Un manifiesto contra la evolución natural
Filosofía. El pensador italiano Emanuele Coccia opone a la idea de progreso, una vida que se metamorfosea en paridad entre todos los seres.
“Pensar la relación en términos de metamorfosis y no de evolución, de progreso o de sus contrarios, no significa solamente liberarse de toda teleología. Significa también y, sobre todo, que cada una de esas formas tiene el mismo peso, la misma importancia, el mismo valor: la metamorfosis es el principio de equivalencia entre todas las naturalezas y el proceso que permite producir dicha equivalencia”, se lee en Metamorfosis (Editorial Cactus), el último libro del filósofo italiano Emanuele Coccia. Y es que lo que viene a decir Coccia con este escrito es que la variación es horizontal, es decir, que todos los seres vivos provienen de la misma vida que se transmuta sin parar.
A lo largo del libro, Coccia, que actualmente vive en París y es doctor en Filosofía Medieval por la Universidad de Florencia, va desarmando los nudos del narcisismo humano, esos que hacen que nos creamos especiales, diferentes y excepcionales. “Todxs nosotrxs somos un fragmento, un destello de luz. Energía, materia solar que intenta vivir de otro modo a como lo hizo en sus innumerables existencias anteriores”, anota Coccia en el capítulo “Una sola y misma vida” (N. de la R: el lenguaje inclusivo es del original; el autor duplica artículos y sustantivos en su texto y en la traducción al castellano se optó por la x para reemplazar las vocales a/o).
El filósofo explica que la vida que vivimos no comienza cuando nacemos sino que la vida va de un cuerpo a otro, de una especie a otra, de un reino a otro a través del nacimiento y de la nutrición pero también y sobre todo, de la muerte. Además, en Metamorfosis, la idea de que la vida termina con la muerte también es puesta en duda porque lo que se plantea es que al morir, se pasa nuestra vida a otros seres.
Según Coccia, que es profesor asociado de Filosofía en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, debemos liberarnos de la concepción fetichista de que la vida nos pertenece. Y de esta forma se entiende que la concepción de la vida a partir de la metamorfosis sea horizontal: no hay seres más importantes que otros sino que todos estamos hechos del mismo material que la Tierra, tenemos una estructura molecular que contiene algo mineral y todos, seres humanos, animales, virus y bacterias, estamos formados por ADN y ARN, es decir, material genético.
“Todo conocimiento de uno mismo siempre es el conocimiento de otras formas de vida, ya que cada forma de vida es un collage de varias especies”, dice Coccia en el libro. El hecho de que la Tierra sea nuestro porvenir significa que el futuro jamás proviene del exterior, explica el filósofo italiano.
Para repasar la bibliografía que le sirvió de apoyo, Coccia cuenta que el libro es fruto de años de lecturas muy variadas, pero que hay una, el Libro XV de las Metamorfosis de Ovidio, que fue una de las más significativas y que ha sido, según el autor, una obra maestra olvidada por la filosofía. Pero también retoma e intenta desarrollar y más aún, radicalizar, la proposición de James Lovelock y Lynn Margulis sobre la hipótesis de Gaia.
Según esta hipótesis (a la que se conoce como Gaia, en honor a la diosa griega que nombra a la Tierra), pensada por el químico inglés Lovelock en 1969, la atmósfera y la superficie de la Tierra componen un sistema en el que la vida autorregula las condiciones para su reproducción.
Al final, Coccia expresa su gratitud a muchos y muchas investigadoras entre quienes se destacan las discusiones que mantuvo con el filósofo también italiano, Giorgio Agamben. Y finalmente, dedica su libro a su hija Colette, de 5 años, quien “conoce todos los secretos de la metamorfosis (y me ha revelado algunos)”.