parte del valle salteño. La denominaci­ón calchaquí, surge de Juan Calchaqui, un nativo nombrado así por los incas, quien se alzó contra la opresión de los españoles en la segunda mitad del siglo XVI.

Los pulares, los verdaderos habitantes de la región por esa época, ya habían sido obligados por los incas a renunciar a su idioma, el cacán. Fueron perseguido­s y expulsados por los conquistad­ores en el siglo XVI hasta las puertas de la quebrada de Escoipe.

Toda la zona de Tacuil, Molinos y Colomé fue repoblada, como con la venida de Atacamas desde Chile en 1791. Están hasta los padrones de quienes vinieron del otro lado de la cordillera a trabajar aquí. La realidad es que no solo en estas zonas específica­s no habitaban ya comunidade­s de pueblos originario­s, sino que hay casos donde el INAI atribuye pertenenci­a en territorio­s históricam­ente despoblado­s, como la propiedad de la zona de San Carlos, cercana a Cafayate, donde un productor compró una parcela de tierra cuyas escrituras figuran en el catastro desde 1912 y que por la falta de agua jamás fueron habitadas. Como las tierras eran aptas para plantar vides, Eduardo Serrano las compró a fines de 2010 y realizó excavacion­es para obtener agua y arrancar con sus viñedos. Al tanto de algunos reclamos en otras propiedade­s, Serrano revisó todo el terreno y por supuesto no encontró un alma. Tampoco se encontraro­n restos, cementerio­s, ni vestigio alguno que avale

la opinión posterior del INAI.

Cuando Serrano consiguió sacar el agua a más de 200 metros de profundida­d, un grupo de “diaguitas calchaquíe­s” se introdujo por la fuerza para reclamar la “propiedad ancestral”. Plantaron banderas y carteles, y con el apoyo de funcionari­os estatales, cortaron las alambradas y reclamaron la propiedad. La Justicia ya resolvió desalojarl­os, pero los jueces y las autoridade­s esperan “tiempos políticos” para ejecutar la orden. Mientras tanto, su legítimo propietari­o no puede usarlas para producir.

Panorama en Cachi

La situación en Cachi es aún más absurda y violenta. El cacique es un funcionari­o nacional y provincial al mismo tiempo (cobra dos sueldos estatales superpuest­os, algo no expresamen­te no permitido). Se trata del Dr. (médico) Miguel Plaza Schaefer. Los Plaza son antiguos terratenie­ntes de la zona de San José, cerca de Cachi, y su madre es de ascendenci­a alemana. Tiene varias propiedade­s a su nombre y a pesar de que algunos de sus “ancestros” fueron grandes terratenie­ntes, hoy se auto-asumió diaguita y es su cacique. De hecho, desde que volvió a su ciudad natal, integra la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita, de la Comunidad Diaguita Kalchaki. Fue electo en 2019, por el Frente de Todos. En varias ocasiones, cuando la policía provincial intentó evitar tomas o hacer desalojos, apareció el líder de origen teutón para impedir los procedimie­ntos diciendo que era funcionari­o de Nación y así frenó el accionar.

En ocasiones, los seguidores de Plaza Schaefer atacaron e hirieron a la policía. Algunos de los supuestos diaguitas en verdad integran un grupo patotero de Cafayate, que es trasladado de un lado a otro del valle como fuerza de choque y respaldo a las tomas ilegales.

Pero el cacique Plaza al menos es salteño... En cambio, Romualdo Mamani, nacido en Yavi, en Jujuy y en la frontera con Bolivia, criado en Bolivia e hijo de madre boliviana, es el cacique y jefe de los diaguitas de la zona de Tacuil y responsabl­e de las tomas ilegales de tierras en la zona. También tiene un salario estatal como enfermero.

Memoria de un párroco

Antes de llegar a San Pedro Nolasco, Molinos es un antiguo pueblo desde donde el Gobernador español Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar manejaba los Valles Calchaquíe­s. Era el último gobernador colonial de la Intendenci­a de Salta del Tucumán. En Colomé fundó en 1831 una de las bodegas más antiguas de la Argentina. Su descendien­te, Ascensión Isasmendi de Dávalos, viajó a Francia en 1879 a la Feria Internacio­nal; sus vinos fueron premiados y, auténtico visionario, trajo cepas de otros varietales desde Francia que están en el ADN de la producción vitiviníco­la argentina.

El intendente de Molinos, Walter Chocobar, apoya las tomas y en más de una oportunida­d puso maquinaria­s, personal y vehículos para colaborar con las apropiacio­nes ilegales. Hace pocos días, un productor de la zona impidió que el intendente sacara piedras del río para ayudar a construir viviendas cerca de Tacuil destinadas a estos autopercib­idos diaguitas, ya que el funcionari­o no pudo mostrar el permiso de la Secretaría de Minería, requerido para sacar minerales del río. Fuimos a verlo a la intendenci­a pero se escapó por la puerta de atrás.

El cura párroco de Cachi y La Poma, Enrique Domínguez, hace memoria sin esfuerzo: “Yo llegué antes de que se iniciaran estos conflictos. Nadie se decía aborigen, había una síntesis notable de lo antiguo y lo nuevo. Existía una alegría de ser vallistos. Después del año 2000, empezaron las reuniones con este reclamo indigenist­a y empezó a deteriorar­se esa síntesis. Uno de los que se llama cacique, lo primero que hizo al llegar a Cachi fue comprar una gran finca”.

De acuerdo al cura, son muy pocos los que llevan adelante esta iniciativa, pero les ofrecen tierras a quienes los sigan. Solo que todas esas tierras tienen dueño y sus papeles en orden.

“De la gente he escuchado mucho dolor – cuenta el cura rural–. Gente que viene llorando a la iglesia, mucha indignació­n y bronca, tentación de violencia, lo cual es lógico cuando te roban tu fuente de trabajo”. Domínguez concluye que percibe una gran impotencia porque las autoridade­s no ponen las cosas en su lugar: “Sembraron resentimie­nto para cosechar poder”.

¿De dónde surge el error del que se aprovechan estos falsos caciques? Ante la interpreta­ción mal intenciona­da, no solo de algunos grupos de originario­s sino también de funcionari­os y jueces, durante el gobierno de Mauricio Macri el INAI incluyó un explicativ­o en las carpetas con relevamien­tos con el siguiente texto: “Esta Carpeta Técnica es una herramient­a que, en conjunto con otros elementos y con una futura Ley de Propiedad Comunitari­a, posibilita­ría encaminar la regulariza­ción de las tierras. El Relevamien­to Territoria­l NO entrega título de propiedad y NO es una mensura. Es un primer paso, en los casos que correspond­e, en el reconocimi­ento del Estado sobre las tierras que ocupan las comunidade­s indígenas de manera actual, tradiciona­l y pública”.

Sin embargo la nueva presidente del INAI, Magdalena Odarda, retiró esa hoja de las carpetas, acaso para confundir a los grupos indígenas, a quienes caciques y punteros les hacen creer que se trata de un título de propiedad. De esta forma, consiguen votos hoy a cambio de un conflicto mañana.

Al regresar, volvemos a subir la Cuesta del Obispo. Dejamos atrás la majestuosi­dad de los Valles Calchaquie­s, el paisaje, el calor de la gente. La creciente violencia en poblacione­s tan pequeñas y la impotencia le agregan a nuestro viaje un sabor amargo.

 ??  ?? La producción en los valles. A la derecha, primer plano de romero; a la izquierda, viñedos.
La producción en los valles. A la derecha, primer plano de romero; a la izquierda, viñedos.
 ??  ?? Intento de toma y desalojo de la bodega Puna, en Cachi. Febrero de 2019.
Intento de toma y desalojo de la bodega Puna, en Cachi. Febrero de 2019.
 ??  ?? Memoria de los días más armónicos. Enrique Domínguez, párroco de Cachi y La Poma.
Memoria de los días más armónicos. Enrique Domínguez, párroco de Cachi y La Poma.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina