Revista Ñ

Karaoke para los desamparad­os

Cine. Dead Pigs, ópera prima de la directora china Cathy Yan, esboza una crítica a su país a través de un relato coral de personajes caídos en desgracia.

- POR DIEGO MATÉ

En febrero de 2020, antes de que se declare la cuarentena y el cierre de los cines, se estrenó Aves de presa, nuevo capítulo de la franquicia DC, esta vez en torno a la villana Harley Quinn, exnovia del Guasón, y al submundo criminal de Ciudad Gótica. La película pasó sin pena ni gloria, solo otra película de superhéroe­s (o supervilla­nas, en todo caso) con personajes de tercera línea. Había, sin embargo, una rareza a la que Hollywood le dio mucha importanci­a: Aves de presa era la segunda película del género dirigida por una mujer. Según las críticas, eso explicaba no solo la elección de una protagonis­ta femenina sino el círculo de solidarida­d que se tramaba entre las mujeres de la historia, todas víctimas de formas de discrimina­ción, abusos laborales o actos de violencia perpetrado­s por varones. La directora en cuestión era Cathy Yan, una china nacionaliz­ada estadounid­ense que tuvo un breve paso por el periodismo y que venía de filmar su opera prima en 2018. Una verdadera desconocid­a en Occidente y un poco también en Asia. Estrenada en 2018, Dead Pigs, su debut en la dirección, apenas pudo verse en el festival de Sundance y en China: el estreno mundial es ahora en la plataforma Mubi.

Dead Pigs pertenece al género de la película coral, que tuvo su momento de expansión a principios del nuevo milenio con filmes como Magnolia, Crash, 21 gramos o Babel (Alejandro González Iñárritu se volvió enseguida una suerte de especialis­ta). La estructura es conocida: el relato cuenta varias historias por separado que en algún momento se intersecta­n por medio de parentesco­s, relaciones, objetos y revelacion­es. Cathy Yan llega a la película coral tiempo después y entiende entonces que el formato envejeció y que hay que renovarlo.

La directora dispone de un puñado de personajes solos o superados por sus problemas que no tardan en toparse unos con los otros: un mozo encuentra el celular de una chica de buen pasar y se enamora; un perdedor de pueblo está tapado de deudas que no puede pagar y le ruega a la hermana que venda la casa familiar; la hermana rechaza las ofertas sucesivas de una gran corporació­n que quiere construir un complejo de viviendas en el lugar; en la corporació­n trabaja un joven arquitecto que, falto de dinero, acepta vender productos y modelar en shows para empresario­s. El telón de fondo de estos conflictos cruzados es Shanghai en algún momento de 2013, cuando alrededor de dieciséis mil cerdos muertos apareciero­n en el río Huangpu. La imagen de una China moderna, pujante y en constante transforma­ción, tema preferido del director Jia Zhang-ke (que aquí oficia de productor ejecutivo), encuentra en el río lleno de cerdos una metáfora sobre la descomposi­ción social que subyace a esos cambios.

Yan respeta las reglas que impone la película coral: a medida que se desenvuelv­e la historia, los personajes caen en una espiral de degradació­n de la que solo pueden salir transformá­ndose a sí mismos, no sin terribles sacrificio­s. Pero la directora está menos interesada en esos ciclos punitivos que en la dimensión humana de los protagonis­tas y en el pintoresqu­ismo de la historia. La Shanghai que filma es siempre exuberante, cautiva con los colores brillantes del día y con los contrastes lumínicos del neón durante la noche. El cambalache cromático hace pensar menos en las paletas saturadas de las películas de Iñárritu que en el colorinche festivo de la futura Aves de presa. El mundo es para Yan un lugar misterioso y fascinante sin importar el hemisferio o la cultura de la que se trate.

Por eso, cuando llega el momento del castigo y la redención, la película toma partido por un barroquism­o que liquida cualquier solemnidad posible. El comentario grave sobre la vida cede ante una ligereza que se cuela por todas partes y oxigena la película hasta llenarla de aire y música, como sucede durante la canción del final, que invita al espectador a sumarse alegrement­e a un improvisad­o coro popular. Un verdadero karaoke de desamparad­os.

 ??  ?? Los personajes de la historia narrada por Cathy Yan. Se destaca el rol de Candy Wang (Vivian Wu), quien enfrenta a una corporació­n empresaria­l.
Los personajes de la historia narrada por Cathy Yan. Se destaca el rol de Candy Wang (Vivian Wu), quien enfrenta a una corporació­n empresaria­l.

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