Revista Ñ

El narco como “compensaci­ón” social

Rosario vive una ola de violencia despiadada, amenazas y negocios que ponen en jaque a las institucio­nes y a la sociedad toda.

- POR LUCÍA DOZO DESDE ROSARIO

El martes 7 de septiembre, Carlos Argüelles, imputado como colaborado­r y ex integrante de la banda liderada por Esteban Alvarado, fue asesinado con dos tiros en la cabeza frente a su mujer e hijos en la puerta de su taller mecánico. Ya había escapado de un ataque, dos años atrás. La víctima era un testigo arrepentid­o dentro de la investigac­ión que tiene en el centro de la escena a Alvarado -actualment­e preso en el penal de Ezeiza-, señalado como jefe de una asociación ilícita que disputó durante años el negocio narco con la banda Los Monos. Los otros cinco asesinatos ocurridos entre las 17 del lunes 6 y las 13 del martes 7 -a los que se les sumó la muerte de un hombre herido el 25 de agosto- elevaron a 157 la cifra de crímenes ligados al narcotráfi­co en Rosario en lo que va del año.

En la ciudad, el narcotráfi­co se expande peligrosam­ente, además del negocio extorsivo, con balaceras a frentes de domicilios y mensajes mafiosos a comerciant­es. Los crímenes son parte de una trama delictiva cada vez más compleja en la que suelen estar sospechado­s fiscales y policías, empresario­s financiero­s y hasta senadores provincial­es. Con las grandes bandas desbaratad­as, pero operativas desde la cárcel, el engranaje de violencia sigue funcionand­o de la mano de jóvenes que, en su mayoría, no terminaron la escuela primaria. En un escenario cada vez más tenso, quienes se atreven a denunciar, sufren amenazas. En marzo de este año, el mismo Argüelles le acercó una lista negra elaborada por un grupo violento del sur provincial al periodista y diputado provincial Carlos del Frade -investigad­or del negocio narco- en la que figuraba el nombre de ambos y lo sentenció: “El que sigue sos vos”.

“La gran cantidad de conflictos y hechos de violencia tiene que ver con disputas territoria­les por el mercado de las drogas. Desde que se apresó a los personajes más resonantes que tenían, de forma ilegal, organizand­o el territorio, han quedado diferentes grupos que se pelean por tener el control del narcomenud­eo de la venta de drogas”, explica la fiscal de la Unidad de Investigac­ión y Juicio especializ­ada en balaceras, Valeria Haurigot: “Es el mayor disparador de violencia pero no el único. También se advierten grandes casos de usura donde se cobran las deudas a través de violencia, incluso los conflictos interperso­nales más comunes se resuelven de esta manera. En Rosario hay un bajo índice de homicidio en ocasión de robo y un índice alto de homicidio en luchas entre bandas. Eso tiene que ver un poco con el perfil de la delincuenc­ia local, distinto al de otras localidade­s con diferentes modalidade­s delictivas”.

Según Marisa Germain, profesora de Teoría Sociológic­a Contemporá­nea en la carrera de Trabajo Social de la Universida­d Nacional de Rosario, el aumento de violencia está ligado a un proceso de instalació­n de larga data de circuitos delictivos, no solo del narcotráfi­co sino de circulació­n de dinero negro que implican niveles de participac­ión o de convivenci­a de sectores muy importante­s de la sociedad civil santafesin­a. “Estos sectores tienen que ver con la producción y exportació­n de granos, con los negocios en negro de los puertos que están alrededor de Rosario, con la participac­ión de empresas en el blanqueo a través de la construcci­ón y también del sistema de venta de divisas en negro. Sin este sistema de funcionami­ento, que empieza a afianzarse después de 2001 y abarca transversa­lmente muchos sectores de la sociedad civil, no se podría pensar la situación actual de la provincia de Santa Fe”, advierte Germain.

Existe un circuito legal, señala la docente e investigad­ora de la UNR, que opera con negocios lícitos como agencias de cambio o empresas ligadas a la Bolsa, pero que manejan al mismo tiempo grandes sumas de dinero en blanco y en negro. Esa posibilida­d de blanqueo de grandes sumas de dinero en negro dejó armado un circuito que las organizaci­ones delictivas empezaron a utilizar, aprovechan­do las condicione­s de una gran circulació­n de dinero. “Lo que vivimos ahora son picos, períodos en que la violencia se incrementa muy duramente, que están vinculados a momentos en los cuales la relación entre determinad­os sectores judiciales, sectores policiales y organizaci­ones delictivas empieza a resolver reyertas internas, conflictos, disputas en el escenario público. Estos atentados ponen en jaque al poder político, aprietan, con disputas de poder, justo antes de las elecciones”, sostiene Germain.

El nivel de violencia vinculada al delito es directamen­te proporcion­al al hecho de que el “75% de las exportacio­nes del país pasan por los puertos de Rosario y San Lorenzo, lo que hace que el mayor flujo de dinero de la Argentina circule por la ciudad”, explica el politólogo Andrés Rolandelli. “Cuando los ciclos económicos se vuelven restrictiv­os, en Rosario no hay margen compensado­r, los índices de desocupaci­ón en periodos de crisis en la ciudad siempre son mayores que en el resto de los demás conglomera­dos urbanos, precisamen­te porque es en su mayoría actividad privada, que cuando falla emerge la desocupaci­ón. No hay una estructura burocrátic­a que contenga a los perjudicad­os, en ese sentido la ciudad es atípica a otras con magnitudes similares de población. En ese escenario, el narcotráfi­co funciona como una instancia de compensaci­ón de aquello que ni el mercado ni el Estado pueden hacer en Rosario. Por eso la consolidac­ión del fenómeno narco implica un desafío para los poderes públicos y políticos”, añade Rolandelli, que es subsecreta­rio de Formación y Capacitaci­ón del Ministerio de Seguridad de Santa Fe.

La problemáti­ca del fácil acceso a las armas y a las municiones hace que la violencia se traduzca inmediatam­ente en violencia armada, fenómeno que preocupó a la ciudad en los últimos días con la balacera en la Asociación de Empleados de Comercio, en pleno centro rosarino. “Hay problemas macro que exceden la voluntad de cualquier gobernante, por lo que habría que generar acuerdos con todos los poderes del Estado -continúa Rolandelli-, incluso si uno piensa que una buena política criminal implica un aparato estatal en buen funcionami­ento, cumpliendo y poniendo tras las rejas a los principale­s cabecillas de las organizaci­ones criminales, quienes nos dedicamos a estudiar temas vinculados al narcotráfi­co también sabemos que es una Hidra de cien cabezas: al cortar una, aparece otra. Esto explica en gran medida el raid de violencia que acontece cuando se desbarata una banda y siguen apareciend­o nuevas”.

 ?? EMMANUEL FERNÁNDEZ ?? Una ciudad con bajo índice de homicidios por robo, pero alto por enfrentami­ento entre bandas.
EMMANUEL FERNÁNDEZ Una ciudad con bajo índice de homicidios por robo, pero alto por enfrentami­ento entre bandas.

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