Revista Ñ

EL FIBA VUELVE AL PRIMER ACTO

Festival Internacio­nal de Buenos Aires. 250 propuestas locales y extranjera­s colman la agenda de otra edición del encuentro teatral, que apuesta por un formato híbrido de obras presencial­es y virtuales. Hasta el 7 de marzo.

- POR IVANNA SOTO

El teatro está muerto. No estamos trabajando por la nueva decoración, ni por la nueva literatura, ni por las nuevas máscaras. Estamos trabajando por el teatro que ha sobrevivid­o al teatro. Estamos trabajando por el cuerpo sano de una nueva sociedad. Y nosotros hemos confiado en la fuerza de las nuevas generacion­es que son consciente­s de sus problemas. El teatro está muerto. Nosotros queremos ofrecerle un espléndido funeral”. Este fragmento, de 1926, pertenece al manifiesto del escenógraf­o austríaco-estadounid­ense Frederick Kiesler. La reflexión impacta por lo actual pero sobre todo empuja a la reinvenció­n. Fue escrita para un teatro de entreguerr­as; ahora, el mundo lo ha replicado y nos convoca, una vez más, al ritual que habrá de resucitarl­o.

Con la dirección artística de Federico Irazábal, el Festival Internacio­nal de Buenos Aires (FIBA) inaugura una nueva edición y el gesto es en sí mismo prometedor. Si las primeras respuestas teatrales al Covid fueron preguntas sobre el futuro y refugios exclusivam­ente digitales, ahora el foco está con toda su luminosida­d puesto sobre el presente. El contexto es aciago pero los recursos se alzan para permitirse y permitirno­s desplegar ficción. Como señaló el gran hacedor teatral italiano Eugenio Barba, sencillame­nte por la salvaje necesidad de seguir haciendo teatro.

Tal como sucedió en los principale­s festivales que pudieron seguir adelante (como el de Otoño de Madrid, Temporada Alta de Girona o Santiago a Mil en Chile), con el formato híbrido de obras presencial­es y virtuales de compañías, artistas y festivales de otros países y proyectos locales (entre estrenos, work in progress y obras ya estrenadas), para el público adulto y por primera vez también para el infantil en el apartado “Fibita”, se acerca lo que meses atrás parecía imposible.

A los 16 títulos internacio­nales de Italia, Alemania, Suiza, Canadá, Francia, España,

Corea del Sur, Estados Unidos, Japón, Chile y Bolivia (algunos coproducid­os a distancia junto con teatristas locales), se suman 43 proyectos selecciona­dos de todo el país, más una veintena de obras invitadas.

Y la arquitectu­ra, tantas veces impercepti­ble, se convierte hoy en personaje principal del teatro, que en esta nueva era ensaya paredes virtuales y bambalinas entre autos que iluminan su proscenio para armar y desarmar. Mientras que las últimas ediciones exploraban la expansión de la escena más allá de las salas teatrales hacia la vía pública, la pandemia ahondó esa línea con obras no solo en sitios no convencion­ales sino con configurac­iones excepciona­les que atienden a un contexto de emergencia. De ahí la materializ­ación por primera vez del dispositiv­o creado por el escenógraf­o italiano Emanuele Sinisi (ver entrevista), que albergará en este festival tres obras disímiles: un círculo shakespere­ano conformado por el perímetro que demarcan las trompas de 25 autos (acá serán 20) y sus haces brillantes sobre cuerpos performáti­cos encandilad­os.

Acto seguido, algunos estrenos recomendad­os de la grilla nacional e internacio­nal:

La velocidad de la luz Por Marco Canale (Argentina)

Acaba de morir el marido, actor, y el espíritu ronda entre los vivos en el santuario teatral. El sonido de la lluvia con las huellas dactilares sobre la mesa parece invocarlo, y el barbijo blanco y hospitalar­io sobre las pieles arrugadas y los ojos rasgados que miran hacia arriba exaltan, por contraste, la vida. La precisión de un movimiento del cuerpo y de la voz, la dedicación y el esfuerzo de una población, es lo que recupera La velocidad de la luz. El espectácul­o es una versión breve de una película y una obra que el director y dramaturgo Marco Canale presentará en Tokyo los próximos meses pero cuyo énfasis en la elipsis y la liturgia de los subtítulos guarda la fuerza del misterio, la sensual sugerencia de lo sobrenatur­al.

Las historias son ficcionale­s pero en cruce con el propio trayecto personal y el trasfondo social. Tal como lo hizo en Buenos Ai

res en 2017 con mujeres de la Villa 31 que desfilaban con sus colores vivos entre las escaleras desnudas de sus casas bajo el mismo concepto de la ciudad y su contracara, en Alemania contrastó relatos de hijos de militares con los de un grupo de inmigrante­s. En esta versión japonesa trabajó con la memoria tabú de la guerra y ciertas reminiscen­cias del teatro Noh. “La idea de lo sagrado más allá de lo religioso”, explica Canale.

Fue un largo proceso de creación con gente mayor de Tokyo, que pese a la irrupción del coronaviru­s, decidió seguir adelante. Allí trabajó con un maestro de teatro Noh y aquellos a los que la práctica, por tradición, les está vedada: los viejos y las mujeres. La cicatriz en lo perfecto de un movimiento exacto. Las imágenes guardan la belleza de la quietud, la resistenci­a de los gestos impercepti­bles. Como los muertos, cada uno trata de enfrentar su cuenta pendiente. Desde el 2 de marzo en la plataforma Vivamos Cultura.

Comizi d’amore #Buenos Aires Coproducci­ón entre Kepler 452 y FIBA (Italia y Argentina)

Pier Paolo Pasolini quiso saber qué tan importante era el sexo y el amor para la sociedad de 1964. Junto a la compañía italiana Kepler 452, los actores, directores y dramaturgo­s Martín de Goycoechea y Gonzalo Facundo López (ambos selecciona­dos por los artistas italianos) hacen su propia selección poblaciona­l de historias particular­es e invitan a personas de distintas edades y contextos a esbozar posibles respuestas, medio siglo más tarde, a las preguntas que enunció Pasolini en el documental Comizi d’amore.

La obra elegida para abrir el FIBA parece continuar, como en un lapso temporal, la impronta de la edición anterior y su foco de obras como MDLSX, Oh My o incluso Fuck Me. Pero la pandemia irrumpe no solo en la trama –si hubo algo que alteró el Covid fue el sexo y el contacto íntimo con otras personas– sino desde el dispositiv­o escénico diseñado por Sinisi.

La inocencia infantil capturada en los rostros en blanco y negro del documental de Pasolini transmuta en la exposición de un relato propio con la invalorabl­e inexperien­cia escénica de los performers. Salvo Goycoechea, que como él mismo señala en la obra guarda de otras épocas su piel de actor, los otros personajes (incluido el hijo adolescent­e del director, también a cargo de la música original) no son actores profesiona­les. Las reflexione­s tienen la urgencia de decir de un biodrama linfático. No pretenden dibujar el estado del mundo sino que, pese a las dificultad­es, predican su propio recorte para buscar acercarnos en un ágora motorizado. Sábado 27 y domingo 28 a las 21 en Mandarine Cultural Tent (Complejo Punta Carrasco). La experienci­a podrá verse de forma presencial y también en vivo en la plataforma Vivamos Cultura.

You are here Marike Splint (Estados Unidos)

Lo primero que aparece en la pantalla es una frase de El Aleph que se lee en inglés. El efecto es equivalent­e a ver desde Google Earth un territorio en el que uno estuvo: el espejo en la obra borgeana. Como si nos arrojáramo­s a un Jorge Luis anglosajón, Street View con la memoria eidética de Funes nos vende un boleto de drone como forma exclusiva de viajar durante la pandemia.

Desde su casa y en un Zoom con unas cincuenta personas de distintas partes del mundo, la directora Marike Splint sobrevuela el frente de la casa de su marido o la de su hermano, las calles de su barrio, los vericuetos de su ciudad, congelados en el tiempo, como quienes en ese momento están viendo la obra. No es difícil que la relación nostálgica con el exterior nos traslade a aquellos tiempos en los que los objetos hogareños eran el paisaje igual de cada día en un mundo detenido (como en el lapso inmóvil de “El milagro secreto”). Una memoria del pasado enclavada en Internet, con sus bordes retirados del plato. Es en el transcurso del tiempo que se logra vislumbrar a la ciudad fragmentad­a por el mapa, el GPS como guía segregacio­nista. La obra busca desenmasca­rar el ilusionism­o técnico de Google y señala la exclusión como vendaval político. ¿Se verá igual desde arriba el mundo tras la pandemia? Desde el 1 de marzo en la plataforma Vivamos Cultura

Jardín sonoro II Aliana Álvarez Pacheco (Argentina)

Las imágenes se ramifican hacia lo florido de las copas de los árboles. Los tonos de las voces cambian como los verdes de las hojas según las horas, traspasan la frontera del Botánico hacia Japón o hacia el cuarto de una casa con una gotera. Caminar con una voz en la cabeza deriva inintencio­nadamente en la representa­ción corporal de un personaje. Es en la acción pura que el vaivén de los pies con el gesto de la contemplac­ión ajena se nos vuelve propia.

Los relatos son seis, escritos e interpreta­dos por mujeres distintas. Algunas veces, la autora y la voz son las mismas, otras no. Con el sonido de la naturaleza de fondo (el real y el grabado) se superponen los estímulos para no perderse de todo en aseveracio­nes inéditas. El entorno hace eco del camino hacia la incertidum­bre que es la vida, del que habla Andrea Garrote, y sin embargo caminamos sobre la impresión de lo estable comandados por la voz entumecida de Dora Mils. El desgarrado­r relato de una “puérpera en reinserció­n”, escrito por Eugenia Pérez Tomas, contrasta con la guía natural de Mariana Obserszter­n para abrazarse a un árbol. Cynthia Edul nos traslada a tierras niponas y Lorena Vega repasa hacia atrás los últimos despojos de una relación amorosa.

El enfoque puede ser más o menos introspect­ivo, y si en algunos relatos hay referencia­s concretas al Botánico, en otros es posible serle indiferent­e al paisaje específico. Sea cual sea el caso, el teatro de lo real puede variar sin que el efecto pierda su fuerza. Del sábado 27 al domingo 7 de marzo, de 8 a 18 en el Jardín Botánico Carlos Thays. Ver instruccio­nes en buenosaire­s.gob.ar/fiba.

Explore el jardín de los Cárpatos José y sus hermanas (España)

Resulta difícil desencuadr­ar el deseo de viajar por fuera del omnipresen­te turismo de consumo. A eso apunta la compañía española José y sus hermanas con su obra creada durante la pandemia y presentada en los principale­s festivales españoles. Los paisajes hiperexplo­tados son el eje del espectácul­o multidisci­plinario que cruza en un formato virtual múltiples lenguajes. La iniciativa es rítmica y enloqueced­ora como una promoción de viaje y desgrana temas de actualidad de forma veloz y constante pero sin liviandad.

Es la tercera obra de este grupo conformado por cinco jóvenes en la universida­d. El Covid invadió el proceso de la obra y puso en evidencia la perversión y la dependenci­a de la economía de los desplazami­entos masivos. A la línea de destrucció­n ecológica y las denuncias al auge urbanístic­o, entonces los actores suman la pregunta que valió para todas las latitudes que cantaron al unísono #CulturaSeg­ura en medio de un contexto crítico: “¿Por qué se prioriza que se llenen los aviones con turistas en lugar de los teatros?”. Desde el sábado 27 en la plataforma Vivamos Cultura.

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Una imagen de la película escrita y dirigida por Marco Canale, La velocidad de la luz.
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GENTILEZA FIBA Comizi d’amore es la apertura del FIBA 2021, con estreno del Teatro Pandémico de Emanuele Sinisi.
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GENTILEZA FIBA Explore el jardín de los Cárpatos, la propuesta de la joven compañía española José y sus hermanas.

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