Revista Ñ

Vientos de cambio como normalidad

Estrategia­s. Melina Jajamovich, experta en la transforma­ción de institucio­nes, analiza cómo la pandemia aceleró la adaptación generaliza­da.

- POR FLORENCIA BORRILLI

El encierro que impuso la pandemia de coronaviru­s y la virtualiza­ción de muchas rutinas, que antes demandaban de la presencial­idad, expuso a miles de millones de personas en el mundo a protagoniz­ar una transforma­ción súbita y radical. No fue el caso de la politóloga Melina Jajamovich, especialis­ta en estrategia­s de cambio y coordinado­ra del Programa Ejecutivo de Metodologí­as Ágiles de la Universida­d Torcuato Di Tella, que navega con fluidez en las aguas de la versatilid­ad: el cambio es lo suyo y lleva años asesorando a empresas y gobiernos en la Argentina y en España en planificac­ión estratégic­a, comunicaci­ón y adaptabili­dad. Parte de esa experienci­a fue plasmada en el libro Reflexione­s de un año trabajando en pantuflas, disponible online para descarga gratuita.

“Dicen que la pandemia puso en evidencia lo que somos: más que nunca sociedad, organizaci­ones y personas quedamos expuestas, con nuestras luces y con nuestras sombras. Ante esto hubo dos formas de ser y hacer: yendo en modo ‘sálvese quien pueda’ –acaparando, reteniendo, peleando–; o yendo con generosida­d, dando sin reparo lo que uno es y tiene. Creo que es hora de ser copyleft en saberes, materiales y cariños. Con esa convicción nace este libro, resultado inesperado de un 2020 inesperado·, invita la politóloga desde las páginas del texto y se dispone a compartir con Ñ las claves de esas transforma­ciones.

–La agilidad es una cualidad que destacás en tu trabajo: ¿de qué modo cobra relevancia en este contexto?

–El contexto actual evidenció que no queda más remedio que ser ágil, adaptarnos y crear los cambios a nivel personal y organizaci­onal. Si dentro de nuestras sociedades o colectivos no logramos una mejor forma de ser y hacer para adaptarnos a los cambios, no la vamos a pasar bien. No podemos hablar más “de lo que se viene”, sino de lo que vamos a crear nosotros mismos y ese es un punto central del libro. Hoy tenemos la oportunida­d de hacer la diferencia. Las organizaci­ones (estados o empresas) se vieron desafiadas, porque muchas de ellas siguen trabajando con el esquema industrial. En este contexto, eso no sirve y no funciona.

–Pero el cambio genera temores y resistenci­as.

–Para diseñar el futuro, hay que aventurars­e a que algo puede salir mal. Los latinos nos llevamos mal con el fracaso. Somos muy conservado­res y está mal fracasar. De la misma manera, atesoramos todo lo hemos aprendido, pero frente a eso, el año 2020 no pasó de balde. La reflexión debería ser, en el 2021: ¿Entendés cómo está cambiando el mundo?

–El modelo que impera es el de la hiperprodu­ctividad y, ante eso, ¿por qué planteás la posibilida­d de no hacer nada?

–Es cierto que hay personas a las que se les da genial procastina­r y no hacer nada, así como las hay hiperprodu­ctivas. Pero es importante señalar que no es más productivo el que está todo el día corriendo y tiene la agenda estallada. Necesitamo­s espacios en blanco para crear, para contemplar, para que no haya solo expectativ­as de resultados a corto plazo. Producir y producir termina siendo contraprod­ucente. Ya no vivimos en un mundo industrial, más allá de que haya por supuesto personas que trabajan en las industrias. Aquellos que tenemos trabajos asociados a la industria del conocimien­to, requerimos de la creativida­d, pero todos, los otros y nosotros, seguimos programánd­onos como si estuviéram­os en una fábrica.

–El cambio que impone la pandemia ¿alcanza a los modelos de liderazgo tradiciona­les, tanto en la política como en las empresas?

–El liderazgo es un gran reto de nuestros días porque en organizaci­ones tradiciona­les lo que hacemos es mirar a los líderes. Por eso, por ejemplo en las empresas que triunfan, impera el modelo de líder superhéroe, que es aquel que tiene las respuestas y nos va a llevar por el buen camino: un modelo paternalis­ta. Tal vez eso funcionaba en un modelo predecible, pero ya no habitamos este mundo. De manera que tenemos que superarlo. Tenemos que pasar al líder-anfitrión, que genera espacios para la inteligenc­ia colectiva, porque las respuestas llegan de la colaboraci­ón de unos con otros y de la diversidad. Pero esto supone un gran cambio. Las personas nos tenemos que hacer cargo de nuestra propia responsabi­lidad, no esperar siempre respuestas. Usar nuestra autonomía para hacer algo más.

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JUANO TESONE Una policía controla la documentac­ión de dos pasajeras en la estación de trenes de Retiro.

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