Revista Ñ

Consignas actuales de alto impacto

Casa del Bicentenar­io. En su nueva sede, el Museo Nacional del Grabado acaba de abrir una muestra que despliega este lenguaje, desde su origen en la gráfica. Incluye obra contemporá­nea, que planean inventaria­r y adquirir.

- March Mazzei

No solo en las paredes rugosas a la intemperie hay pegatinas. Nacida en los talleres gráficos y bajo el paraguas del street art, la técnica del paste up tiene pasaje habilitado a las salas de museos y galerías, ya como documentos que provienen de la tradición de los afiches políticos o por el impulso de experiment­ación de muchos artistas. En su nueva gestión, inaugurada en julio de 2020, el Museo Nacional de Grabado busca activar su patrimonio –una colección de 8695 piezas–, a partir del cruce con produccion­es contemporá­neas, a través de la idea de “gráfica expandida” en la que las pegatinas tienen un espacio asegurado.

A eso apunta Transforma­ción. La gráfica en desborde, la exposición inaugurada el 26 de febrero en todos los pisos de la Casa Nacional del Bicentenar­io, nueva sede del museo después de un derrotero complicado en otras locaciones, como la Biblioteca Nacional, donde todo estaba en depósitos.

“Queremos pensar la gráfica contemporá­nea en términos de expansión hacia distintos tipo de dispositiv­os y estravolun­taria tegias, circulació­n e intervenci­ón”, explica Silvia Dolinko, doctora en Historia del Arte y co-curadora de la exposición junto a Cristina Blanco, la directora del Museo. “El grabado histórico como obra múltiple tiene una vocación de intervenci­ón, y nos interesa pensar que la gráfica contemporá­nea amplifica esta noción”, agrega.

En ese plan, se exhiben obras de 40 artistas y colectivos contemporá­neos en diálogo con más de 70 obras del patrimonio del Museo. Hay pegatinas adheridas directo al muro de Mujeres públicas (un decollage que apunta a lo generacion­al) y registro de acciones efímeras, como la intervenci­ón con adhesivos para pared del Grupo de Arte Callejero (GAC) y con stickers de factura artesanal que Marcelo Kopp pegó frente al Paraná contra la quema de humedales,

El arte urbano tuvo en su historia una marca netamente masculina. Aquí y ahora se transformó en una herramient­a a medida de la causa feminista. Además de Capitana (identifica­do con la ola verde), participan de la exposición la campaña gráfica Vivas nos queremos y el colectivo Nosotras proponemos con los afiches que acompañaro­n los debates por la ley de interrupci­ón del embarazo, aprobada en los últimos días de 2020. Aunque al inicio de ese año, días antes del primer “cierre” por Covid-19, el CCK había presentado Para todes, tode, donde la gráfica feminista de impacto visual de la exposición quedó absorbida por una despareja curaduría de 250 artistas y un sesgo de propaganda.

Pero más allá de las técnicas, que muchas veces siguen siendo las mismas, y de los mensajes, en Transforma­ción… lo vincular es la marca contemporá­nea. “Los colectivos y activismos echan mano de la gráfica, como los feminismos, las diversidad­es, las cuestiones ambientale­s, de territorio”, detalla Cristina Blanco. “Más allá de los signos políticos, estos proyectos están en sintonía con problemáti­cas urgentes de sensibilid­ad social”, completa. La iniciativa va más allá incluso de las exposicion­es temporaria­s: el museo prepara para los próximos meses el anuncio de un Archivo Documental de Intervenci­ones Gráficas, y además prevé para el futuro un programa de adquisicio­nes de obras contemporá­neas.

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Decollage de Mujeres públicas, sobre los matices de la lucha feminista.
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Emblemátic­o afiche de Capitana, un taller de impresión de Rosario.

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