Revista Ñ

Postales de la pasarela menemista

Clima de época. La mutación en el atuendo del expresiden­te a lo largo de los 90 permite rastrear las directrice­s culturales que signaron esa década.

- María Eugenia Maurello

A su diestra, el guitarrist­a Keith Richards, le apoya la mano en el hombro, mientras, al otro lado, lo acompaña Ron Wood, y por detrás, lo escoltan Charlie Watts y Mick Jagger. Esa imagen que podría ser la típica promoción de una banda de gira, en este caso, “Voodoo Lounge’’, no es otra que la de los Rolling Stones en su visita a la quinta de Olivos en 1995. Y ahí, en medio de ellos, Carlos Saúl Menem, exultante, en modo recepción de celebridad­es. Claro que esa no fue la única vez que el expresiden­te desplegó sus dotes para el show business internacio­nal, porque también hizo lo propio, cuando, en una exageració­n protocolar, se tuteó con figuras como la cantante Xuxa, la súper modelo Claudia Schiffer (corrían los años del fenómeno global de las top models) y la reina del pop, Madonna, que filmaba aquí Evita. Reiteradas fotos con Charly García, Maradona y junto a los personajes del año de la revista Gente, rodeado por Valeria Mazza, Sol Acuña y Araceli González. El famoseo fue su márketing político, su soft power. Esas son inequívoca­s postales de los 90 que bien podrían explicarle a un centennial de qué se trató el clima de la década. El presidente se vistió como sus aliados, los grandes inversores y capitalist­as del mundo, mientras de paso conquistab­a los votos de las clases alta y media.

La “fiesta menemista”, como la llamó el empresario automotriz Raúl Antelo, avanzó en la ostentació­n, en contraste con la austeridad anterior, signo de la transición del alfonsinis­mo. Donde antes había trajes deslucidos y discreción en las joyas, la estética Menem reflejó y celebró la paridad cambiaria con el dólar y puso en escena la reinserció­n de la Argentina como aliada de la OTAN, en la Posguerra Fría.

El cambio de look se notó desde el vamos, en un candidato que dejó atrás el verosímil del caudillo de poncho y patilla, que gobernó La Rioja en dos períódos, para mixturar las camperas sporty, las remeras de piqué con cuello polo y pantalones en denim celeste claro: Menem hombre de gran mundo, héroe deportivo y a ladies’ man (el mujeriego y “tuerca” que en efecto fue).

El mandatario optó por los memorables trajes cruzados, a menudo de seda, las corbatas con nudo en forma de corazón, y una paleta de colores que incluyó pasteles y texturas poco frecuentes para la opacidad y los tonos oscuros habituales en las más altas esferas del poder. Encarnó él mismo el lujo –el postergado derecho de los argentinos aese mismo lujo–, que también estaba en su genética y en el legado islámico.

La modista italiana Elsa Serrano se integró a su séquito, primero como diseñadora de la esposa del presidente, para luego ocuparse de Zulemita, quien ante el desalojo literal de la Primera Dama, devino acompañant­e oficial de su padre. Así, Serrano se transformó en una inédita asesora full time, miembro de la comitivas presidenci­ales que trajinaban el avión Tango 01, comprado en 1992 por 66 millones.

La paridad cambiaria permitió viajar a tantos como la “plata dulce” de Martínez de Hoz. Y fundió a las pymes textiles argentinas, mientras las mujeres de clase media se daban el gusto de comprar los tapados de lana franceses de Cacharel, a 350 convertibl­es, pagaderos en cuotas.

La pasarela menemista incluyó, además, el culto a la Ferrari Testarossa; el recordado abrigo de piel de la portada protagoniz­ada por María Julia Alsogaray, secretaria de Estado, y lujo como objeto de deseo; y la estética de las hermanas Yoma, summum de belleza atemporal signado por las cirugías faciales y corporales. Ese nuevo canon aspiracion­al –el de los pasillos de palacio– encontró traducción en la calle, en el afán por el hiperconsu­mo apuntalado con el advenimien­to de los shopping center, en detrimento de las viejas galerías y calles comerciale­s, con los grandes desarrollo­s inmobiliar­ios, como el modernizad­or Puerto Madero, y los asiduos viajes a los Estados Unidos. Esa fue la contracara más superficia­l del aumento en la tasa de desempleo y los estertores de una industria nacional acorralada.

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El 9 de febrero de 1995, Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts visitaron la residencia presidenci­al tras un show en River Plate.
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DIEGO DÍAZ Xuxa, la estrella infantil, visitó a Menem en la Quinta de Olivos.
 ??  ?? María Julia Alsogaray, que ocupó varias funciones durante la presidenci­a de Carlos Menem, posó para la Revista Noticias el 22 de julio de 1990 envuelta en un tapado de piel con los hombros descubiert­os.
María Julia Alsogaray, que ocupó varias funciones durante la presidenci­a de Carlos Menem, posó para la Revista Noticias el 22 de julio de 1990 envuelta en un tapado de piel con los hombros descubiert­os.

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