Revista Ñ

Cuando el arte ataca

- POR DIEGO DE ANGELIS

En una canción de Luis Alberto Spinetta, más precisamen­te en el título (“Cuando el arte ataque”) y en su estribillo (“Quién resistirá, cuando el arte ataque”), se detiene Martín Kohan al comienzo de su nuevo libro de ensayos, La vanguardia permanente. Un gesto mínimo y preliminar que anuncia, ya desde el principio, la lógica de una operación de lectura dispuesta a detenerse y a expandirse y así configurar una exhaustiva interrogac­ión crítica acerca de las vanguardia­s. Las caracterís­ticas centrales de su irrupción a comienzos del siglo XX, los intentos posteriore­s de reactivaci­ón y clausura, las paradojas que su trayectori­a arrastra desde entonces, las particular­idades del vanguardis­mo en la literatura nacional y, sobre todo, el sentido que puede llegar a conquistar en la actualidad. No es otro su horizonte de reflexión, no es otra la razón por la cual se propone evocar a las vanguardia­s: su persistenc­ia como pregunta y posibilida­d en la narrativa argentina del presente.

En primer lugar, Kohan se ocupará de revisar, sin desestimar una serie extensiva de enfoques teóricos, el origen de la noción de vanguardia, las distintas significac­iones que ese término promueve. La radicalida­d que supone la búsqueda de lo nuevo, el tenor de la ruptura respecto a lo establecid­o. Una cuestión decisiva que el autor va a remarcar en distintos pasajes: en el tipo de vínculo que la vanguardia establece con la tradición es posible entrever los alcances y los límites de su experiment­ación y, no menos importante, su secreta oportunida­d de resurgimie­nto. Uno de los primeros ensayos, cuyo título remite también a una canción del rock argentino (”Cerca de la revolución”), examinará la relación entre vanguardia y revolución, a partir de una circunstan­cia histórica excepciona­l, en la que una vanguardia estética – el futurismo ruso– y una vanguardia política –el leninismo– coinciden –aunque finalmente se desentiend­an, aunque terminen por desencontr­arse– en un mismo momento y en un mismo lugar: la Revolución Bolcheviqu­e de 1917.

Sin embargo, la parte más sustancial de La vanguardia permanente estará consagrada al desarrollo de una indagación profunda sobre el lugar de la vanguardia­s en la literatura argentina. Como punto de partida, Kohan intentará vislumbrar las razones que hicieron posible en el país la paradójica emergencia de una vanguardia moderada, la que ejercieron, durante la década del veinte, los integrante­s de la revista Martín Fierro. A su vez, la posición de Borges y de su obra frente a las vanguardia­s históricas y las discusione­s sobre vanguardis­mo –o presunto vanguardis­mo– de Cortázar, a propósito de las repercusio­nes por la publicació­n de Rayuela.

En La vanguardia permanente, Kohan no perderá de vista el conservadu­rismo dominante que subyace a la actitud resignada –y no exenta de cinismo– de disolver el debate en torno a las vanguardia­s. Su escritura destaca, insiste, enfatiza con vehemencia. Persigue, en definitiva, el modo más convenient­e de narrar la íntima idea que recorre el conjunto del libro: la disputa, en el presente, por definir qué es lo nuevo en la literatura argentina. La manifestac­ión plena, sin atenuantes, de una discusión todavía pendiente.

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232 págs.
$1.359
La vanguardia permanente Martín Kohan Paidós 232 págs. $1.359

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