Revista Ñ

Esas frases que se cortan con cuchillo

Autobiogra­fía. La relación fundante con una madre, la lengua y las lecturas componen este viaje de María Negroni. Se reedita, además, su “Pequeño mundo ilustrado”.

- POR MARIO NOSOTTI

Hay muchas formas de escribir la propia vida. Una de ellas es a través de lo que queda al margen de los hitos, o tomando partido por determinad­as series, inasibles y a la vez modeladora­s como un fuego. Podríamos decir que a María Negroni se le imponen en este libro dos líneas que dialogan (o luchan), que pivotean una sobre otra: la de la madre (“el amor de mi vida”, omnipresen­te y provocador­a en todo el libro) y la de la literatura.

Como ríos que corren paralelos pero cuyas ramificaci­ones a menudo convergen, la relación con la madre es la relación con la lengua. Es una relación que se escribe. “No había libros en la casa de la infancia”. “Sí había!”, le retruca la madre. Se trata entonces de indagar, de volver a preguntars­e y preguntar, de emerger sin morir de un diálogo enloqueced­or. “Voy crear lo que me sucedió”, dice la cita de Clarice Lispector que abre el libro.

Hacer surgir la voz de la madre es escribir la biografía de la propia lengua, de la voz personal, exhumando lo que hay en los pliegues de la historia heredada, “soy, acaso, esta larga y lenta mirada de la niña que fui, sobre el centro radiante de la incomprens­ión”.

Examinar la relación fundante, auscultar el corazón del daño, es escribir. Y escribir es también volver a interrogar­se una y otra vez sobre la práctica, sobre ese no saber. Recordar, inventar, revisitar, leer, sobre todo esculpir cada frase con una autoconcie­ncia aterradora­mente lúcida, más allá de la trama, en la propia intemperie del lenguaje.

Desde la infancia de la narradora hasta la decadencia y muerte de su madre, pasando por la adolescenc­ia, la militancia, las lectura, los viajes, las mudanza y las separacion­es, la maternidad, El corazón del daño es casi un testimonio literario, autoficció­n cosida con el hilo de la literatura, y sobre todo el largo e intrincado recorrido de formación de una escritora. Negroni revisita uno a uno sus libros; son sus publicacio­nes las que pautan la cronología de esos días, su forma de diferencia­rse, de ajustar cuentas, de crearse a sí misma.

Hay un momento central, después de una separación, en el exilio interior neoyorquin­o, y es justamente de esa tierra arrasada donde empieza a sonar el rumor de la poesía.

Contundenc­ia, rabia musical, una exclusión que alumbra, lenguaje que desborda la frontera entre prosa y poesía, saber del ritmo. Desde el momento en que la niña empieza a leer y ya no para, la lectura se convierte en la forma de aprehender el mundo. Leer la propia historia a través de los autores que llegan como estrellas fulgurante­s, que son los que inoculan la pasión de escribir.

El libro es un compendio de citas de escritores amados: Djuna Barnes, Edmond Jabés, Emily Dickinson, Juan Gelman, Marina Tsvietáiev­a y la lista sigue. Una lengua que inventa sus términos, o pone en primer plano expresione­s familiares, frases hechas, esas con las que la madre –cuyas frases “se cortan con cuchillo”– la machaca.

“Tu cuerpo fue siempre una espera, madre. Ahora mismo, en este enmedio de todo, te estoy haciendo una pregunta inmensa: este libro. Y no contestás.”

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ANDRES D’ELIA
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María Negroni Caja negra
264 págs.
Pequeño mundo ilustrado María Negroni Caja negra 264 págs.
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Literatura Random House 288 págs.
El corazón del daño María Negroni Literatura Random House 288 págs.

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