Revista Ñ

MARIANNE & LEONARD, EL MITO DE LA MUSA EN EL MAR EGEO

El documental Marianne & Leonard: Words of Love despliega el novelesco romance entre Cohen y la joven noruega a quien conoció en los años 60.

- POR JAVIER DIZ

Algún tipo de atracción habrá en ese juego algo siniestro de pensar en qué estábamos haciendo cuando nos enteramos de tal o cual hecho significat­ivo. Todos nos acordamos en qué situación nos dieron la noticia de la pérdida de alguien cercano, o la caída de alguna torre personal. Sabemos dónde estábamos cuando murió George Harrison, Lou Reed, David Bowie. Y cuando el 7 de noviembre de 2016 alguien dijo que le tocaba a Leonard Cohen, apenas poco más de tres meses después del fallecimie­nto de Marianne Ihlen, la mujer más importante de la vida del artista nacido en Montreal. Lo insólito, para algunos, es tener el recuerdo intacto de cuando conocimos las últimas palabras que Cohen le hizo llegar a Ihlen (a partir de ahora Leonard y Marianne); una carta íntima que Jan Christian Mollestad, un amigo en común, dio a conocer en una radio canadiense, en palabras que fueron replicadas por el diario británico The Guardian, para el comienzo de una escalada imparable hasta la viralizaci­ón mundial. El texto, breve, emotivo y revelador, es de una sencillez fulminante. Alguien le leyó esas palabras a Marianne, quien sonrió agradecida, y pocas horas después, murió. De un momento a otro, la historia de amor de Leonard y Marianne tomó una dimensión nueva, y se convirtió en el centro del camino revisionis­ta de la carrera de Leonard Cohen. Tres años después, en 2019, el director Nick Broomfield dio a conocer Marianne & Leonard: Words of Love, la película que ensaya este recorrido, y que ahora se puede ver en Netflix.

Nick Broomfield es un influyente director de cine inglés que conoció a Marianne, una joven noruega, en los años 60 en Hidra, una pequeña isla paradisíac­a de Grecia, muy poco antes de que los caminos de ella y el de Leonard se cruzaran en esa locación, que sería clave en la historia de los amantes. Esa relación de cercanía con el entorno le permite a Broomfield –que tuvo un breve amorío con Marianne– la confianza de una mirada cercana, y la posibi

lidad del relato de amigos y colaborado­res que pasaron por la vida de los protagonis­tas de la historia, además de la voz grabada de los mismos.

“Creo que iré tras de ti muy pronto”, fueron algunas de las palabras que Leonard le escribió a Marianne en aquella carta íntima; una premonició­n (murió cien días después) que, al revelarse posteriorm­ente, provocó un impacto extraordin­ario. No es casual entonces que Words of Love se inicie con la anécdota de este último contacto entre los protagonis­tas, seguida inmediatam­ente de un instante durante el famoso concierto que el músico realizó en la Isla de Wight en 1970, donde se lo ve algo ido por los efectos de alguna de las drogas con que experiment­aba en aquella época, mientras se pregunta si Marianne estaría entre el público, justo antes de presentar “So Long, Marianne”, una de sus canciones más célebres.

Cuando Leonard recaló en la isla de Hidra, a principios de los años 60, todavía estaba buscando su voz como escritor, acababa de ganar algo de dinero por un premio literario por la edición de la novela The Favourite Game, y decidió escapar del frío de Westmount, su ciudad natal.

En Hidra se encontró con la hospitalid­ad de una familia de artistas, con quienes se sentía cómodo, un lugar de refugio ante la oscuridad personal que quería dejar atrás. Y con Marianne, a quien vio parada en la entrada de una tienda, a la que invitó a sumarse a la mesa que compartía con amigos al sol. Por esos días, ella vivía con su marido y un hijo pequeño. Su relación se estaba derrumband­o.

No pasó mucho tiempo para que la amistad entre ella y Leonard, que la contuvo durante un periodo de crisis, se convirtier­a en un romance. Hasta entonces, ambos solían caminar con la mirada algo esquiva, porque no se sentían cómodos con lo que les devolvía el espejo. Desde que cruzaron sus destinos, empezaron a hacerlo con la cabeza erguida, seguros de la belleza renovada que le provocaba estar juntos.

Fueron días de felicidad plena y absoluta creativida­d. Leonard escribía sin parar. De esa época salieron el libro de poemas Flowers for Hitler y la polémica novela Beautiful Losers, escrita en una fiebre creativa y pesadilles­ca (“hay que estar loco para escribir algo así”, dirá una amiga de Leonard), rechazada y celebrada por igual en su momento, y convertida con el tiempo en un clásico. También sus primeros viajes de ácido, y sus tempranas, tímidas, canciones.

Pero el desborde de talento no alcanzaba para pagar las cuentas. Así, en 1966 Leonard viajó a los Estados Unidos, donde aterrizó en la casa de Judy Collins, una de las personalid­ades más importante­s del folk de la época, un movimiento que Leonard Cohen casi desconocía, aún cuando Bob Dylan y Joan Baez eran estrellas mundiales. “No sé cantar ni tocar la guitarra, y no sé ni siquiera si esta es una canción”, dijo Leonard, y le mostró “Suzanne”. Judy Collins la cantó en su próximo concierto, y convenció a un aterrado Cohen para que la acompañara en el escenario. El resto es historia.

A partir de ahí, el documental de Nick Broomfield atraviesa la carrera de Leonard Cohen, sin detenerse demasiado en el aspecto musical, profundiza­ndo en algunas caracterís­ticas de su personalid­ad, sobre todo en sus excesos con las drogas y su calidad de mujeriego implacable, mientras narra los vaivenes de la pareja, que no tardaría mucho en disolverse como tal, pero cuyo amor y cariño terminó marcando a sus protagonis­tas hasta el final de sus días. Porque algo de cierto habrá en aquello que dice que algunas personas solo pueden estar en nuestro corazón, no en nuestra vida.

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Marianne & Leonard: Words of Love
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Años 60, la noruega Marianne Ihlen acaba de conocer a Cohen en la isla griega de Hidra.

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