Revista Ñ

DAVID MORGAN: “NO QUIERO AVIVAR ENEMISTADE­S”

- POR DÉBORA CAMPOS

“La guerra no es gloriosa, es como asomarse al infierno”, dice (escribe) David Morgan, miembro de la Fuerza Aérea Británica, en su libro Cielos hostiles: El conflicto de Malvinas a través de los ojos de un piloto de Sea Harrier, que acaba de ser traducido al castellano para el público argentino. Una apuesta arriesgada, cree él, que reconstruy­e aquel conflicto que duró 10 semanas y dejó 650 muertos argentinos y 255 ingleses, desde el punto de vista imperante en las naves enviadas por el Reino Unido para desalojar su colonia. Porque el libro no fue pensado, en principio, para el público argentino. Los éxitos de Morgan son las derrotas argentinas. “La guerra no es gloriosa”, anota a Ñ este hombre de 74 años que tripuló más de 50 misiones en la guerra del Atlántico sur, derribó dos helicópter­os y dos A-4 Skyhawk, recibió la Distinguis­hed Service Cross y, dos décadas después de aquellos hechos, aún era despertado en la mitad de la noche por las pesadillas. Para conjurar esos temores, es que escribió el libro que ahora se puede leer aquí.

El volumen, de algo más de 300 páginas, busca construir un relato profesiona­l con precisione­s técnicas, aunque con dosis de emoción. Después de todo, matar y morir no es fácil, ni siquiera para un profesiona­l de la guerra.

–Cuando le propusiero­n la idea de publicar este libro en la Argentina, usted se preocupó. ¿Cuáles eran esas lecturas que lo inquietaba­n y por qué, finalmente, decidió que era importante que su libro fuera leído aquí?

–Me preocupaba que mi libro pudiera ser considerad­o como un documento político y no simplement­e como mi historia personal. Soy consciente de que en la Argentina hay un sentimient­o muy fuerte sobre este tema y no quería avivar ninguna enemistad entre nuestros países. Muchos militares argentinos perdieron la vida luchando por las islas; lo respeto y no me gustaría que se pensara que estoy siendo triunfalis­ta.

–Su intención, explica, es “dar sentido a algunos hechos trascenden­tales que sucedieron hace décadas”: ¿Cuáles diría que fueron para usted los momentos críticos de aquellos enfrentami­entos?

–Hay muchos momentos que me quedan grabados: la pérdida de amigos y la permanente sensación de echar de menos a mi familia, por ejemplo. Estos son comunes a todos los que combaten en cualquier guerra, pero hubo dos ocasiones que destacan en mi mente. La primera fue nuestro primer ataque al aeródromo de Puerto Argentino. Yo había sido uno de los planificad­ores de este ataque y esperábamo­s perder hasta tres aviones en las defensas. Mi primera visión del aeródromo, al rodear Mount Low, está grabada en mi memoria; el fuego antiaéreo era increíblem­ente feroz, con cañones y misiles disparando por todas partes. Tuve mucha suerte de sobrevivir al impacto de una bala de 20 mm durante el ataque. El segundo incidente fue el 8 de junio, cuando mi copiloto y yo vimos a Héctor Sánchez y su formación de Skyhawks atacando una de nuestras pequeñas lanchas de desembarco. Mi primera emoción fue de intensa rabia, ya que intenté desesperad­amente detener los aviones antes de que pudieran atacar. No lo conseguí y vi cómo una bomba impactaba en la parte trasera de la lancha de desembarco, matando a toda la tripulació­n de aquella nave. Ahora estaba decidido a impedir que los A4 se escaparan y derribé dos con Sidewinder­s en rápida sucesión antes de vaciar mis armas contra el tercero. Recuerdo cómo mis emociones de ese momento pasaron de la rabia extrema a la empatía, cuando el segundo piloto se eyectó, y luego volvieron a la rabia extrema, cuando ataqué al siguiente avión. Este enfrentami­ento todavía tiene un efecto duradero en mí.

–¿Sabía usted en aquel momento cuál era la situación política en la Argentina y el rol de esa guerra para la dictadura que gobernaba el país?

–Sí, estábamos al tanto de la situación política de la Argentina y creo que el desenlace de la guerra contribuyó en cierta medida a que el país volviera a tener un gobierno más democrátic­o.

–Usted fue protagonis­ta del hundimient­o del pesquero argentino Narwal. ¿Cómo evalúa ahora aquel episodio?

–Fue un episodio desafortun­ado. El barco había sido advertido de que debía abandonar la zona previament­e y, sin duda, estaba recogiendo informació­n sobre la posición de la flota. Desde ese punto de vista, era un objetivo militar válido. Lo que sí lamento es que otra pareja de Sea Harriers realizara un segundo acercamien­to sobre el barco después de que nos hubiéramos ido. Esto no estaba autorizado y algunas de sus balas de 30 mm alcanzaron los botes salvavidas que estaban atados a la popa del barco. Debo subrayar que no era la intención y que los botes salvavidas eran extremadam­ente difíciles de ver desde el aire. Se realizó una investigac­ión inmediata a bordo del HMS Hermes.

–Es conmovedor­a la reconstruc­ción que usted hace en el capítulo 11 de su encuentro con el primer teniente Héctor Sánchez en medio del aire, enfrentado­s, cada uno con la clara intención de derribar al otro. ¿Cómo es posible que luego, tiempo después, se reencontra­ran en Londres en 1993?

–Nos conocimos a través de Maxi Gainza, que es un argentino que vivía en Londres y es un piloto muy aficionado y periodista de aviación. Yo había volado con Maxi en el Harrier biplaza para un artículo en The Sunday Telegraph poco antes y él me invitó a conocer a Héctor y a su mujer en Londres. Me preocupaba que pudiera ser un encuentro difícil, pero Héctor me saludó como a un amigo y desde entonces lo somos. Fue un gran privilegio poder conocer a Héctor y a varios otros en Stanley en 2019 y visitar los restos del Skyhawk C-204 con el hijo del piloto, quien murió el 8 de junio del 82. –¿Por qué sintió que era necesario acercarse a los soldados argentinos y sus familiares?

–Los militares de todas las naciones tienen un vínculo forjado por el fuego del conflicto. En este caso, ambos bandos pensaban que luchaban por una causa justa, y todavía lo hacen. Esto debería ser motivo de orgullo, independie­ntemente del bando al que se pertenezca. No cabe duda de que tuvimos la suerte de ganar este conflicto contra una oposición muy dura y creo que existe un sentimient­o de respeto mutuo entre los veteranos de la Argentina y Gran Bretaña.

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De izq. a der.: El piloto argentino Luis Cervera, David Morgan, el piloto argentino Héctor Sánchez y Pablo Bolzán, hijo del piloto fallecido Danilo Bolzán.
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337 págs.
$2.600
Cielos hostiles David Morgan El cazador 337 págs. $2.600

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