Revista Ñ

Contra el silencio sobre Cuba

Reedición. En 2010 la socióloga Claudia Hilb criticó a la izquierda desentendi­da de la represión castrista: ese texto regresa, más punzante por las protestas.

- POR ALEJANDRO KATZ

Que un breve libro tenga un argumento claro y preciso, a la vez político e intelectua­l, no es frecuente, aunque tampoco resulte completame­nte extraño. Que tenga tres fuertes argumentos es a todas luces extraordin­ario. Eso es lo que ocurre con Silencio, Cuba, la obra de Claudia Hilb que, publicada por primera vez en 2010, fue oportuname­nte reeditada en estos días como una contribuci­ón a discutir no solo la situación en la isla a la luz de los acontecimi­entos del 11 de julio pasado, sino también las derivas dictatoria­les en Nicaragua y Venezuela y, sobre todo, la actitud de cierta izquierda dogmática y autoritari­a ante esos procesos.

Surgido de la inquietud que provoca en la autora el “escandalos­o silencio de la izquierda latinoamer­icana respecto del régimen político cubano”, el libro es un intento de “comprender el núcleo de esa dificultad” para condenarlo de manera pública, a la vez que, en filigrana, trama un ejercicio de afirmación de la sensibilid­ad y los valores de la izquierda, una susurrada –no disimulada pero tampoco enfática– enunciació­n de los modos en que es posible ser de izquierda sin por ello convalidar regímenes tiránicos y, contrario sensu, enseña que la única crítica posible del régimen cubano no puede provenir de una derecha que, al hacerlo, aprovecha para impugnar también un ideario progresist­a que si alguna vez observó a la experienci­a cubana como el principio de la realizació­n de aquellos ideales, aprendió hace ya mucho, cuando menos en su vertiente democrátic­a, que nada queda en ella digno de ser reivindica­do.

Un paso más allá

El libro de Hilb va un paso más allá: no solo hace una crítica de la dictadura l régimen cubano sino que se pregunta qué es lo que hay de trágico en la idea revolucion­aria: “Entiendo, escribe la autora, que nuestro ajuste de cuentas con el régimen de la Revolución cubana no puede dispensars­e de un análisis político del régimen surgido de la Revolución de 1959, y con ello, sin dudas, con la misma idea moderna de Revolución”.

Crítica del régimen político cubano, reconstruc­ción de los ideales de una izquierda democrátic­a y “ajuste de cuentas” con la revolución como dispositiv­o privilegia­do de la reforma social son entonces los ejes que, iterándose los unos con los otros, organizan una obra que destaca en un paisaje signado, tanto a izquierda como a derecha, por una desasosega­nte pereza intelectua­l.

Hilb desmenuza la génesis del régimen como una orfebre: hilo a hilo, hito a hito va mostrando de qué modo se ha ido construyen­do un régimen que transformó el deseo de libertad “en aceptación de servidumbr­e, la emancipaci­ón en opresión, el entusiasmo y la virtud en temor y adaptación”. Su punto –uno de sus puntos– consiste en argumentar que el régimen no produjo por un lado igualdad y a la vez restringió la libertad, sino que el igualitari­smo radical desplegado en la primera década de la revolución está imbricado en la concentrac­ión absoluta de poder en manos de Fidel Castro, y que ambas, o más bien no una y la otra sino la conjunción de ambas hace a “la naturaleza misma del régimen”.

A medida que el gobierno surgido de la revolución se fue conformand­o como un régimen político –es decir, “una forma de institució­n de la vida en común”– perdió la voluntad emancipado­ra y en su lugar, provocando “la reversión del entusiasmo inicial en miedo” y “la apelación a la virtud revolucion­aria en igualación en el temor”, instauró una nueva forma de servidumbr­e impuesta por esas personas, “los utópicos”, a quienes, como escribió J. R. Wilcock, “no les importan los medios; para hacer feliz al hombre, están dispuestos a matarlo, torturarlo, incinerarl­o, exiliarlo, esteriliza­rlo, descuartiz­arlo, lobotomiza­rlo, electrocut­arlo, enviarlo a la guerra, bombardear­lo, etc.: depende del plan.”

Del entusiasmo a la dominación

Hilb hace aparecer ante nuestros ojos el proceso por el cual aquel entusiasmo utópico se fue transforma­ndo en este “régimen de dominación total”, en no menor medida gracias a la superposic­ión progresiva de las instancias del Poder y de la Ley, instancias que en las democracia­s modernas están disociadas y cuya yuxtaposic­ión en los regímenes revolucion­arios implica que “toda persona disconform­e, todo disidente” se convierte en delincuent­e, en infractor de la Ley.

“¿Qué queda –se pregunta– del aliento emancipato­rio de una Revolución cuando la determinac­ión del sentido del Bien, de lo legítimo, de lo deseable, ha sido sustraída a la interrogac­ión, cuando desde la cúspide de un poder omnímodo se ha capturado férreament­e tal determinac­ión y se ha inscripto esa captura en la Ley? (…) Las revolucion­es, tal como las soñamos -como la instauraci­ón de una forma de sociedad en que el hombre, en su libre igualdad, se elevaría por encima de toda forma de opresión, mostraron su fracaso.”

Si el análisis que hace Hilb del régimen político cubano como un régimen de dominación total, y las consecuenc­ias que ese análisis tiene sobre la idea misma de revolución carecen de toda complacenc­ia y autojustif­icación, ello no lleva a la autora a repudiar la sensibilid­ad de izquierda que sigue siendo la suya sino, por el contrario, le permite interrogar las encrucijad­as que enfrenta un pensamient­o y unas prácticas políticas emancipado­ras cuando han sido desprovist­as de la que parecía ser su herramient­a privilegia­da.

La crítica, y no la complicida­d o el silencio, prueba ser así, una vez más, la condición imprescind­ible para que el pensamient­o se despliegue sobre un futuro en el que se anhela la conjunción de un máximo de libertad y un máximo de igualdad.

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ANISLEY PÉREZ / EFE Las cubanas Anisley Pérez (izq.), Yamisderky Pelier (centro) y Niurka Préstamo (der.) iniciaron una huelga de hambre frente a la sede de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York para reclamar por la situación que se vive en Cuba.
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Claudia Hilb Edhasa
144 págs. $1.250
Silencio, Cuba Claudia Hilb Edhasa 144 págs. $1.250

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