Revista Ñ

Atractivas cajas vacías

Narrativa. Milena Busquets encara lo cotidiano y la pasión amorosa en una radiografí­a de la vida contemporá­nea.

- POR VERÓNICA BOIX

Es indudable, la autoficció­n gana espacio en la literatura contemporá­nea. Su poder resulta irresistib­le: une la sensación de verdad que transmite la experienci­a personal con la libertad creativa de la imaginació­n. Esa es la clave del éxito de la escritora española Milena Busquets, que en su segunda novela También esto pasará aborda la muerte de su mamá, la editora Esther Tusquets, y revela el modo en que el sexo y las banalidade­s cotidianas integran la experienci­a del duelo. De ahí las expectativ­as que despierta la llegada de su tercera novela, Gema, más aún cuando propone un juego similar entre la superficot­idiana y los trances más significat­ivos de la vida.

El núcleo de la novela, esta vez, es la propia narradora. No tiene nombre pero sí una mirada aguda y liviana sobre el mundo acomodado que la rodea. No pretende ser profunda, sí inteligent­e. Ella relata el devenir diario y el recuerdo de una amiga muerta en la adolescenc­ia, que la lleva a averiguar su historia.

Así, el tiempo avanza entre esa búsqueda y el romance en crisis de la narradora con Bruno, un actor de teatro; las idas y vueltas con sus dos hijos adolescent­es; las cenas en restaurant­es elegantes; las charlas con amigas. Las anécdotas, en verdad, son entretenid­as pero intrascend­entes. Las escenas se suceden como lindas cajas vacías.

En ese sentido, las dos líneas que establece la narración no llegan a articulars­e en una trama, Por supuesto, eso no sería problema si el lenguaje, la escritura, el ritmo, es decir la estética de Busquets, encontrara su propia fuerza para sostenerse por sí misma. Cada tanto sucede, y aparecen reflexione­s ocurrentes: “Todos tenemos tres o cuatro caminos, que siempre tomamos, para ir al centro, para ir al colegio, para ir a Cadaqués, para enamorarno­s, para regresar. Si los marcásemos en un mapa, con un bolígrafo rojo, como se marcan las venas en algunos dibujos anatómicos del cuerpo humano, veríamos que son casi siempre los mismos, que pasamos la vida entera en una misma mano”. En estos espacios lúcidos, la narradora mira de frente la vivencia contemporá­nea. Aquí terminan las virtudes de la novela.

Es cierto que tiene varios elementos en común con su anterior –y celebrada– novela También esto pasará. La narradora comparte algunas zonas de la biografía de la autora, es escritora, divorciada, inteligent­e y frívola y relata las pequeñas contingenc­ias de su rutina con mordacidad; una vez más, la ausencia es el núcleo del relato. Así y todo, la amiga muerta de leucemia en la escuela secunciali­dad daria, Gema, nunca adquiere la gravitació­n narrativa que tenía la muerte de la madre de la narradora, la editora Tusquets, poderosa y contradict­oria. Dicho más simple: los elementos que en la primera novela lograban un nivel alto de honestidad sobre la experienci­a personal que la volvía universal, en Gema se desvanecen en lugares comunes.

Otro punto que no ayuda a sostener la obra son los personajes, una serie de nombres que se despliegan alrededor de la narradora, y solo contribuye­n a exaltar su narcisismo. En verdad, ninguno de ellos contiene matices, una mirada, contrapunt­os. Ni siquiera Gema, en ese sentido, aparece en el relato con vitalidad suficiente. Más allá de representa­r a una amiga real de la autora que murió de leucemia en la adolescenc­ia, según contó Busquets, apenas se mueve como un recuerdo persistent­e. Nunca deja su lugar fantasmal en el sentido menos inquietant­e de la palabra.

Al menos ofrece momentos entretenid­os y la sinceridad suficiente para exhibir sin prejuicio un modo liviano de ver el mundo. Y en esa superficie, con suerte, se filtran algunos espectros del presente.

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Milena Busquets Anagrama
150 págs.
Gema Milena Busquets Anagrama 150 págs.

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