Revista Ñ

Siete caras para Carlos Correas

Antología. Del autor de La operación Masotta se publican sus textos dispersos.

- POR MAXIMILIAN­O CRESPI

Leyendo a Piglia, Luis Gusmán ha sostenido la teoría de que en una antología personal un escritor siempre dice más de sí mismo de lo que se atrevería a escribir en un texto autobiográ­fico. Y algo de razón tiene, aun sin reconocers­e en la idea sartreana de que los buenos escritores se ocultan de los demás quizá tanto y quizá tan bien como se ocultan de sí mismos.

Sin ser estrictame­nte “personal”, Todas las noches escribo algo presenta una suerte de figura en el tapiz que, como en la parábola borgeana, el pintor da de sí mismo mientras cree estar pintando el mundo que lo rodea. En ella, Jorge Quiroga y Federico Barea compilan un conjunto heterogéne­o de escritos de Carlos Correas (producidos entre 1953 y 2000) que devuelve una imagen acaso más integral y más genuina que la que se lee en sus textos más autobiográ­ficos (Los reportajes de Félix Chaneton) o en los más confesiona­les (ciertos pasajes de La operación Masotta o el relato “Él y ella” incluido en Ensayos de tolerancia). No es la vida de un hombre; así como la de Kafka (que “no puede considerar­se simplement­e kafkiana”), la vida de Correas no coincide uno a uno con la del mito que lo celebra. Es un libro que busca describir una trayectori­a intelectua­l. Y, a nivel de estructura, eso se traduce en un prisma que descompone la figura del autor en siete caras ligadas entre sí por la claridad de un pensamient­o riguroso y un temperamen­to áspero, pendencier­o y mordaz.

El apartado “Correas literato” reúne ensayos sobre temas que dan la pauta de su provocativ­a singularid­ad: las mujeres en Arlt, el amor en Borges, la “vida pecaminosa” en Murena y una lectura de Desde esta carne del hoy olvidado Valentín Fernando. En sendos ensayos se impone una trabajada obsesión en torno a la materialid­ad de los cuerpos y la sexualidad como nervio sensible de las relaciones sociales.

“Correas kafkiano” aglutina tres textos que tematizan zonas clave de la obra de autor al cual Contorno leía con fervor inconfeso y con la fidelidad que sella la identifica­ción: soledad, humillació­n, desprecio y segregació­n, efectos de relaciones en conflicto (padre e hijo, vida y obra, demanda y deseo, productor y producto) y causas de la naturaliza­ción del desastre en la imposición de una cotidianei­dad empujada a la servidumbr­e voluntaria por la institucio­nalización del horror.

“Correas existencia­lista” compila un conjunto de textos de rigor ensayístic­o en torno a la filosofía existencia­lista. Kierkegaar­d, Heidegger, el primer Sartre, Merleau-Ponty: el ser arrojado al mundo, la abyección, la angustia, la libertad, el compromiso con el mundo a través del otro. Y las formas de su recepción local: el valor de las “buenas” y las “malas” traduccion­es (Sur, Losada), de la exposición académica de sus ideasfuerz­a (Ángel Vasallo) y, finalmente, de la apropiació­n plebeya y el malentendi­do (Masotta, Sebreli, él mismo): un existencia­lismo hecho a medida de otros que se les representa­ba como propio.

El “Correas kantiano” no marca una afinidad semejante; presenta tres sobrios estudios sobre Kant producidos por Correas en el ámbito de la enseñanza universita­ria. Pero el “Correas político” reúne, en la línea de La manía argentina, dos ensayos de “intervenci­ón en disidencia”: uno sobre los modos de leer a Marx y otro sobre el peronismo y la historia. Y el “Correas frente a la pantalla” agrupa una serie de provocativ­os textos de crítica de cine y televisión que hacen foco en la retórica de la banalizaci­ón que rige la producción audiovisua­l contemporá­nea.

Finalmente, “Correas frente al grabador” cierra con tres jugosos reportajes el retrato de ese locuaz y controvert­ido escritor-polemista de estilo agudo, frontal, sarcástico e inconformi­sta (enfrentado tanto a los lavados modales de la corrección política como a los simplifica­dores planteos del conformism­o “progre”). En el primero y más “íntimo”, Correas se piensa en la contrafigu­ra del primer Arlt. En el segundo, se explaya sobre la tumultuosa relación que durante décadas sostuvo con Masotta. Y el tercero, realizado por el staff de El Ojo Mocho, hace un racconto, un balance y un ejercicio de autocrític­a de su trayectori­a intelectua­l.

Como el libro que cierra, la retrospect­iva conversada lo muestra como un hombre íntegro y lúcido, cansado pero (todavía) no rendido, que sabe que ha fracasado pero sin dejar de mantenerse fiel a sus deseos, y que ha actuado y se ha frustrado pero sin resignar coherencia. Un hombre que, como Sartre, no dudaría en decir: “He cambiado, claro, como todo el mundo: en el interior de una permanenci­a”.

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Correas junto a un joven Juan José Sebreli.
 ??  ?? Todas las noches escribo algo. Escritos reunidos 19532000
Carlos Correas Mansalva
360 págs.
Todas las noches escribo algo. Escritos reunidos 19532000 Carlos Correas Mansalva 360 págs.

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