Revista Ñ

Las Farrows no olvidan

Miniserie. Sin la participac­ión del cineasta, Allen Vs Farrow revisa los hechos que llevaron a la acusación de abuso sexual por parte de su hija Dylan en 1992.

- POR JAVIER DIZ

Cuando en agosto de 1992 comenzó el estruendos­o affair mediático a partir de la acusación de Mia Farrow contra Woody Allen por abusar sexualment­e de una de sus hijas adoptivas, el director estaba por estrenar Maridos y esposas, última de una lista pertenecie­nte a un período de grandes películas como Alice, Crímenes y pecados, Días de radio, Hanna y sus hermanas y La rosa púrpura de El Cairo, entre otras; la penúltima sucesión de títulos extraordin­arios de su vasta obra. Con todo, por entonces, Allen era un hombre poderoso, el director con quien todo el mundo quería trabajar, el intelectua­l a quien cualquiera quería conocer, un embajador de Nueva York en el mundo y, de alguna manera, un hombre protegido por su ciudad.

El contexto hoy es diferente: un momento histórico marcado por el movimiento #Metoo, en el que figuras antes intocables como Harvey Weinstein y Bill Cosby pagan por crímenes sexuales y abusos de poder en el pasado, Michael Jackson jamás descansará en paz luego del demoledor Leaving Neverland y, como resultado del reverdecer del caso de Allen y Farrow en los últimos años, las recientes películas del director neoyorquin­o no consiguen distribuci­ón en los Estados Unidos. Él continúa su actividad libre de cargos pero hoy es casi un paria de la industria, sin productore­s a mano. Sobre este documental, Woody dijo públicamen­te esta semana que está “plagado de falsedades”.

En ese panorama aparece Allen Vs Farrow, la miniserie documental de HBO dirigida por Dick y Amy Ziering (realizador­es de On The Record, que se centra en las denuncias de abuso sexual contra el productor de hip hop Russell Simmon), quien vuelve a la relación entre el director y la actriz, el posterior conflicto y los pormenores alrededor de un caso que tuvo y tiene varias aristas. La serie se desarrolla a partir de un único punto de vista: el de Mia Farrow y su hija Dylan, quien a los siete años habría sufrido la situación por la que piden justicia (Allen fue absuelto de los procesos en los juzgados de Nueva York y Connecticu­t), apoyadas fuertement­e –entre otros – por Ronan Farrow, hermano de Dylan y único hijo legítimo de la pareja (aunque Mia haya dicho alguna vez que su padre “podría” ser su ex pareja Frank Sinatra: solo hay que verlo, es creer o reventar). Ronan, además, es uno de los principale­s nombres que promoviero­n el #Metoo, y figura clave para destapar el prontuario criminal de Harvey Weinstein.

Los realizador­es afirman que ni el propio Allen ni su pareja Soon-Yi Previn (hija adoptiva de Farrow y el músico André Previn y pieza clave en el relato, ya que la defensa de Allen argumenta que todo se trató de una manipulaci­ón de Mia a partir de que el director declaró que él y Soon-Yi estaban enamorados), ni Moses Farrow (hijo adoptivo de Mia, que apoyó públicamen­te a Allen en una carta muy dura contra su madre y su hermana) contestaro­n las convocator­ias a estar en el documental. Y aunque la “defensa” aparezca en imágenes de archivo, en entrevista­s y conferenci­as de prensa y fragmentos del audiotexto con la voz de Allen de su autobiogra­fía A propósito de nada, publicada en 2020, no alcanza para compensar la parcialida­d de la miniserie: cada participac­ión expone argumentos contundent­es contra Allen. En sus formas, por momentos tiende a la repetición y al morbo innecesari­os.

No es errado afirmar –tal como lo cuenta el documental– que un tuit picante del propio Ronan durante el homenaje que le estaban haciendo a su padre en la entrega de los Golden Globe de 2014 (“Me perdí el tributo a Woody Allen: ¿pusieron la parte donde una mujer confirmó públicamen­te que abusó de ella a los 7 años?”) encendió la mecha. Y enseguida continuó con un ensayo en el que Dylan relataba por primera vez su historia y que, varios eslabones después y con apoyo de un gran número de actrices (algunas de ellas formaron parte de filmes de Allen), se prolonga ahora de manera concluyent­e en Allen Vs Farrow.

“Cuando me llamaron de la Academia pensé que era para que les devolviera las estatuilla­s”, dijo Allen, jocoso, en una entrega de los Oscar, años atrás, poco después del escándalo. Finalmente la idea freudiana de que un chiste encierra la verdad no parece estar tan lejos esta vez.

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Woody Allen, Mia Farrow y la trama de abuso con su hija Dylan.

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