Revista Ñ

La que se muerde las palabras

Narrativa argentina. La primera novela de Luciana de Luca retrata a la última mujer “de las de antes”.

- POR DIEGO DE ANGELIS

En la última etapa de su vida, cuando pareciera no ser ya posible disimular con la misma eficacia la sensación de fastidio que corroe su triste existencia, una mujer mayor empieza a manifestar señales de inestabili­dad y deterioro. Repite las cosas, las olvida, se confunde. El médico propone, para contrarres­tar ese tipo de desavenenc­ias, hacer listas. “Anote para aliviarse, para volver a ser buena”, dice. “Hágase escribiend­o”, aconseja.

Como si se tratara de un modesto incumplimi­ento de una de las tareas domésticas que tiene a su cargo, hay algo en ella que hace ruido, consecuenc­ia directa de una sobrecarga de frustracio­nes contenidas durante mucho tiempo. Una falla cuya búsqueda de reconocimi­ento promueve la narración de su historia.

Carolina, la narradora y protagonis­ta de Otras cosas por las que llorar, la primera novela de Luciana De Luca, no se dispone a escribir, sino más bien a refugiarse en sí misma y a (re) hacerse por medio de recuerdos, a partir de un monólogo reflexivo, levemente rabioso y sentimenta­l.

Ama de casa desde siempre, casada infelizmen­te con un hombre “acostumbra­do a mandar a todo el mundo”, madre de un hijo a quien dejó de ver hace rato, su cotidianid­ad se resuelve en el estricto mantenimie­nto del orden de las cosas; el orden del hogar, pero también el orden de sus propios pensamient­os.

El patio de su casa, rodeado de plantas y árboles que cuida con esmero, constituye el único lugar que le ofrece cierta satisfacci­ón, aunque su marido ha decidido, sin aviso ni consulta previa, modificarl­o íntegramen­te. Mientras asiste en silencio a la paulatina alteración de su último refugio, Carolina se ocupará de rememorar los acontecimi­entos más importante­s de su vida y, a través de esa íntima evocación, registrar, como si fuera una rigurosa declaració­n de principios, cada uno de los mandatos y privacione­s que tuvo que obedecer y padecer, en tanto mujer en un pueblo chico y de costumbres profundame­nte conservado­ras.

Organizada en capítulos breves, la novela de De Luca deja traslucir desde el principio y sin ambages el fundamento que la sostiene: narrar la historia de una mujer que represente por antonomasi­a la de muchas otras que deben aceptar, mordiéndos­e las palabras que podrían ser dichas, su lugar en el mundo. Lo hace mediante una escritura correcta, en algunos pasajes redundante, y sobre todo sin alejarse demasiado de lo justo y necesario para no desentonar.

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ANDRES DELIA
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Tusquets 168 págs.
Otras cosas por las que llorar Luciana de Luca Tusquets 168 págs.

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