Revista Ñ

“EN FRANCIA NO EXISTE EL DELITO DE BLASFEMIA”

Encuentro con la historieti­sta Corinne Rey. La humorista que abrió la puerta a los yihadistas -encañonada con una Kalashniko­v- se sumerge en el trauma del ataque al semanario Charlie Hebdo. Acaba de publicar una novela gráfica.

- POR MARÍA LAURA AVIGNOLO DESDE PARÍS. CORRESPONS­AL EN FRANCIA

Tiene la frágil sensibilid­ad de una artista y la convicción de la sobrevivie­nte. Llega con su rodetito en alto, la piel tatuada con los personajes que ama: el conejo Caca Boudin, protagonis­ta de la historieta favorita de su hijo, los trazos inconfundi­bles de Charb, Tignou y Cabu, sus maestros ilustrador­es, en el brazo, todos en negro fuerte. Detrás de ella, el personal de Seguridad con el que convive desde que los hermanos Said y Cherif Kouachi, islamistas franceses de Al Qaeda rama de Yemen, eliminaron a tiros de Kalashniko­v a la redacción del semanario Charlie Hebdo, él más irreverent­e y laico diario satírico del país. Fueron asesinados por publicar las caricatura­s del profeta Mahoma. Coco, la humorista gráfica de Charlie Hebdo que salió a la calle a fumar y se encontró con los terrorista­s, que la identifica­ron y forzaron a franquear el paso a la primera reunión de la redacción. Ella se salvó y lo cuenta en la impactante novela gráfica Dessiner Encore, publicada por Les Arènes BD.

Los policías la protegen desde ese fatídico 5 de enero del 2015 , a las 11 y media de la mañana en la rue Nicolas Appert, en la Bastilla, que cambió la vida de Corinne Rey, la joven humorista en una redacción de grandes. El terror desatado conmovió al mundo. Dos millones de personas, entre ellas 40 líderes mundiales, participar­on en Paris en una marcha de unidad nacional y más de 3,7 millones se unieron a ellos en toda Francia. ”Je suis Charlie”, eslogan de un grafista, se transformó en símbolo. Los sobrevivie­ntes de Charlie Hebdo eligieron seguir dibujando para defender la libertad: decidieron publicar otra edición, que vendió 7 milones de ejemplares, en seis idiomas. Un contraste con la tirada histórica de 60,000 ejemplares. Era su homenaje a los doce muertos y once heridos y sus familias. Pero especialme­nte desafió al fanatismo, fue un homenaje a la laicidad y la libertad de dibujar.

En su Dessiner Encore (Dibujar de nuevo), dibuja el atentado, esa masa negra de muerte, y su trauma. Enfrenta con su grueso crayon negro y los colores de la vida ese horror y el sentimient­o de culpabilid­ad por haber marcado el código de entrada a la redacción, que los terrorista­s la obligaron a teclear, bajo apremio de vida o muerte: ”Es Charb o vos”, aludiendo al director de Charlie Hebdo, muerto en el ataque. Una redacción masacrada por la libertad de prensa.

Coco perdió a sus amigos y maestros. Volver a dibujar fue su forma de enfrentar el trauma y, al recordarlo­s, recuperar el sentido de su vida. ”Mostrar las tripas”, como dice ella. O como le dijo el diseñador digital del semanario cuando Coco lo visitó en el hospital, donde convalecía: ”No quisiera estar en tu lugar”. Años de terapia, cólera e introspecc­ión, y un segundo hijo dieron vida a la testigo que hasta su muerte estará marcada por la vivencia.

El “azul luz” del libro de Coco es la síntesis de esa tragedia y resurrecci­ón. El diario intimo del dolor, donde el dibujo alivia y lo sublima. No hay tabúes en su relato; sus muertos están vivos en ella. Corinne Rey daba sus primeros pasos en el humorismo junto a los grandes de Francia y ha conseguido una novela gráfica marcado por la obra del japonés Hosukai, cargada de humor, reflexión y testimonio, sin permitirse la piedad. Ella repasa sus opciones en esa escalera interminab­le que conducía a Charlie , y se pregunta: “¿Y si hubiera llamado a la seguridad? ¿Y si hubiera intentado huir? ¿Y si los hubiera empujado por las escaleras?”.”Tak, Tak, tak” es la respuesta, sobre un inquietant­e fondo negro. Ella reconoció las Kalashniko­v “porque Charb dibujaba tan bien las armas”.

Nadie conoce la dirección de Charlie Hebdo ni dónde vive Coco. Desde el ataque la redacción fue blindada; se mantiene una seguridad pretoriana del Estado y otra privada, que financia Charlie Hebdo gracias a la ola de donaciones recibidas.

Hoy Coco reemplaza a un gigante de la ilustració­n, Willem, quien se jubiló a los 80 años como humorista del diario Libération y le dejó su silla. La primera mujer humorista del diario de la izquierda francesa.

Discreta y silenciosa , Coco llegó a St Germain de Prés para la entrevista. Una hora y media de diálogo, silencios y defensa de la libertad y la laicidad a la francesa.

–¿Cómo has encontrado la fuerza para volver a dibujar después del atentado?

–No sé si encontré la fuerza. Pero en todo caso era la única posibilida­d, un reflejo de superviven­cia. Tras el ataque, el shock traumático era tan fuerte en mi cabeza que volver a hacer el periódico fue no solo una necesidad colectiva, sino también individual. Porque yo ya tenía un reconocimi­ento por mis colegas dibujantes que partieron. Pero también porque interiorme­nte no conseguía dejar de pensar el atentado.

–¿Dibujar era la mejor terapia?

–Un apoyo sólido, digamos, para revivir. Después con el trauma uno vive... Seguirá ahí hasta el fin; hay momentos en que no puedo respirar, es aleatorio. Pero después de todos estos años, he avanzado por etapas. Cuando uno tiene una pasión y un compromiso, dibujar es la respuesta política a un crimen político.

–¿Y cómo fue tu primer dibujo? Esa post-experienci­a. Fue rápido, ¿no?

– Tras el atentado hice un reportaje en la primera manifestac­ión, el 10 de enero. Fui.

Y es un recuerdo muy singular. Nadie me conocía; yo era una joven dibujante de Charlie pero no era una cara importante. El 10 de enero de 2015 me encontré en medio de una multitud y preguntaba a la gente cómo habían vivido esa tragedia; fue raro porque yo no decía quién era. No quería influir en la gente y tampoco quería…

–La piedad…

– Claro, piedad no. Imaginemos ese momento, sobre todo dos días después del atentado, el cansancio. Así y todo, fui. Sentía que estaban en la calle para defender la libertad de conscienci­a. El hecho de que seamos un país laico: se puede criticar la religión, respetando las creencias.

–¿Te ayudaba un terapeuta?

–Sí. No funcionó. Yo era escéptica, eso no era para mí. No sabría decir por qué pero la hipnosis no llegaba... Y después creo que entonces no estaba preparada; no tenía con

fianza, así lo cuento en el libro. El terapeuta era demasiado vigilante; me hablaba de Afganistán y los soldados, y yo no me sentía parte de eso. Y su sonrisa me molestaba. -¿Y cómo saliste del trauma?

–El atentado se convirtió en una espiral. No podía salir de allí salvo mediante el trabajo. Dibujar me ayudaba. Pero eso hacía que el problema volviera, porque una vez que terminaba de dibujar todo volvía en un círculo infernal. No podía dormir, sentía que me hacía falta otra ayuda. Después empecé a descarrila­r, entraba en raptos de cólera.

Cuando uno está así, hay una violencia incontrola­ble dentro de uno. Y encontré a este psicoanali­sta de París Aide Aux Victimes (París ayuda a las víctimas). Esta estructura ayuda a todo tipo de víctimas pero después de 2015 recibe a casi 1800 víctimas de atentados diversos, Barcelona, Niza, Estrasburg­o, Bélgica. Conocí a este hombre que no tenía muy buena pinta pero me hablaba tranquilam­ente. Fue calmo, un “cara a cara”, sin la exuberanci­a de la sonrisa, Afganistán ni los soldados.

-En el libro decís: “Mi obsesión era haber abierto la puerta a los terrorista­s”. Podría haber sido otro. ¿Esa redacción no estaba condenada de antemano por los yihadistas?

-No lo veo así. Nosotros siempre hicimos nuestro trabajo en todo nuestro derecho: dibujamos sobre todo los temas de actualidad, con nuestros derechos en Francia. En el derecho francés no hay delito de blasfemia. Como decía hace un rato, podemos criticar las religiones, no es para nada un problema en Francia. Y cuando lo hacíamos, era de manera natural, como podíamos criticar acciones de políticos y opinar sobre

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Nadie conoce el domicilio de Corinne Rey ni dónde funciona el semanario
Charlie Hebdo.
Ella llegó a nuestra entrevista en
Saint Germain con guardaespa­ldas, que no la abandonan.
NOEL SMART Con el homenaje en la piel. Nadie conoce el domicilio de Corinne Rey ni dónde funciona el semanario Charlie Hebdo. Ella llegó a nuestra entrevista en Saint Germain con guardaespa­ldas, que no la abandonan.
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Evocacione­s de la tragedia: “Ya no controlo nada”
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“Es incontrola­ble. Puede pasar en cualquier momento que llegue para devorarme y volver a sumergirme en esos pocos minutos que trastornar­on mi vida”.
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” No sabría decir cuándo va a parar. Si es que va a parar.”

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