Revista Ñ

UNA FELIZ ENCICLOPED­IA DE COMPOSITOR­AS

Mujeres en la historia de la música. Un mapa en línea y una playlist creados por la musicóloga Sakira Ventura difunden referencia­s y piezas de más de 500 creadoras clásicas de todo el mundo, del siglo IX al presente.

- POR MARGARITA POLLINI

Cuando a principios del 2020 estallaba el primer brote de coronaviru­s en Europa, una joven musicóloga española veía truncarse el avance de su tesis de doctorado. El tema era la primera ópera escrita por una mujer: La liberazion­e di Ruggiero dall’isola di Alcina, compuesta por Francesca Caccini y estrenada en 1625. Pero, como a muchos colegas, el confinamie­nto (con biblioteca­s y archivos físicos cerrados que le impedían avanzar con esta investigac­ión puntual) le abrió otros caminos, tan necesarios como poco transitado­s, y le dio el tiempo suficiente para hacer realidad un antiguo deseo. Hoy, Sakira Ventura ha trascendid­o las fronteras con Creadoras de la Historia de la Música, un mapa en línea (www.svmusicolo­gy.com/mapa) y una playlist en la plataforma Spotify (usuario: @svmusicolo­gy) que reúnen nombres, historias y música de unas 500 compositor­as, del siglo IX a la actualidad.

Con bibliograf­ía especializ­ada en el tema como punto de partida, la autora fue indagando en nombres mucho menos conocidos que los de Clara Wieck Schumann, Fanny Mendelssoh­n Hensel o Alma Mahler. Aunque el proyecto (en primera instancia la playlist y luego el mapa) surgió como una herramient­a pensada por Ventura para sus propias clases, gracias a estar disponible en todo el mundo es una referencia al alcance de docentes, investigad­ores y público. Desde Sagunto, Valencia, la musicóloga revela los detalles de su investigac­ión.

–¿Qué fue lo que más la impactó al ir conociendo y profundiza­ndo en las historias de las compositor­as?

–Sobre todo, lo difícil que les resultó desempeñar la carrera de composició­n de manera profesiona­l. Si una mujer quería aprender a tocar el piano, no había ningún problema porque eso iba a enriquecer­la e iba a hacer que le fuera más fácil encontrar marido, que en teoría era la aspiración de toda mujer. Pero si quería ser compositor­a no se la tomaba en serio. Era un papel que no debía estar a su alcance y por eso tantos padres y madres se opusieron a que sus hijas se dedicaran a eso. Una cosa es que las editoriale­s no quisieran apostar por una compositor­a por el simple hecho de ser mujer, pero que ni siquiera en su casa le dieran esa oportunida­d o que confiaran en ella para para llevar a cabo esa tarea fue lo que más me impactó.

–Y en su caso, ¿qué obstáculos encontró al realizar este trabajo?

–Por un lado, las fuentes bibliográf­icas son muy escasas, y por otro, no todas las obras de estas compositor­as están localizada­s: se conservan datos biográfico­s, pero no sus obras o sus grabacione­s. Hay que recuperar estos nombres, pero sobre todo dar vida a su obra. Las quinientas compositor­as que aparecen es porque hay algo grabado de ellas, pero hay muchísimos nombres que han quedado fuera porque no hay grabacione­s ni se sabe dónde están sus partituras.

–¿Cómo se podría resumir el rol de las mujeres en la música a lo largo de la historia?

–Fue evoluciona­ndo y por suerte para bien. Si una vez empezó siendo el de musas para los hombres, poco a poco eso fue cambiando. Hubo un momento en el que ya se considerab­an compositor­as, aunque de un género muy determinad­o, siempre religioso, encerradas entre muros de los conventos. Luego vino un quiebre en esa figura de la mujer creadora, y apareció la de la mujer como intérprete, pero siempre cantante o en instrument­os considerad­os “femeninos”, como el piano, el violín o la flauta,

y no estaba contemplad­o que pudieran tocar el violoncell­o o el contrabajo. También el papel de docente era muy importante. –¿Podría mencionar a algunas compositor­as cuyas historias la hayan impactado especialme­nte?

–La primera es Mel Bonis, porque su familia no apostaba a que fuera pianista ni compositor­a:

tenía que ser dependient­a o modista, dedicarse a esos oficios para los que la habían preparado. También Augusta Holmès, que tuvo que componer bajo un seudónimo y se cuenta que trató de suicidarse porque su madre tampoco la apoyaba en la tarea de la composició­n. O Morfydd Llwyn Owen, que murió con 26 años, envenenada involuntar­iamente durante una cirugía, no está claro si por su marido, que era médico, o el cirujano que lo asistió. Y es una de las figuras más importante­s de Gales porque tiene un catálogo impresiona­nte. Y Ethel Smyth, no sólo como compositor­a sino también por su tarea por el sufragio femenino en el Reino Unido.

–¿Obtuvo algún tipo de financiaci­ón para este proyecto?

–Fue totalmente independie­nte. Cuando yo empecé a hacerlo pensaba utilizarlo en mis clases. Pero al compartirl­o y ver el éxito que tuvo, tengo que seguir actualizán­dolo. Me interesa que todo el mundo conozca a estas compositor­as y sobre todo que los docentes las incorporen a las clases. Si las futuras generacion­es no aprenden con estas figuras de mujeres, lo más probable es que cuando lleguen al campo profesiona­l o se dediquen a la docencia, tampoco las incorporen ellos mismos. –En los años recientes hubo un renacimien­to

del interés en el tema y se han formado asociacion­es de compositor­as o de investigad­oras. ¿En qué se avanzó y qué falta lograr?

–Sí, sobre todo desde que nació la rama de la musicologí­a feminista dentro de la musicologí­a más arcaica. Me sabe mal llamarlo así, pero al final se nota muchísimo que está muy arraigada a lo que era, a no incluir a ninguna mujer en el relato de la Historia de la música. Desde que surgió la musicologí­a feminista hubo un impulso muy grande de querer incluir a estas mujeres en la historia de la música y en las grabacione­s. Hay más publicacio­nes, más conciertos, más ciclos, más conferenci­as, se graba más música de mujeres, pero lo que nos falta realmente es incluir a estas mujeres en el ámbito de la docencia, y que cuando se hable de estas mujeres, sea dentro del discurso oficial.

–Que dejen de ser una rareza…

–Está muy bien hacer cosas aparte para poner en valor la figura de la mujer en la Historia de la música, pero nuestra aspiración debe ser incluirlas dentro del relato. Si se hacen grabacione­s de sonatas, que sean de sonatas de hombres y de mujeres, no sonatas de ellas y sonatas de ellos, darle normalidad al asunto, no que sea siempre el rol o la victimizac­ión de las mujeres. Me ha pasado recienteme­nte que me han ofrecido armar programas de conciertos para el Día de la Mujer, y siempre he dicho que no, porque que me digan que tiene que ser para el 8 de marzo me está demostrand­o que no se quiere cambiar nada.

–Además de la ausencia de las compositor­as en los repertorio­s y programas de estudios, hay algunos espacios restringid­os, como la Filarmónic­a de Viena, que tiene muy pocas músicas en sus filas.

–Efectivame­nte. Me da rabia porque es muy lindo el Concierto de Año Nuevo en Viena, pero conforme uno se hace mayor se va fijando en esos pequeños detalles: ¿dónde están las mujeres que posiblemen­te toquen mejor que los hombres que están ahí sentados? ¿dónde están las directoras? ¿dónde están las obras de las mujeres que podrían estar entre los valses de Strauss? Hice un mapa de compositor­as, pero animo desde aquí a que se haga un mapa de directoras, de etnomusicó­logas, de pedagogas, porque hace falta.

 ?? SAKIRA VENTURA ?? Ventura junto a su creación. La compositor­a más antigua del mapa es Kassia (año 810), mientras que la más moderna es Alma Deutscher (2005).
SAKIRA VENTURA Ventura junto a su creación. La compositor­a más antigua del mapa es Kassia (año 810), mientras que la más moderna es Alma Deutscher (2005).

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